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Reivindican la vida y obra de Laurette Séjourné

La excepcional arqueóloga y antropóloga fue opacada en la historia intelectual del siglo XX

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Entre Quetzalcóatl y el Che, libro de la escritora y socióloga Tatiana Coll (derecha), fue presentado en la FIL en el Zócalo. En la imagen la acompañan la editora y traductora Mar Gámiz y el periodista Luis Hernández.Foto Luis Castillo
 
Periódico La Jornada
Jueves 16 de octubre de 2025, p. 5

El libro Entre Quetzalcóatl y el Che, de la escritora y socióloga Tatiana Coll, es un acto de justicia, al reivindicar la vida y obra de la arqueóloga y antropóloga Laurette Séjourné (1911-2003), una figura central pero opacada en la historia intelectual del siglo XX mexicano.

En ello coincidieron la editora y traductora Mar Gámiz, el economista y editor Francisco Pérez Arce y el periodista Luis Hernández Navarro en la presentación de esa obra en la 25 Feria Internacional del Libro en el Zócalo, en la Ciudad de México.

El acto devino en una adhesión al clamor mundial en apoyo al pueblo palestino, al concluir con vivas a Palestina propiciados por la autora. También se anunció que la FIL en el Zócalo, hasta su conclusión, el domingo, funcionará como centro de acopio en apoyo a los damnificados por las lluvias en Veracruz.

La publicación de esta biografía está ligada con la celebración del 60 aniversario de Siglo XXI Editores, que se cumple este mes y en cuyo sello aparece tal volumen.

Séjourné no sólo fue esposa de Arnaldo Orfila, fundador y director por casi cinco lustros (de 1965 a 1989) de esa casa editora, situación por la que es más recordada. Ella misma, según Coll, desempeñó un destino crucial en los destinos de esa empresa cultural, además de que “tiene mucha vida propia: fue una mujer excepcional que dejó un gran legado”.

De origen italiano, nacionalizada mexicana, fue “una mujer múltiple”, de pensamiento y vida “a contracorriente”, sostuvo y la definió de “marxista convencida”, aunque no siguiendo la línea de su segundo marido, el escritor y activista ruso Víctor Serge.

“No militó en un partido, no fue pro soviética, pro trotskista, pro China –precisó la también pedagoga y colaboradora de La Jornada–, sino más bien marxista en los términos más amplios de lo que puede significar eso.”

Llegada a México en 1942, agregó, fue editora de cine –participó en la edición de El gran Makakikus, de Joaquín Pardavé–, antes de adentrarse en la arqueología, un campo denominado por “machirrines”, como diría más adelante Hernández Navarro.

Con una pasión que la llevaba a esperar el amanecer y el atardecer en las zonas arqueológicas para “hacer hablar a las piedras”, resaltó Coll, se atrevió a desafiar “teorías establecidas casi por decreto”, afirmando que Teotihuacan, y no Tula, era la Tollan mítica, la gran madre civilizatoria.

Subrayó que Séjourné, como Leonora Carrington –de quien fue amiga–, Tina Modotti y Frida Kahlo, “fue mujer centralmente libre”, que no necesitaba declararse feminista porque ya encarnaba esa libertad.

Respecto del título del libro, la escritora aclaró que el nombre de Quetzalcóatl engloba la vena arqueológica de aquella mujer y el sentido de esa deidad prehispánica como fundadora de la civilización náhuatl, en tanto que lo del Che se relaciona con su idea del “hombre nuevo”. Ambas figuras, dijo, representan la búsqueda de comunidades humanas distintas.

Cartas marcadas

Hernández Navarro, coordinador de Opinión de La Jornada, destacó la naturaleza excepcional del libro, escrito con lo que denominó cartas marcadas, en cuatro sentidos.

El primero, una empatía natural entre biógrafa y biografiada, ambas provenientes de familias del exilio y las grandes derrotas antifascistas. El segundo, el uso de la correspondencia íntima de Séjourné, de lo cual Coll tiene el mérito de proporcionar el contexto necesario para su plena compresión, indicó.

El tercer sentido es “la clave cubana”, pues, de acuerdo con el periodista, la arqueóloga dedicó muchos años de su vida a apoyar y difundir la revolución cubana, convirtiéndose en “una intelectual orgánica” del proceso cultural. Refirió que Tatiana Coll transitó un camino similar, al viajar en 1970 a la isla y regresar convertida en “un apoyo a los revolucionarios de todo el continente” que pasan por México.

La cuarta carta, prosiguió, fue la estrecha amistad que unió a ambas mujeres –Coll fue secretaría de Orfila–, permitiendo una mirada profunda e íntima.

“A lo largo de todo el libro se ve la importancia no sólo de Orfila, sino de la misma Laurette como editora; la ascendencia que tiene para las decisiones difíciles (en Siglo XXI)”, finalizó Hernández Navarro.

“Es una obra apasionante, que busca y logra reivindicar a una mujer que vale la pena traer con todas sus pasiones, luces y sombras en un momento como en el que vivimos.”

Francisco Pérez Arce, director editorial del Fondo de Cultura Económica, recalcó la dimensión histórica de Séjourné, que en su opinión ha quedado eclipsada por la figura de Orfila.

La reconoció no sólo por su importante trabajo arqueológico en México, sino como un personaje histórico que rebasa fronteras, ya que su vida abarcó algunos de los más importantes pasajes del siglo XX, como la Primera Guerra Mundial, el fascismo en Italia y el surrealismo.

“Ella misma es una mujer-historia. Al final, fue la pareja de Orfila, cuya figura la opacó. Es un gran personaje, un poco olvidado y que merece la pena conocer. Este libro le va a empezar a hacer justicia.”

Para Mar Gámiz, la lectura de esta biografía permite conocer no sólo una parte de la historia del siglo XX, sino reivindica a un personaje femenino que fue una figura para el pensamiento crítico latinoamericanista y determinante para Siglo XXI.

“Es muy conocida por su labor editorial de militante. Sin su trabajo Siglo XXI no habría sido lo que es y lo que fue. Entre otras cosas, la editorial fue conocida entre los años 60 y 80 por introducir traducciones del pensamiento marxista; hoy sabemos que detrás de eso estaba Laurette Séjourné.”