llá por los años 50 del siglo pasado, el otrora galán del cine estadunidense Robert Taylor se hallaba muy preocupado porque había sido acusado de haber sido un pavoroso comunista porque en la época de la Segunda Guerra Mundial había protagonizado un papel de director de orquesta en la Unión Soviética (debe recordarse que en esa época Estados Unidos y la URSS eran aliados). Para reivindicarse, Taylor apareció como actor en varios filmes anticomunistas, entre ellos uno en que asume el papel del miserable piloto que llevó a cabo los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, y ese matón genocida es presentado como un héroe impoluto a la altura de Jefferson y Lincoln.
La amenaza contra la humanidad entera empezó en 1938 cuando Otto Hans y Lise Meitner descubrieron que bombardeando con neutrones un átomo de uranio radioactivo se dividía el núcleo de éste y se provocaba una enorme energía explosiva.
A principios de los años 40, Albert Einstein y Leo Szilárd enviaron un comunicado al presidente de Estados Unidos Franklin D. Roosevelt, advirtiéndole que los gerifaltes nazis estaban a punto de producir una bomba devastadora y que era necesario que los países aliados se adelantaran produciendo esa arma letal. En tiempos posteriores, Einstein y Szilárd, por su carácter pacifista, lamentaron que la maldita bomba se hubiera convertido en una gran arma de guerra.
Ulteriormente, se descubrió que se podían producir bombas potentes a base de plutonio e hidrógeno y a principios de los 40 se estableció en Estados Unidos el Proyecto Manhattan bajo la dirección de un militar importante que era Leslie Groves. Como director científico de ese proyecto se nombra a Robert Oppenheimer. El objetivo era crear la multihomicida bomba atómica. El 16 de julio de 1945 se hizo la primera prueba de esa bomba llamada Trinity en Alamogordo, Nuevo México. Con ello se empezaba el culto a la letalidad.
Y el 6 y el 9 de agosto el bombardero B-29 bombardeó las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, en ese orden. Muchísima gente inocente falleció instantáneamente y muchos sobrevivientes han ido muriendo en diversos años víctimas de graves enfermedades y padecimientos causados por la explosión y las radiaciones consiguientes. La masacre acabó con las vidas de más de 160 mil civiles, entre ellos multitud de mujeres, niños y ancianos.
El gobierno estadunidense presidido por el genocida Harry S. Truman manifestó que se habían lanzado bombas atómicas en esos centros nipones con la meta de terminar la Segunda Guerra. Esa afirmación fue notoriamente hipócrita porque los aliados del Japón Imperial, Alemania e Italia, ya se habían rendido, y precisamente en julio y agosto la propia capital japonesa, Tokio, fue ferozmente bombardeada por cazas y bombardeos comunes, ocasionando también gran cantidad de muertes de personas inocentes.
En 2023, en el Museo Nacional de Antropología e Historia, a un sobreviviente de Nagasaki, Yasuaki Yamashita, le expuse lo que pienso: la bomba asesinó a miles de personas inocentes, pero ante todo fue para aterrorizar a los gobernantes y al pueblo de la Unión Soviética que no contaban con esa arma mortal; y el mismo Leslie Grove confesó que ese era el objetivo y después de Truman el presidente Dwight D. Eisenhower declaró que no era necesario lanzar esa bomba. Los soviéticos produjeron su propia bomba en 1949, lo que causó gran histeria en Estados Unidos y por ello se mandó a la silla eléctrica a una pareja de esposos comunistas, Julius y Ethel Rosenberg, lo cual no era más que una calumnia infame; lo que sí es cierto es que en Nuevo México sí trabajó una espía de la URSS que murió tranquilamente en su cama, Klaus Fuchs.
En la actualidad existen ya varios países con armas nucleares y en nuestro planeta existe por ello incertidumbre y expectativas poco gratificantes acerca del empleo de esas armas. No pocas personas piensan que el actual presidente de Estados Unidos carece de la ecuanimidad y el control necesarios para tratar de evitar una guerra nuclear y como expresión de ello, entre otras cosas respalda casi alegremente al genocida israelí Benjamin Netanyahu.
A 80 años de la masacre de Hiroshima y Nagasaki, acaece otro gran genocidio en la franja de Gaza, donde también miles de personas inocentes y muy especialmente niños y niñas son bestialmente asesinados o mueren lentamente por inanición. Considero que un gobierno al servicio del pueblo y los trabajadores, tal como es considerado por sus funcionarios mexicanos, debe proceder a la ruptura de relaciones con el gobierno de Israel, exigir el establecimiento de la paz y apoyar al pueblo palestino en la constitución de un Estado propio sin agresiones y conflictos bélicos con objeto de desarrollar, además, su enorme cultura milenaria.
* DEAS-INAH