El sello Debate publica en español el testimonio de la joven, desde antes del primer bombardeo del ejército israelí hasta el alto el fuego de enero de 2025

Martes 23 de septiembre de 2025, p. 2
Madrid. La joven Plestia Alaqad tuvo que asumir de pronto que convertirse en “periodista era más una misión que una carrera”, porque nació en Palestina en 2001, y los bombardeos incesantes, el drama diario que veía en las calles en las que transcurrió su infancia, y sobre todo el dolor profundo y contundente de su pueblo, la llevó a convertirse en periodista y poeta que ha ido registrando los ecos del desastre en un pequeño diario.
Esos testimonios personales, casi a modo de confesiones íntimas sobre el desgarro, se convirtieron en el libro Los ojos de Gaza: Un diario de resiliencia, que publica la editorial Debate en español y que abre en canal el drama humano que está provocando el genocidio y la limpieza étnica perpetrada por el ejército israelí en la franja de Gaza.
“Pienso muy a menudo en todos los niños que han matado las fuerzas de ocupación israelíes y en todo lo que podrían haber llegado a ser. Poetas excepcionales y autores de gran éxito que no tuvieron ni la más mínima oportunidad de vivir. Me entristece pensar en todas las obras de arte y la cultura que hemos perdido, que nunca verán la luz. Los libros que no llegaremos a leer, los cuadros que no llegaremos a contemplar”, expresa entre abatida y resignada en el prólogo de su libro, testimonio valiosísimo de lo que está provocando el bombardeo incesante y la asfixia pública de un pueblo entero a ojos del planeta.
Plestia Alaqad es una joven con la mirada profunda, pero también con unos ojos que gritan de rabia y desesperación. Sus testimonios difundidos en redes sociales durante la invasión la convirtieron en una voz de vitalidad dentro del caos y la destrucción.
En noviembre de 2023, a medida que los combates se intensificaban, Alaqad y su familia se vieron obligados a abandonar la región. Se acababa de graduar y soñaba con ser una periodista de éxito. Poco más de un mes después, las publicaciones en redes sociales en las que narraba cómo era su día a día en plena invasión israelí la convirtieron en “los ojos de Gaza”, y su lectura conmovía cada día a millones de personas en el mundo.
“Mi camino desde aquella joven idealista que soñaba con compartir con el mundo la belleza de su tierra a periodista curtida cuya labor está centrada en documentar las muertes y crueles atrocidades perpetradas por el ejército israelí, se inició en 2019, en un café de las calles de Gaza. Allí estaba sentada con mis amistades, sintiendo el calor del sol en la piel y hablando sobre un futuro que nuestra ingenuidad nos impedía entender que, en tanto que gazatíes, escapaba bastante de nuestro control”, relata en su testimonio.
Desde el centro de la devastación
El libro es su diario, que comienza antes del primer bombardeo y termina con el alto el fuego de enero de 2025, en el que se recogen los horrores de su experiencia. Desde el epicentro de la agitación, mientras las bombas llueven a su alrededor y dan paso a la devastación, Plestia Alaqad es testigo de las emociones que están destrozando a su comunidad, de sus actos heroicos y de los momentos de inesperada ternura y fragilidad en medio del caos. Como cuando relató: “A veces Mohamed, Hatem y yo nos dedicamos a especular sobre cómo será nuestra muerte. Yo siempre he pensado que moriría en un accidente de coche, pero ahora ya no estoy tan segura. Hoy les digo que, si me ven ser víctima de un ataque que resulta en quemaduras y mutilaciones, por favor se abstengan de salvarme la vida. Lo he pensado mucho, y no quiero vivir sin una mano o una pierna. Mohamed dice que él sin una pierna estaría bien. Hatem se queda pensando y dice que necesita tiempo para encontrar la respuesta. No llega a encontrarla”.
O cuando rememora un día más en aquella ciudad sitiada y devastada: “No puedo creer que hoy sea el vigésimo quinto día. Llevamos 25 días sin electricidad, sin agua potable y sin apenas comida ni combustible. Todo lo que pedimos es un alto el fuego, pero sólo nos dan bolsas para cadáveres. Es una locura. La vida nunca fue normal en Gaza, pero echo de menos mi vida de antes del genocidio. Echo de menos levantarme por la mañana e ir a trabajar. ¡Echo de menos no saber qué ponerme! Ahora, literalmente, no tengo nada qué ponerme; la chaqueta negra que he llevado los últimos 19 días ni siquiera es mía”.
Y añade: “Antes del genocidio, al irme a dormir, solía dar vueltas a cómo convertirme en una versión mejor de mí misma. Ahora sólo pienso en los demás. En mi gente. Pienso en los mártires; todos ellos tenían sus sueños y deseos para el futuro. Pienso en todas las personas que han perdido a sus familias y ahora se enfrentan a una vida de devastadora soledad. Pienso en los heridos que han perdido a sus parejas e intentan recuperarse en el hospital, lidiando con el trauma físico y mental. Pienso en Gaza y en cómo, en un mero pestañeo, se convirtió en una ciudad fantasma”.
Por esos testimonios poéticos y periodísticos, Plestia Alaqad se convirtió en “los ojos de Gaza”. Y, al mismo tiempo, en un objetivo militar de las milicias israelíes, que la obligaron a exiliarse junto con toda su familia y a abandonar las calles en las que transcurrió su infancia y en el escenario infernal de su propio diario.