Opinión
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Sesenta años del gran movimiento agrario en Chihuahua
E

l ataque al cuartel de Ciudad Madera el 23 de septiembre de 1965 y su continuación, el Grupo Guerrillero Arturo Gámiz en 1968, son la expresión armada de un gran movimiento social agrario que se dio en Chihuahua desde 1958 hasta 1968.

El contexto y coyuntura de dicho movimiento son la influencia de la revolución cubana triunfante, las concesiones arrancadas a López Mateos luego del movimiento ferrocarrilero y las tomas de tierra de la UGOCM en Sonora y Baja California, la instauración de los libros de texto gratuitos, la constitución del Movimiento de Liberación Nacional dirigido por el general Lázaro Cárdenas y la confrontación política que esto produce con la clase empresarial y la Iglesia católica al punto de desatar la campaña Cristianismo Sí, Comunismo No, que hacen recular a López Mateos luego de declararse “de izquierda atinada dentro de la Revolución Mexicana”.

En el campo mexicano se presenta una grave crisis precipitada por varios factores: el aumento del número de campesinos sin tierra, el fin del Programa Bracero, la crisis algodonera que desemplea a miles de jornaleros agrícolas. La agricultura, que había transferido miles de millones de pesos para financiar la industrialización del país, entra en crisis a pesar de los altos índices de crecimiento económico, típicos de la sustitución de importaciones.

En Chihuahua, 300 latifundistas acaparan 8 millones de hectáreas; 100 mil ejidatarios poseen 4.5 millones de hectáreas; 50 mil campesinos no tienen tierra, en medio de abusos e injusticias por parte de los ganaderos y la empresa Bosques de Chihuahua. Esto genera el auge de la lucha por la tierra desde 1958 en la zona de la Sierra, encabezada por el profesor Francisco Luján Adame, asesinado en 1959. Un grupo de veteranos de la Revolución toman la hacienda de Santo Domingo en 1960 y son reprimidos por el Ejército.

La UGOCM es la gran organizadora de toma de tierras desde 1960 en varios municipios del sur, centro sur, noroeste, norte del estado, encabezada por Álvaro Ríos, Arturo Gámiz y el doctor Pablo Gómez, con un gran apoyo del magisterio estudiantado de las escuelas normales del estado. En 1964 esta organización intensifica las tomas de latifundios ganaderos y forestales en todos los rumbos de Chihuahua. Se da un ciclo recurrente: los campesinos ugocemistas toman la tierra, los latifundistas presionan al gobierno, la policía del estado y el Ejército reprimen, se desata la solidaridad de estudiantes y maestros, se libera a los detenidos, se vuelve a las ocupaciones de tierras...

Las elecciones presidenciales de 1964 son parteaguas: el PPS, al que pertenece la UGOCM, deslegitima las acciones de ésta y apoya la candidatura de Díaz Ordaz. Este hecho divide a los activistas: unos deciden continuar con las tomas; otros, encabezados por Gámiz y el doctor Pablo Gómez, optan por la vía armada.

El sujeto de este amplio movimiento es diverso: los campesinos, algunos de los cuales tienen antecedentes de la Revolución de 1910 y las luchas agrarias posteriores; lo que el profesor Rogelio Luna llama “el normalismo revolucionario”, maestros y estudiantes de inspiración cardenista, luego marxista, influenciados por la revolución cubana; algunos sectores intelectuales y estudiantiles, y la UGOCM.

El adversario al movimiento es múltiple: los grandes ganaderos, sus guardias blancas, los propietarios de Bosques de Chihuahua: la iniciativa privada organizada, el gobernador Giner Durán, la policía del estado, el gobierno federal, el Ejército, la jerarquía católica y el periódico El Heraldo de Chihuahua, de la cadena García Valseca, principal arma ideológica en contra del movimiento.

Las demandas iniciales del movimiento son el reparto agrario y la defensa contra las injusticias de los caciques. En la medida en que éstas se dificultan por la complicidad del gobierno con los latifundistas, la cooptación del PPS y la diferencia con otras organizaciones de izquierda, se va planteando la revolución socialista como única vía para avanzar.

Los guerrilleros buscan una salida “a nivel superior”, trascendiendo la simple autodefensa en contra de los caciques: constituir una nueva dirigencia político militar, una fuerte base de sustentación urbana. Transformar la guerrilla campesina local en un verdadero “foco”, capaz de irradiarse a todo el país como camino a la revolución socialista.

Así, desde la primavera de 1965 se generalizan las acciones del grupo guerrillero en la sierra y se ataca el cuartel de Madera el 23 de septiembre, donde caen Pablo Gómez, Arturo Gámiz y otros seis jóvenes guerrilleros.

Este gran movimiento agrario, y no sólo su fase armada, tuvo un éxito innegable en su demanda de tierras: desde 1967 y hasta 1971, en que se expropió el latifundio de Bosques de Chihuahua, se repartieron alrededor de 2 millones de hectáreas en Chihuahua, aunque al estilo priísta, ningún metro se entrega a la UGOCM, sino a los campesinos corporativizados de la CNC.

A pesar de la derrota militar de los guerrilleros de Madera, su sacrificio fue fecundo políticamente: se continuó en el Grupo Guerrillero Arturo Gámiz en 1968; contribuyó a la fundación del Movimiento de Acción Revolucionaria, de Los Guajiros, a la guerrilla de Genaro Vázquez, a la de Lucio Cabañas y otros movimientos armados. Si no se logró la revolución socialista, de la gesta de Madera abrevaron las luchas sociales y coordinadoras de masas de los años 70 y el gran caudal de la izquierda social y política de este país.