ersonal técnico del FMI hizo pública su valoración sobre el primer año de gobierno de la 4T. Lo hace todos los años al amparo del Art. IV de su Convenio Constitutivo. La declaración del FMI envía cinco mensajes principales sobre el funcionamiento de la economía y sobre las decisiones económicas del gobierno, que las autoridades mexicanas aprobaron que se hiciera pública. Los mensajes se complementan con un breve análisis de los asuntos referidos. Su valoración contiene sobre lo que se ha hecho y su visión de lo que debiera hacerse. No es, por supuesto, un punto de vista desinteresado. Al contrario, revela la valoración ortodoxa de la gestión económica.
El primer mensaje del FMI es sobre el crecimiento del PIB este año: prevén que este 2025 haya un crecimiento de uno por ciento y que ocurra una cierta aceleración en 2026. Estas previsiones contrastan con lo que el fondo sostenía en abril pasado: un crecimiento de 0.1 por ciento. En su momento, la presidenta Sheinbaum hizo pública su oposición a esa estimación y sostuvo que habría un crecimiento mayor al que ellos señalaban, lo que ahora sabemos que ocurrirá. De modo que el FMI tuvo que corregir.
El segundo mensaje es amplio: el FMI sostiene que habrá que reducir el déficit fiscal para evitar nuevos aumentos de deuda pública y propone “crear espacio fiscal necesario para responder a posibles choques”. Su planteo es que la consolidación fiscal propuesta para este año, que reduciría el déficit de 2024 de 5.1 del PIB a 3.9 en 2025, cerrará en un 4.3 por ciento del PIB, lo que el gobierno mexicano acepta.
La diferencia con el FMI está en que en el presupuesto 2026 se plantea una ruta de consolidación gradual que lleve el déficit al cierre de ese año a 4.1 por ciento del PIB. El FMI dice que “hay que intensificar los esfuerzos” para llevar el déficit al 2.5 en 2027”, lo que es inconsistente con la idea de consolidación gradual del gobierno de Sheinbaum.
Para el FMI señala es importante evitar que la relación deuda pública/PIB llegue en 2030 a 61.5 por ciento del PIB, lo que en su opinión colocaría a la economía mexicana en una situación muy vulnerable. Su propuesta es que el gobierno requerirá espacio fiscal para absorber choques externos, lo que implica aumentar ingresos tributarios, con mejoras administrativas y reformas impositivas. Proponen aumentar la progresividad del ISR, pero sólo a las personas físicas, no proponen aumentos para las empresas; reforzar los impuestos sobre inmuebles e impuestos a vehículos unificando las tasas estatales y federales; impuestos al carbono y a regalías mineras. La propuesta del FMI no es una reforma fiscal, sino cambios tributarios marginales. Por ello, pudiera ser aceptable para el gobierno que no acepta meterse en una reforma tributaria.
El tercer mensaje reivindica la política monetaria ortodoxa del Banco de México señalando que la relajación monetaria debe continuar cuando se confirme que la trayectoria de la inflación converge a la meta de 3 por ciento. Reconocen que los riesgos a la estabilidad financiera son bajos, ya que los bancos tienen posiciones de liquidez y capital sólidas. Aceptan que es importante ampliar el acceso al crédito y fomentar la inclusión financiera, pero les preocupa que los bancos privados pierdan participación, si la banca de desarrollo aporta garantías y préstamos. Es inaceptable el planteo del FMI ya que sin la participación estatal el crédito no se ampliará, lo que es relevante para el gobierno de la 4T.
Quinto, para el FMI preservar la apertura comercial es fundamental. Proponen lograr una revisión favorable del T-MEC, como si eso dependiera del esfuerzo mexicano. Proponen dar marcha atrás en la aplicación de aranceles estratégicos a productos provenientes de países con los que no tenemos tratados comerciales planteado en el presupuesto de 2026. Su señalamiento es que estos aranceles provocarían una asignación ineficiente de recursos. Para el gobierno imponer aranceles busca mejorar la competitividad de la producción mexicana para generar inversión y empleos bien remunerados. El planteo del FMI es contrario a la visión gubernamental recién establecida.
Los técnicos del FMI han tenido que reconocer que la política económica en el primer año de gobierno de Claudia Sheinbaum ha sorteado exitosamente importantes dificultades. Es un reconocimiento que confirman las empresas calificadoras de riegos crediticios que han mejorado la posición de la deuda mexicana.
El señalamiento de riesgos fiscales puede considerarse, sin aceptar su propuesta de cambio en la consolidación fiscal gradual. En materia arancelaria su advertencia no es pertinente, aunque el asunto merece una discusión más detallada. Así que para el FMI el país va bien. Que lo diga el FMI no es poca cosa.