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El deshielo revela la fragilidad del equilibrio climático
A

unque Suiza es un país pequeño con apenas 9 millones de habitantes, en el índice de globalización figura en el primer lugar, lo que se atribuye a su dinámico y variado comercio; por ser una plaza bancaria y financiera de primer orden; contar con una economía estable, próspera y ser la sede de numerosas organizaciones internacionales. Además, con una rica historia, una impresionante herencia cultural y paisajes naturales de gran belleza. También destaca por su estabilidad, su alta calidad de vida y su tecnología. Es igualmente conocida por su política de neutralidad. Sin embargo, enfrenta ahora un grave problema: cada vez resulta más afectado por el aumento de la temperatura.

El pasado junio, fue el más cálido desde que en 1864 comenzaron a registrarse las temperaturas. También ha habido valores extremos en otros países afectados por olas de calor en Europa y el resto del mundo. Pero Suiza figura entre los que más se están calentando: dos veces más rápido que la media mundial, según la Oficina Federal de Meteorología y Climatología. Y ello repercute en la población, la economía y el paisaje.

Las cada vez más frecuentes e intensas olas de calor son un riesgo grave para la salud y ponen en peligro las cosechas agrícolas. En las montañas, se derriten los glaciares y el permafrost, con lo que aumenta el riesgo de catástrofes naturales y humanas de enorme gravedad. El que las temperaturas en Suiza sigan subiendo más de prisa que en otros lugares, obliga a las instancias gubernamentales y a la población a tomar medidas extremas a fin de adaptarse a un clima cada vez más caluroso y que afecta a sus imponentes glaciares y a todo el sistema de captación y uso del agua.

El caso de Suiza nos lleva a destacar una investigación publicada en Nature y en la que se advierte cómo en lo que va de este siglo los glaciares del planeta han contribuido notablemente en el aumento del nivel del mar. En el estudio se revela que, entre el inicio del siglo y 2023, perdieron 6 mil 542 billones de toneladas de hielo. Una evidencia muy clara del efecto del cambio climático en los ecosistemas glaciares y sus consecuencias globales.

En el estudio realizado bajo la supervisión de científicos de las universidades de Edimburgo y Zúrich, se detalla que los glaciares del mundo pierden cada año unos 273 mil millones de toneladas de hielo, lo que equivale a 5 por ciento de su volumen. Las pérdidas varían significativamente según la región. Por ejemplo, las islas de la Antártida y subantárticas registraron una disminución de 2 por ciento en su volumen, mientras en los de Europa central la reducción fue de 39 por ciento. Y agregan que esto equivale al consumo de agua dulce global durante 30 años.

Este impacto en el suministro de agua dulce afecta especialmente a comunidades remotas y a las que ya enfrentan escasez de líquido. Los investigadores advierten cómo son 2 mil millones de personas (la cuarta parte de la población mundial) las que dependen del agua de deshielo de los glaciares. Y que no sólo éstos se pierden como parte del paisaje de muchos países, entre ellos Suiza, sino de elementos esenciales para nuestra vida cotidiana.

Los glaciares también tienen un papel crucial en la generación de energía. Por ejemplo, 70 por ciento de la electricidad en Islandia proviene de la energía hidroeléctrica, que depende del agua de deshielo de los glaciares. Esto también ocurre en los Andes, los Himalayas y en partes de Europa. No menos importantes son los efectos negativos en los ecosistemas, formados durante siglos, en la vida cotidiana y diversos sectores de la economía.

Mientras Suiza se prepara para lo que le traerá el cambio climático, no sucede igual en naciones que tienen costas con los océanos. Y ello pese a que desde hace años se advierte que, proporcionalmente, el Ártico es la región que más se calienta en el mundo. Y con ello se registra una pérdida de hielo que ocasiona un aumento de casi dos centímetros del nivel del llamado planeta azul. Sin embargo, los países bañados por las aguas marinas no han tomado medidas para enfrentar este problema.

Es el caso de México, con sus 11 mil kilómetros de costa distribuidos en 17 estados. Pero en ninguna de ellas, y tampoco a nivel federal, existe un programa para enfrentar los problemas que ocasionará el aumento del nivel del mar. Un olvido más del sexenio anterior. También del actual.