generosoRodrigo Moya

Viernes 1º de agosto de 2025, p. 5
Mientras se multiplican las muestras de duelo en el ámbito cultural por la muerte de Rodrigo Moya, su hijo Pablo confirmó que el fotógrafo fue cremado este jueves por la mañana, tal como fue su voluntad.
Aunque no se realizó un velorio, la familia prepara un encuentro íntimo para despedirlo: Pasando estos días tormentosos vamos a organizar algo en su casa para recibir a sus amigos y despedirlo juntos
.
Pablo Moya añadió que, si bien algunas instancias han manifestado su pésame, espera que con el tiempo muestren interés por el archivo que su padre construyó durante décadas y que constituye un testimonio esencial de la historia de México y Latinoamérica.
El archivo se encuentra en muy buen estado y bien organizado. Susan Flaherty, su esposa, seguirá al frente de él, resguardándolo y cuidándolo, seguramente con el mismo cariño y dedicación que le ha puesto desde que lo iniciaron juntos hace 25 años
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Aunque es prematuro hablar de planes a futuro, aseguró que se hará todo lo posible para mantener el archivo vivo y activo
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Uno de los testimonios más entrañables lo compartió el fotógrafo, documentalista y crítico de cine colombiano Guillermo Angulo, quien definió a Moya como su mejor amigo y discípulo.
“Estoy muy triste por el deceso de Rodrigo Moya. Deja un conjunto de negativos que son la historia de México y de parte de Latinoamérica.
“Nunca renegó de su posición de hombre de izquierda, siempre del lado de los débiles, como lo reflejan sus fotos, verdaderas obras maestras. Para muestra un botón: su extraordinaria pieza titulada Guerrilleros en la niebla.
El gobierno mexicano debería hacer algo para preservar la valiosa colección de negativos de Moya, de gran importancia para el arte del país.
En entrevista con La Jornada, Angulo recordó que se conocieron en los años 50, cuando él era jefe de fotógrafos de la revista Impacto, dirigida por Regino Hernández Llergo, y Moya trabajaba en televisión.
“Decidimos intercambiar conocimientos: él me enseñó cómo funcionaba una cámara de televisión y yo le mostré cómo revelar negativos y hacer copias. Quedó maravillado al ver cómo sumergía un papel fotográfico en el líquido revelador y aparecía la imagen de su hermana, que era bailarina.
Con excesiva generosidad decía en casi todas las entrevistas que había sido su maestro, y yo alegaba que no, porque la fotografía es una manera personal de ver el mundo, y eso no se puede enseñar.
Desde distintos frentes institucionales también llegaron mensajes que subrayaron la dimensión de su legado. La Secretaría de Cultura federal lo reconoció como una figura esencial del fotoperiodismo latinoamericano
, cuya cámara retrató las desigualdades sociales, las luchas populares y los movimientos revolucionarios de los años 50 y 60
.
Cultura UNAM recordó una de sus frases más íntimas: La fotografía fue para mí la aproximación más intensa a la vida, a la naturaleza del mundo, a los seres y cosas que entraron por mi lente y allí siguen, poblando la memoria y la pequeña superficie del papel fotográfico, negándose a morir, mirándome con los mismos ojos con que me miraron hace décadas
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Moya falleció el pasado miércoles, en su casa de Cuernavaca, Morelos, tras una convalecencia derivada de una cirugía.