os debates sobre la representación proporcional forman parte de las sucesivas reformas electorales. Son una constante que traza esa historia y que permite esbozar cómo es que se inició, de algún modo, la construcción del sistema de partidos.
En 1977, el presidente José López Portillo llamó a una amplia discusión sobre la reforma que el país requería y le encargó al secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, la coordinación de los trabajos con todas las expresiones y organizaciones que conformaban, en ese entonces, el escenario político mexicano.
Los incentivos para abrir la discusión eran múltiples, pero uno de ellos era el de canalizar las inconformidades, de aceptar, aunque fuera a regañadientes, que la pluralidad estaba ahí, a la vuelta de la esquina, en las universidades, en los ejidos y en los movimientos sociales.
Por eso, en las mesas para esbozar lo que sería la reforma política, participaron, además de los partidos que tenían registro, como PRI, PAN, PPS y PARM, los que incluso eran ilegales, como el Partido Comunista Mexicano (PCM) o el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT).
La pregunta a resolver era: ¿cómo integrar a las fuerzas minoritarias? La respuesta fue producto del planteamiento de Rafael Segovia, quien se pronunció por un sistema proporcional de carácter mixto, pero sobre todo de la visión de Reyes Heroles y de su convencimiento de que en el modelo alemán podían estar las respuestas entre el sistema dominante mayoritario, pero con las correcciones de la representación proporcional.
La izquierda, en particular el PCM, el PPS y el PMT, pidió, y de modo bastante claro, que se estableciera un sistema de representación proporcional.
Jorge Carpizo, en un estudio sobre la reforma de 1977, escribió que “el PCM calificó al sistema proporcional de pluralista y opinó que garantizaría a cada partido la obtención del número de puestos que le correspondieran de acuerdo con el porcentaje nacional de votos que hubieran ganado”.
Para los comunistas, “la demanda de representación proporcional no respondía sólo al deseo de los partidos minoritarios de contar con más diputados, sino que constituía el sistema representativo que consigue reflejar con mayor fidelidad la composición real de las fuerzas sociales, ya que el sistema por simple mayoría deja fuera a la representación popular de muchas de ellas”.
Ya en la Cámara de Diputados, y en las discusiones sobre la iniciativa del presidente López Portillo, quienes se opusieron a la inclusión de los diputados plurinominales fueron los panistas.
El PAN los veía como legisladores que estarían sujetos a los dictados de los jefes políticos y no a la voluntad de los electores y de paso también manifestaban desconfianza en la transferencia de recursos por parte del Estado para las tareas partidistas.
El pasado, por supuesto, nunca fue un paraíso, y las corrientes políticas cambian con el paso del tiempo, pero tiene una importancia más que anecdótica recordar cómo se dieron las cosas y, sobre todo, cómo emergieron por medio del acuerdo, de la negociación.
Los dilemas se resolvieron con el pragmatismo del PRI, en una construcción muy parecida a la que tenemos en la actualidad, aunque ahora las posiciones plurinominales son más y se extendieron al Senado.
¿Esto funcionó? Habría que remitirse a las diversas alternancias, las que son producto, justamente, de que las fuerzas minoritarias tuvieron la oportunidad de dejar de serlo y que muchas de sus posibilidades provinieron de la integración de las cámaras, pero también financiamiento al considerar a los partidos políticos como de interés público.
Lo recordable, en todo caso, es que, en la primera legislatura con representación proporcional en 1979, llegaron, entre otros, Valentín Campa, que había sido candidato sin registro en 1976 a la Presidencia de la República por el PCM; el líder del partido, Arnoldo Martínez Verdugo, uno de los más decididos impulsores de la transición democrática, junto con el profesor Othón Salazar Ramírez; el entonces líder del STUNAM, Evaristo Pérez Arreola, y Pablo Gómez, en la actualidad responsable de la iniciativa de reforma electoral que se presentará próximamente.
Sólo conocemos el pasado, pero no es difícil imaginar que todo habría sido muy distinto si no se hubieran abierto las posiciones plurinominales en la Cámara de Diputados.
* Periodista