n 1969 surgirían dos exitosas bandas mexicanas de rock progresivo: Toncho Pilatos y La Revolución de Emiliano Zapata; el mismo año en que el joven cineasta de Aguascalientes egresado del CUEC, Jaime Humberto Hermosillo concluía su primer largo independiente filmado en blanco y negro en 16 milímetros: Los nuestros.
Oriundos de la colonia Jardines del Bosque en Guadalajara, La Revolución de Emiliano Zapata, cuyo título referenciaba el medio siglo del asesinato del Caudillo del Sur, estaba integrada por Óscar Rojas (vocalista), Paco Martínez Ornelas (bajo), Antonio Cruz (batería), Carlos Valle (guitarra y armonía) y Javier Martín del Campo Javis (guitarra). Luego de ganar un concurso promovido por la estación Radio Internacional daban a conocer su primer sencillo y su mayor éxito, Nasty Sex compuesto por Martín del Campo.
La agrupación, cobijada por Discos Polydor, es invitada al Festival de Rock y Ruedas de Avándaro en 1971, no obstante, declinan debido a sus múltiples compromisos, entre ellos, la banda sonora y participación en el debut industrial de Jaime Humberto Hermosillo: La verdadera vocación de Magdalena (1971), protagonizada por Angélica María y el propio Javier Martín del Campo, en un filme que incluyó curiosamente fragmentos del mítico Festival de Avándaro –donde la cantante interpreta el tema: Again / Otra vez–, recreado con gran eficacia por Hermosillo utilizando material de archivo del evento. Ello, en una película que debió estelarizar Julissa y su mamá Rita Macedo quienes dimitieron cuando los coproductores de Julissa rechazaron el argumento.
Uno de los relatos de liberación y empoderamiento femenino más divertido de los años setenta fue La verdadera vocación de Magdalena con Angélica María en un doble papel: Magdalena, la hija resignada, mocha
, reprimida y apática y su supuesta hermana gemela, Irene Durán, llegada de Los Ángeles, California; cantante liberada de todo prejuicio sexual –se acuesta con Eme, su marido y a su vez con el vocalista de la banda (Óscar Rojas)–, sin que ello le provoque inconveniente alguno, en una trama para lucimiento no sólo de la novia de México
, sino del exitoso grupo tapatío de rock.
Lo curioso, es que la primera cinta industrial de Hermosillo resulta una suerte de recapitulación de varios de los tópicos vistos en Los nuestros. Ejemplos: la mamá sobreprotectora y entrometida (la propia madre del realizador, Guadalupe Delgado) que no duda en propiciar un crimen por omisión con tal de garantizar la estabilidad familiar
; en La verdadera vocación de Magdalena, la mamá (Carmen Montejo) intenta primero electrocutar a su yerno (Martín del Campo) y después urde el plan de la hermana gemela
para deshacer el matrimonio.
En ambas historias destaca la obsesión de las madres por la limpieza como una manera de lavar sus culpas, la cursi decoración de sus departamentos: allá la colonia Lindavista, aquí la Ermita-Portales, los chantajes morales de ambas y a su vez, las dos progenitoras terminan evadiendo la realidad: Delgado negando la relación de su hija cuando ésta decide no casarse por la iglesia con el hombre cuya mujer murió por su culpa, ocultándose en la azotea y Montejo, casada al final con el pobre diablo y ex enamorado de su hija (Farnesio de Bernal) inventando que Magda se fue de monja cuando en realidad ésta encontró su verdadera vocación: la realización sexual, musical y fílmica (con imágenes del rodaje de El premio nobel del amor con Roberto Jordán).
Tanto en la muy inquietante Los nuestros como en la hilarante y simpática La verdadera vocación de Magdalena es notoria la falta de habilidad técnica y narrativa del incipiente cineasta; una destreza que dominará en breve, concibiendo obras excepcionales en aquellos años setenta: La pasión según Berenice, Matinée, Naufragio, Las apariencias engañan o María de mi corazón. No obstante, resulta evidente la originalidad de Hermosillo y su interés por sumergirse en la clase media mexicana de ese momento, sus frustraciones y aspiraciones, el tedio de la vida cotidiana, la insatisfacción sexual, las pretensiones intelectuales, la asfixia de las tradiciones familiares y la liberación de una moral caduca que se entreteje con los universos de la transgresión de la ley: el homicidio y el delito trastocados en una suerte de expiación íntima y personal, sello de lo mejor de un realizador atípico como Jaime Humberto Hermosillo.
La verdadera vocación de Magdalena se exhibe este martes 5 en Cineteca Xoco Sala 4, 18 horas. Entrada libre. Los nuestros disponible en okru.com