Opinión
Ver día anteriorJueves 14 de agosto de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Apuntes hacia las elecciones en Bolivia
E

vo Morales llegó a México en 2019 luego de que en Bolivia se instaló un gobierno de facto, producto de un golpe de Estado. Asilado, destituido y puesto en cuestión a pesar de haber liderado la presidencia con mayores logros sociales de la historia boliviana, Morales perdió la conducción de la cosa pública. Antes de su salida de Bolivia ya se contaban los muertos, heridos, torturados y vejados por el golpismo. Evo salió del país para salvar su vida y, buscando que, con su renuncia, dejaran de perseguir a sus hermanos, como él declaró públicamente en su última alocución presidencial.

Con Evo salieron de Bolivia sus principales colaboradores del Ejecutivo y algunos de sus operadores del Legislativo, entre los cuales me incluyo, amenazados de muerte por el golpismo. La dirigencia social sin cartera de Estado decidió quedarse en el país. Algunos miembros del denominado “Estado Mayor del Pueblo”, instancia máxima de coordinación entre el movimiento obrero y el indígena-campesino, capitularon muy temprano ante el gobierno de la golpista Jeanine Áñez y acudieron a Palacio Quemado al llamado de “diálogo” de Áñez cuando los cuerpos de las víctimas de las masacres de Sacaba y Senkata seguían tibios.

En México, Evo Morales ya no lograba que dirigentes ni ex autoridades le contestaran el teléfono. Pero hubo alguien que sí: Andrónico Rodríguez, la joven promesa del espacio sindical del que proviene Evo, su número dos en las federaciones de campesinos del trópico de Cochabamba, y a quien el Movimiento al Socialismo en pleno reconocía no sólo como el sucesor natural, si no como el mejor posible, pues combinaba la formación sindical con su licenciatura en ciencia política por la Universidad Pública. Dato no menor: An­drónico era en ese entonces el primer profesional de su familia. Eso me lo dijo Evo antes de presentarme a Andrónico en 2017.

Pasaron los años. Cuando visité a Andrónico en su despacho en la presidencia del Senado, tras el retorno a la democracia en Bolivia, me comentó cómo vivió el golpe de Estado. Recién había cumplido 30 años cuando le tocó encabezar la resistencia de un país que sangraba.

“Se empezaron a despedir de mí, muchos me decían que se iban a meter al monte para que no los mataran; había lágrimas y miedo; veo a mi alrededor y casi no había gente. A unos metros había unos compañeros con cámaras y micrófonos que me miraban asombrados. ‘¿Qué me miran? No se queden ahí; vengan, entrevístenme.’ Empiezo a hablar y veo cómo poco a poco se van parando a mi lado los que se estaban yendo, empiezan a volver, primero siempre las compañeras valientes.”

Esas declaraciones de Andrónico fueron vitales para la resistencia contra el golpismo. Ahí estaba él, con una gorra verde olivo que llevaba la imagen del Che Guevara, desde la coordinadora de las seis federaciones del Trópico de Cochabamba, su base sindical. Tras horas definitorias de silencio de las dirigencias políticas, él levantó la voz. Desde ese momento no dejó de recorrer los puntos de bloqueo, no perdió contacto con los territorios. Ni siquiera la pandemia, que se mezcló en Bolivia con la persecución de Áñez, lo recluyó.

De ahí que el ampliado del MAS en 2020 en Buenos Aires, con Morales a la cabeza, por entonces exiliado en Argentina, que definió la candidatura de Luis Arce a la presidencia, haya atravesado por un debate profundo en que muchas organizaciones sociales proponían a Andrónico para esa candidatura. El ampliado y su conductor, Evo, finalmente decantaron por Arce, pero Evo reconoció en el mismo discurso que Andrónico había logrado mayor apoyo y pidió paciencia a la juventud, por el bien mayor. La historia que sigue entre Morales y Arce ya es conocida.

Aun así, en medio del gobierno de facto y la pandemia, Andrónico recorrió el país en una campaña histórica. Nadie puede rebatir que Andrónico atendió las instrucciones del líder máximo del bloque popular, Evo, quien todavía estaba en Argentina.

A Evo el lawfare no le permite ser candidato para las elecciones de este 2025. Tampoco le permitió al ecuatoriano Rafael Correa en su momento, o al brasilero Luiz Inácio Lula da Silva o la argentina Cristina Fernández. Pero, a diferencia de estos tres que militaron las campañas de sus compañeros, hoy Evo prefiere apostar al boicot de las elecciones en las que sí está corriendo Andrónico Rodríguez. La mesa de Morales decidió hacer campaña por el voto nulo, el que entre otras cosas puede devenir en mayor poder político para las derechas en el Legislativo.

Las cosas están así. Evo no corre en esta papeleta y Andrónico sí, siendo la opción electoral única que tiene el bloque popular para este domingo. Andrónico encabeza en estas elecciones una propuesta electoral intrépida, alejada del gobierno de crisis de Luis Arce y va acompañado en la vicepresidencia por la única mujer en la contienda electoral, Mariana Prado, ex ministra de Planificación de Evo y joven caracterizada principalmente por su experiencia en el ámbito económico. Su principal propuesta de gobierno es encarar la actual crisis, desde la izquierda, cuidando a los de abajo y gobernando con memoria. Sí, lo lógico hubiera sido el apoyo contundente de Evo y de su irradiación a la única candidatura con capacidad de frenar a las derechas.

Las encuestas de los medios hegemónicos aún dicen que Andrónico no tiene chance. Pero los analistas más serios, aun los liberales, aseguran que la sociología del voto boliviano se les escapa a quienes decretan un triunfo magistral de la derecha y, por el contrario, aseguran que el bloque popular puede llegar a segunda vuelta, a pesar del flaco favor desde el evismo con la promoción del voto nulo.

Mientras, hablando bajito o en silencio, militantes del proceso de cambio de todos los rincones de Bolivia apuestan a no rendirse. Aunque puede llegar a ser muy pesado el dedo incriminador de un líder tan grande como Evo –que sin dificultad acusa de traición–, la voluntad de no perder lo ganado, en términos de igualdad social puede serlo aún más. Por si fuera poco, con la derecha gobernando Bolivia ahora sí por la vía democrática, y no como en 2019, se puede asegurar que estos caballeros medievales, patrones, cumplan con sus promesas de campaña: privatizarlo todo, ajustar en la base de la pirámide a los que menos tienen, entregar el litio boliviano y, cómo no, apresar a Evo. Así, Bolivia elegirá lo que prefiera este 17 de agosto.

* Analista internacional y ex diputada boliviana (@ValeQinaya)