Memorial para víctimas de Sinti y Roma del Holocausto en Berlín

n pleno centro de Berlín, caminando por el parque Tiergarten que separa a la Puerta de Brandeburgo del Reichstag, el edificio del parlamento alemán un tanto encubierto por la profusa vegetación, se levanta un espacio silencioso y sobrio que honra a una de las comunidades más olvidadas de la tragedia nazi: el pueblo Sinti y Roma.
El Memorial a los Sinti y Roma de Europa asesinados bajo el nacionalsocialismo fue inaugurado en 2012 y recuerda a las aproximadamente 500 mil personas de esta minoría étnica que fueron perseguidas y asesinadas durante el Holocausto.
Una fotografía del día de la inauguración donde la entonces canciller Angela Merkel saluda a uno de los supervivientes recuerda la fecha 24 de octubre de 2012. Durante casi 20 años el comité central del pueblo Sinti y Roma luchó por este proyecto. El antecedente político marca 1982 bajo el gobierno del canciller socialdemócrata Helmuth Schmidt en que se dio reconocimiento oficial al genocidio de este pueblo por parte del régimen nazi.
Lo primero que llama la atención son las nueve fotos en gran formato de algunas de las víctimas donde se describen sus lugares de origen en Europa, sus destinos, algunos de ellos sobrevivientes. Impacta especialmente la fotografía de una pequeña de tres años víctima de crueles experimentos por parte de médicos nazis.
A los extremos de las fotografías, dos pantallas narran al visitante mediante filmes de animación las biografías de nueve personas de diferentes regiones como Rusia, República Checa, Austria, Serbia, entre otros; los filmes son conmovedores y el visitante tiene la oportunidad de escucharlos en inglés o alemán e incluso detenerlos o retrocederlos en cualquier momento de la secuencia.
Al lado se encuentran unos muros de vidrio con la inscripción en varios idiomas “Memorial al pueblo Sinti y Roma asesinados durante el nacionalsocialismo”. La cronología del genocidio también está descrita en los muros; detrás de éstos está el monumento.
Diseñado por el artista israelí Dani Karavan, se trata de un círculo de piedra oscura rodeado de árboles, en cuyo centro se encuentra una pequeña piscina de agua. Cada día, una flor fresca se deposita sobre una losa triangular, como gesto permanente de duelo y memoria. El ambiente invita al recogimiento: el reflejo del cielo en el agua y el murmullo de un poema de Santino Spinelli, grabado en el borde, evocan la pérdida y la dignidad arrebatada. Se escucha permanentemente música de fondo, un melancólico violín así como ritmos tradicionales.
Alrededor del monumento un piso de piedras, todas con formas de fragmentos rotos que representan destrucción, pérdida, violación, desmembramiento. En estos fragmentos se encuentran los nombres de 69 lugares de concentración y exterminio en que se tiene testimonio de haberse encontrado restos de miembros del pueblo Sinti y Roma
La persecución de los Sinti y Roma por el régimen nazi fue sistemática y brutal. Clasificados como “indeseables” por motivos raciales, fueron deportados a campos de concentración como Auschwitz-Birkenau, donde hombres, mujeres y niños fueron víctimas de trabajos forzados, experimentos médicos y ejecuciones masivas. Durante décadas, su sufrimiento recibió escasa atención en la memoria pública, lo que convierte este memorial en un paso crucial hacia el reconocimiento histórico.
Alia Lira Hartmann, corresponsal