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¿Agua para la gente o para las corporaciones tecnológicas?
E

n Querétaro, México, el gobierno estatal y federal parecen haber respondido esa pregunta: el agua es primero para las grandes tecnológicas, como Amazon, Microsoft Google y ahora CloudHQ. Después de que otras megaindustrias como la aeroespacial y automovilística han ido agotando los pozos de agua subterránea y acuíferos de la región, lo que queda lo dispondrán las titánides tecnológicas globales. Las mismas que controlan más de dos tercios de las nubes informáticas donde va a parar la gran mayoría de la información digital de las personas, instituciones educativas, de salud, gestión gubernamental y otras. Gran base para sus negocios, que incluyen el apoyo al genocidio en Palestina y el desarrollo de sistemas extremos de vigilancia de la población (https://shorturl.at/nGItb).

En el último año, tres de las mayores tecnológicas globales, Amazon Web Services (AWS), Google y ahora CloudHq, han anunciado que se establecerán en esa ciudad, sumándose a previas inversiones mil millonarias de éstas y otras como Microsoft Azure. Instalan centros de datos a hiperescala, dimensión que requieren los nuevos sistemas de inteligencia artificial (https://shorturl.at/Y8HfG).

Los centros de datos son la base física de las nubes de computación y del tráfico digital. La hiperescala implica miles de computadoras conectadas, que demandan inmensos volúmenes de energía constante y de agua para enfriar el calor que producen. También son generadores de ruido permanente, tres factores que prácticamente en todo en el mundo han sido desarrollados sin consulta y a despecho del bienestar y el acceso de las poblaciones locales e indígenas.

En Querétaro, como sucede en otras ciudades de países de América Latina que alojan grandes centros de datos como Brasil y Chile, las Big Tech reciben numerosas prebendas: excención de impuestos, tierras regaladas o subsidiadas, muy favorables condiciones de acceso a agua limpia y energía, ausencia o escasa regulación y control. Apenas tienen que cumplir con algunos documentos formales, como manifiesto de impacto ambiental a los que no se les hace seguimiento ni fiscalización. Así, las empresas más ricas del globo reciben abundantes subsidios ambientales y del erario.

Sin embargo, crecen cada mes las evidencias y los reportes –incluyendo de la ONU– que muestran que los centros de datos son voraces consumidores de agua limpia y de energía. Es el sector industrial que más rápidamente crece a nivel global en porcentaje de demanda energética. Hasta 2022, los centros de datos de todo el mundo consumían más energía que países enteros de alto consumo como Francia (octavo en lista de consumo global). Se estima que en 2026 habrán duplicado tanto su demanda energética como la de agua. En 2020, la industria digital emitía entre 1.53 y 3.2 por ciento de las emisiones de gases GEI que causan el cambio climático, superando a las emisiones de todo el transporte marítimo o la aviación internacional. Al ritmo vertiginoso de crecimiento de esa industria, ya han superado esos porcentajes con creces (https://shorturl.at/Hzlhg).

Querétaro es una zona árida y el agua que utilizan las industrias proviene en gran parte del acuífero del Valle de San Juan del Río, del que en forma sistemática las industrias han extraído más agua que su capacidad de recarga, por lo que actualmente tiene un déficit anual de 56.8 mil millones de litros. Muchos pozos de Querétaro están en crisis. No obstante, es de esa fuente de donde toman y tomarán agua las grandes empresas tecnológicas.

En muchos países, las megatecnológicas han elegido intencionalmente asentarse en zonas áridas cerca de ciudades en muchos países, porque les abarata prevenir la corrosión de los dispositivos, pueden acceder a agua subterránea limpia para refrigeración y/o usar el agua potabilizada para la población, lo cual ha causado numerosas resistencias y protestas locales (https://shorturl.at/ZJKy3).

Debido a esas protestas, las tecnológicas han hecho promesas en México y otros países de reducir su consumo de agua usando otros sistemas de enfriamiento. Pero esos demandan más energía, lo cual ha llevado a usar aún más energía fósil y también a que todas las Big Tech tengan contratos y/o empujen por ejemplo, la expansión de la energía nuclear, otra pesadilla en ciernes (https://shorturl.at/Cwxam).

Las empresas tecnológicas operan con gran opacidad y en varios casos ha sido necesario llevarlas a juicio para que declaren su verdadero consumo de agua. En Querétaro, la aprobación de la ley estatal de servicios de agua en 2022, significó su privatización de facto, por lo que el gobierno de la entidad no considera que puede ni debe preguntar a las tecnológicas sobre esto ni tampoco fiscalizar si cumplencon el uso de los sistemas derefrigeración que prometieron(https://shorturl.at/JJkDw).

Complementariamente, según Andrés Barreda, investigador de la UNAM, la reciente iniciativa que plantea establecer una “doble” ley de aguas –una para la gente y otra para la industria– garantizará y profundizará los privilegios sobre el agua que ya gozan las empresas.

El agua debe ser para la gente, para las comunidades, para la biodiversidad, para la vida. Esa es la respuesta que necesitamos defender.