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Arte y reconstrucción
Tlatelolco, lugar del sacrificio, de Arnold Belkin, capta la fragilidad humana y la unión

El tríptico dedica un panel al sismo de magnitud 8.1 que cimbró el país hace 40 años // Se encuentra en el Centro Mexiquense Bicentenario en Texcoco

 
Periódico La Jornada
Sábado 20 de septiembre de 2025, p. 3

Un lienzo de más de ocho metros retrata tres episodios decisivos en la historia de México. Tlatelolco, lugar del sacrificio (1989), de Arnold Belkin (1930-1992), se exhibe en el Centro Cultural Mexiquense Bicentenario, en Texcoco, estado de México.

Realizado en acrílico sobre tela, el tríptico se organiza en tres secciones: a la izquierda, Los presagios: La caída de Tenochtitlan (1521); a la derecha, Las tres culturas, el terremoto (1985), y en el centro, la parte más amplia, La masacre de estudiantes (1968). Cada segmento combina colores, formas y perspectivas que reflejan tanto la dureza de los acontecimientos como la sensibilidad con que fueron plasmados.

Jorge Rojas Solís, jefe de Museos del Valle de los Volcanes, describió la riqueza visual de la obra que alude al terremoto: “En el primer plano aparece una figura humana cuya silueta muestra cierta distorsión, aludiendo a las víctimas.

“Al fondo, los edificios emblemáticos de Tlatelolco yacen derrumbados, pero la composición mantiene un equilibrio sorprendente.

“La sección central destaca por su tamaño y claridad de colores, mientras los laterales presentan un enfoque distinto, pero armonioso, con una disposición diagonal que da movimiento a la escena. La combinación de tonos suaves y más intensos permite que cada segmento impacte sin desentonar.”

Cofundador del grupo Nueva Presencia, Belkin defendió la figuración ética frente a las modas de la abstracción y el realismo socialista. En sus 30 murales y en la serie Batallas históricas, la figura humana aparece como víctima, testigo y símbolo de resistencia.

Este ciclo lo llevó a retratar episodios en Chile, Vietnam y Estados Unidos, para luego regresar a México con escenas del zapatismo, el asesinato de Rubén Jaramillo y la lucha de los hermanos Serdán. El tríptico de Tlatelolco cerró esta etapa y se presentó por primera vez en el Palacio de Bellas Artes, consolidando su lugar como referente del muralismo crítico.

Sobre la llegada de la pieza a Texcoco, Rojas Solís señaló que anteriormente se encontraba en la biblioteca central de Toluca. Fue solicitado por la Secretaría de Cultura y Turismo del estado de México para integrarlo a la sala de plástica mexiquense del museo.

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▲ Panel dedicado al terremoto de 1985, parte del tríptico inspirado en Tlatelolco como escenario de tragedias que han dejado huellas indelebles en la historia de México.Foto cortesía del recinto

“Se buscó un espacio idóneo que permitiera apreciar su dimensión y transmitir un mensaje de conciencia sobre la vulnerabilidad y la fortaleza del ser humano.”

Respecto de la sección del sismo de 1985, destacó que los edificios derrumbados permiten dimensionar la magnitud de la catástrofe.

“Frente a la fuerza de la naturaleza, somos frágiles, pero descubrimos la fortaleza del pueblo, que se sostiene gracias a la unión y la solidaridad de quienes ayudaron, aun sin conocerse. El fondo combina tonalidades pastel con ocres, grises y azules, mientras las figuras humanas en primer plano muestran rojos intensos, amarillos y verdes, transmitiendo dramatismo y emoción.

“La disposición de los pisos y la caída de los edificios dan cuenta de la magnitud del suceso, todavía perceptible a través de crónicas y grabaciones.”

“Es un diálogo vivo”

Para Jorge Rojas, el tríptico genera un diálogo vivo, ya que “cuando se presenta al público, los relatos cobran vida. Los visitantes jóvenes se acercan a lo que vivieron o narraron sus padres o abuelos. y se involucran en esas historias.

“Belkin, mexicano de origen canadiense, logró que la emoción de la historia se perciba a través del color, la composición y la sensibilidad estética, apenas cuatro años después de que ocurrieron los hechos. La obra evidencia la fragilidad humana, pero también la capacidad de resistencia, la unión y la solidaridad que nos caracteriza.”

El Centro Cultural Mexiquense Bicentenario abre de martes a sábado de 10 a 18 horas, y los domingos de 10 a 15 horas. La entrada es gratuita, y el mural puede apreciarse en el primer piso, entre la tercera y cuarta galería de la sala de plástica mexiquense.

“Es un espacio digno de visitar y escuchar, donde se comprende que, aun ante la adversidad, los mexicanos nos levantamos. Esta pieza conmueve y subraya nuestra capacidad de superar dificultades”, concluyó el funcionario.