ara comprender mejor las causas del levantamiento armado del 23 de septiembre de 1965, es necesario considerar entre las causas, el origen de la propiedad en Chihuahua desde los tiempos del yugo español, que otorgó enormes extensiones de tierra a los súbditos cercanos al poder virreinal.
Cito como ejemplo sólo dos casos: el de Manuel San Juan de Santa Cruz, quien acumuló 3 millones 500 mil hectáreas que posteriormente, en el siglo XIX pasaron a propiedad de la familia Martínez Del Río. El otro ejemplo es el de Valerio Cortez del Rey, quien recibió un mayorazgo de aproximadamente un millón 500 mil hectáreas.
Todas las posesiones otorgadas por la Corona recibieron sus títulos reales pasando por encima de los pobladores originarios a quienes no se reconoció ningún derecho de lo que les pertenecía, simplemente se les despojó por la fuerza. A los colonos voluntarios que se posesionaron de tierras libres, no se les molestó, pero nunca se les otorgó título de propiedad.
Después de la consumación de la Independencia se mantuvo esta condición desigual durante todo el siglo XIX. Entre los años de 1885 a 1895, el gobierno de Porfirio Díaz concesionó a un grupo de capitalistas chihuahuenses lo que se denominó como compañías deslindadoras, que en realidad actuaban como empresas particulares, encargadas de documentar las tierras rústicas y las tierras de particulares, es decir, las que no estaban amparadas legalmente y las que sí contaban con un título de propiedad. Cada compañía deslindadora contrataba por su cuenta agrimensores y abogados, quienes contaban con el apoyo de fuerzas militares que intervenían cuando los posesionarios se negaban a dejar las tierras.
Como “pago” de ese servicio el gobierno entregaba la tercera parte de las tierras deslindadas por cada compañía. Esta práctica aumentó la concentración de la propiedad, ya que millones de hectáreas fueron deslindadas y, en consecuencia, cientos de campesinos fueron despojados de las tierras que habían trabajado durante generaciones
La Revolución en el estado de Chihuahua no tocó las grandes propiedades, 20 latifundios acaparaban más de 10 millones de hectáreas que representaban 40 por ciento del territorio del estado. No obstante que los campesinos chihuahuenses habían contribuido con las armas y con su sangre al derrocamiento de la dictadura porfirista en 1911 y luego a la de Victoriano Huerta, los gobernantes “revolucionarios”, dígase carrancistas, obregonistas o callistas, protegieron los latifundios, porque ellos mismos se habían convertido en latifundistas.
En noviembre de 1960, una gran caravana de cientos de agraristas de la región de Madera marcharon a pie durante 10 días hasta la capital del estado donde se presentaron ante el presidente de la República, Adolfo López Mateos, quien había llegado a Chihuahua, “cuna de la Revolución”, para celebrar el 50 aniversario de este acontecimiento. Ahí, los campesinos le cuestionaron ¿Qué Revolución se estaba celebrando en Chihuahua donde la tierra seguía en poder de unos cuantos latifundistas?
El presidente López Mateos escuchó, prometió, se hicieron los trámites legales, dejando en los campesinos la esperanza de que finalmente se iba a repartir la tierra. En 1963, cansados de engaños y mentiras, invadieron simbólicamente decenas de latifundios en diferentes regiones del estado. Fueron reprimidos a culatazos, algunos asesinados, y muchos encarcelados, entre ellos el dirigente, Arturo Gámiz García a finales de febrero de 1964.
En marzo de 1964, se iniciaron en la sierra de la región de Madera las acciones de respuesta violenta por parte de algunos campesinos agraviados. El 16 de noviembre de ese mismo año, Arturo Gámiz dio a conocer el primer manifiesto a nombre del Grupo Popular Guerrillero, por medio del que se declaraban levantados en armas hasta que se cumpliera la promesa de repartir la tierra.
El 11 de septiembre de 1965, Arturo Gámiz y Salomón Gaytán, dieron a conocer el segundo manifiesto dirigido al gobernador Praxedis Giner, en el que expresaron:
“Nos hemos levantado en armas. (…) Durante años, por las buenas, estuvimos pidiendo justicia, pero usted, señor gobernador, nos despidió siempre con insultos; se puso de parte de los latifundistas y les dio fuero. Empuñamos las armas para hacer por nuestra propia mano la justicia que les niega a los pobres.”
Doce días después, el 23 de septiembre, 13 jóvenes asaltaron el cuartel militar de Ciudad Madera. Ocho de ellos murieron por la causa que miles de campesinos habían defendido durante cuatro años: la lucha contra el latifundismo, donde encontraron todos los caminos legales cerrados, convenciéndolos a levantarse en armas bajo el ideal de una nueva revolución socialista.
* Historiador