En escena, payasos que no siempre quieren sonreír y acróbatas con miedo a las alturas

Lunes 4 de agosto de 2025, p. 6
Yseye Appleton, uno de los creadores escénicos más eclécticos y singulares, aborda la vulnerabilidad del ser humano en el mundo, en la propuesta interdisciplinaria Reves, cuyo personaje central es un payaso que con su maquillaje y vestuario entretiene a la gente, pero detrás de ese disfraz es un hombre desolado y sin ganas de vivir.
Reves, del colectivo Oveja Negra, es una puesta en escena donde confluyen la danza contemporánea, el circo, el teatro y la música en vivo, con un clown cansado de actuar y decidido a suicidarse, un malabarista con demasiadas voces juiciosas en su cabeza y un artista aéreo que no ha podido terminar de afrontar su cambio de género.
Reves se perfila lejos de la varieté circense, para desarrollar una dramaturgia interconectada con todos los artistas en escena.
Quería llevar al escenario un tema muy personal, que es trabajar justo como alguien que entretiene gente y, al terminar las funciones con niños y familias riéndose, termina solo. Es el contraste de un personaje, como es el caso del payaso, y la vida real. Para el espectáculo me inspiré en el chiste de Pagliacci que está muy triste y va al doctor, quien le recomienda ir a ver al gran payaso Pagliacci y le contesta: pero doctor, yo soy Pagliacci
, comentó en entrevista con La Jornada Yseye Appleton, director del colectivo Oveja Negra.
El bailarín y creador escénico explicó que generalmente se piensa en este tipo de personajes como seres felices o poderosos que tal vez no sienten tristeza cuando algo no sale bien, por eso en un fragmento de la propuesta el payaso se rencuentra consigo mismo y recuerda cuál es su objetivo en la vida, sus ilusiones, y al final de la obra decide cómo liberarse de su propio maquillaje, vestuario y máscara.
“Para hacer la pieza más grande invité a otros artistas circenses y en un laboratorio nos percatamos de que todos tienen estos sentimientos opuestos a lo que realizan. Por ejemplo, el malabarista se siente juzgado y tiene miedo de que se le caiga una pelota y en la obra él trata de soltar esto y jugar con las caídas de las pelotas porque en realidad sabe que no es para tanto.
El trapecista tiene miedo a las alturas y no estaba muy seguro de su género; entonces en el escenario todos los personajes tienen un viaje de transformación y al final se queda la idea de que todos los seres humanos tenemos este tipo de problemas, pero hay soluciones
, indicó Appleton.
Algunos de los actos circenses que se presentan pueden ser en realidad un sueño del clown, como si fuera una pequeña remembranza, agregó Yseye. También comentó que hay una parte onírica en el espectáculo del aro, que representa la Luna, la añoranza.
El artista, quien ha trabajado en compañías como Contradanza, en sus obras tiene siempre ese tinte de la exploración en todos los campos, ve la física cuántica desde el movimiento y no teme crear desde la teoría del caos, como tampoco rehúye a interpretar desde el rigor del bailarín las complejidades del clown.