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¿La fiesta en paz?

Bardo de La Taurina: El asesinato de la fiesta se ha gestado en sus entrañas, ¡sin duda!

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▲ El lagunero Valente Arellano, último referente torero con el que ha contado la hoy ninguneada fiesta de los toros.Foto El Saltillense
–¿A

hora usted ataca a la fiesta?

–A la fiesta brava ¡no! A la prostituida, a la falsa, hipócrita y ridícula, ¡sí! A la que fue asesinada se le critica porque los toreros debieron de haber agarrado mucho antes al toro por los cuernos y no haberse supeditado a la tímida defensa de la empresa, afirma el escritor, investigador y hoy agraviado crítico Arturo López Negrete, El Bardo de La Taurina, sobrino consentido de la mismísima Dolores del Río y con otros parentescos inconfesables, y añade:

“Una defensa genuina hubiese sido desde endenantes multiplicar todo por tres: tres veces más esfuerzo, más entrega, más pasión; en lugar de una raquítica oreja por tarde, tres ganadas a ley, en lugar de 10 mil espectadores en el tendido, 30 mil… En las últimas décadas a la fiesta la enconcharon como tortuga asfixiando el interés, la emoción y el espectáculo. ¿Qué torero se iba a inspirar toreando ante una mole de cemento frío? Peor aún, ¿cuántos usurparon el terno de luces? ¡Ninguno! Todas las apariciones fueron consensuadas, pudieron haber engañado a los abuelos, a los padres, a los mecenas, a los apoderados.”

–¿A las empresas?

–Bueno, todas las empresas tienen compromisos pa’colgar toreros.

Entonces hay que decir que quienes recomiendan son tan petardos como sus recomendados, lo cual es una palada más al sepulcro, pues si ese es el nivel de aficionados, como El jorobado de París estamos jodidos. ¿Cuál fiesta es peor? La que no es ética. Por citar: hacer fiesta con animales sin la edad y cobrar como si la tuvieran, es prostitución; la ordeña de la bravura nos lleva a una fiesta falsa, ‘arrimarse’ a un animal mocho de cuernos es hipocresía.

–¿Matarán a la fiesta los de dentro y los de fuera?

–Matar es algo muy serio y en la fiesta es lo que ha faltado. Matar a la fiesta es no conservar la bravura, no saber usar la pica, las banderillas, el estoque, la cruceta, la puntilla, hasta convertir en ocasiones a los toros en moronga. Matar a la fiesta es usar su tema y defensa pa’pavonearse bajo el pretexto del proteccionismo indiscriminado, el ecologismo demagogo y el humanismo de opereta. Pero la fiesta como tal no está muerta, como zutana sigue ninguneada y como mengana espera un milagro.

–¿Tiene amigos dentro de la fiesta de los toros?

–Los tengo en la vida, pues la tauromaquia como tal es un gajo del globo terráqueo en el continente de lo popular. Ahora rifa el maquillaje mentiroso con animales que en vez de pica piden mamila y las gradas son piqueras a las que les da igual Chano que Chon, así que ambos se echan de menos. Ya no hay nombres que tengan el suficiente atractivo pa’que a su conjuro llenen las plazas. Manolo y Valente fueron los últimos referentes del siglo pasado.

–¿La crítica especializada?

–En las redes sociales cada vez participan más personas pero excluyendo a algunos profesionales o a los muy enterados, ¿los del exhibicionismo qué le aportan a la gente? Se dice que perro no come carne de perro, pero la jauría está tan raquítica que se ha vuelto exclusiva y excluyente. Cuando dices o escribes y no tienes eco, pues no dices ni escribes. Así la fiesta, que gracias a sus profesionales ha perdido eco en la sociedad.