¿Libertad o narcisismo?
obre la columna ante-rior, “¿De quién es la vida?”, Marian Jimé-nez escribe: “El contraste entre lo útil y lo vital, la ‘vida segura, lógica y práctica’, frente a la que asume el riesgo como expresión de libertad, se conecta con pensadores como Nietzsche, que reivindicaba la vida no domesticada por el miedo, frente a la vida ‘pequeña’ dominada por la seguridad y la costumbre.
“La historia de la escaladora Natalia muestra que la muerte, lejos de ser accidente o absurdo, puede leerse como consecuencia inseparable del camino elegido. No hay épica sin riesgo ni conquista sin posibilidad de pérdida. Desde esa óptica, la muerte en la montaña no es fracaso, sino culminación coherente de un modo de habitar el mundo.
“Propones entender la vida no como simple preservación biológica, sino como una apuesta estética y existencial donde el riesgo y la muerte son parte esencial de su sentido. La muerte no arrebata, sólo acompaña: camina a nuestro lado como sombra fiel y en la altura se vuelve horizonte. No es final, sino umbral. Un eco que devuelve la pregunta de la vida: ¿cómo elegimos arder en el breve tiempo que nos toca? Quien teme, la llama enemiga; quien abraza, la reconoce maestra. La muerte enseña a vivir porque recuerda, sin tregua, que el instante es todo”, concluye Marian.
Carlos Enrique Tapia señala: “Leo con interés sus columnas, pero creo que en esta ocasión su comparación no tiene comparación al afirmar: “Y aunque algunos gobiernos como progres ya han comenzado a prohibir prácticas cruentas con animales no humanos, aún les falta prohibir charros, jinetes de jaripeo… y escaladores, incluido el escalofriante solo integral, sin cuerdas ni equipo…
“Los animales no toman deci-siones sobre sus límites, pero los humanos deciden saltar, escalar y hacer actividades que los ponen al borde de su existencia. No es lo mismo que un perro, un gato, etcétera, sean maltratados por los humanos, a que estos de-cidan, por narcisismo, egolatríao lo que sea, tirarse de un bungee o escalar una montaña, sea por un premio o por presunción.
“El narcisismo humano, no la valentía, tiene sus límites. Y aquellos que deciden desafiarse a sí mismos saben lo que podría implicar su narcisismo. Los animales ni idea tienen del narcisismo humano, sólo, a veces, de lo que los humanos son capaces de hacer con ellos. El maltrato y el abuso animal es más común que sus personajes narcisistas.”