Desde hace 30 años usan las mismas literas en un internado


Lunes 21 de julio de 2025, p. 10
Alpoyeca, Gro., En la Montaña Alta de Guerrero, 108 niñas y niños, principalmente indígenas, de los municipios de Cochoapa el Grande y Metlatónoc, hablantes de la lengua Ñu savi, habitan en el Internado de Educación Primaria Emiliano Zapata Salazar
, que subsiste en condiciones de precariedad y abandono.
La mayoría son hijos de jornaleros agrícolas migrantes que se van al corte del chile o del tomate al norte del país, donde pasan la mayor parte del año.
Son niños que además no reciben ningún apoyo social, porque el plantel está calificado como un internado y no como escuela primaria.
Desde hace casi 30 años seguimos con las mismas literas, los mismos colchones que se caen a pedazos; los talleres de panadería y confección están prácticamente inoperables. La cocina no tiene más que un pequeño refrigerador y sólo funciona una estufa. Los baños, de los cuales dos fueron arreglados hace tres años, casi están inservibles nuevamente
, describe la directora Inés Campos Sotelo.
Profesores señalan que los pequeños se quedan prácticamente todo el ciclo escolar con ellos. Sólo en vacaciones largas vienen sus abuelos o familiares
. A veces, cuenta el maestro Eliseo Mendoza, “te miran con tanta tristeza; te piden que por favor le marques por teléfono a sus papás ‘siquiera para escuchar su voz, profe’”.
Son niños extraordinarios, dice, porque a pesar de tanto sufrimiento, saben disfrutar de lo poco que tienen. Y la exigencia a las autoridades federales y estatales es que nos volteen a ver, que recuerden que en la Montaña Alta también hay niños
.
Ulises Flores Santiago, supervisor de la zona escolar 202 de Alpoyeca, explica que la Secretaría de Educación Pública les asignó una Clave de Centro de Trabajo (CCT) 12DIX0003Z, que los clasifica únicamente como internado, y no como escuela primaria, por lo cual sus alumnos no reciben ningún beneficio social.
Ni las becas universales para educación básica que otorga el gobierno federal, ni los apoyos para útiles y uniformes.
Ha sido una lucha infructuosa de cinco años. Ninguna autoridad nos da una solución. Hemos llamado a todas las puertas
, narra con frustración.
La directora señala que desde su inauguración en 1998, durante el gobierno de Ángel Aguirre Rivera, el plantel, ubicado en uno de los municipios con menor desarrollo humano del país, no ha recibido mantenimiento ni equipo.
El único recurso con que cuentan para la atención de los pequeños es una cuota para alimentación de 30 pesos diarios por alumno, otorgada por el gobierno federal.
En un recorrido realizado por La Jornada, se constató que las camas, donde pernoctan los menores, están en total deterioro; los baños y regaderas son insalubres.
Por las condiciones del lugar, muchos alumnos deben compartir cama, ya que la mayoría no pueden usarse debido a su avanzado desgaste
, señala Campos Sotelo.
En los dormitorios, agrega, los estudiantes no tienen en dónde guardar sus cosas, así que usan cajas de cartón o huacalitos para meter sus pocas pertenencias, como cobijas, alguna prenda de ropa y sus zapatos, que en su mayoría son de plástico, en el mejor de los casos
.
En el comedor y la cocina, la situación no cambia. Las mesas y sillas están prácticamente inservibles tras 27 años de uso.
La directora dice que pueden preparar alimentos, porque les han sido donadas ollas y cazuelas, y al menos habilitaron un cuarto como bodega para guardar las verduras e insumos como aceite, frijol y arroz que compran cada semana.
Sin barda perimetral
El internado tampoco cuenta con barda perimetral. Su única protección es una malla ciclónica de alambre galvanizado.
Se nos ha venido abajo y no hay recursos para repararla. Incluso, hemos tenido que usar los tambores de los colchones viejos para tapar donde ya no hay protección. Es vivir día tras día con la angustia de que alguien se meta y dañe a los niños
, señala entre lágrimas Campos Sotelo, quien desde hace unos años asumió la dirección del plantel.
La falta de personal e infraestructura les impide atender a niños de primero y segundo grado, así que sólo reciben alumnos que cursan de tercero a sexto de primaria.
Y la directora advierte que como tampoco tienen médico o enfermera, cuando hay un accidente, llamamos de urgencia a la ambulancia de la cabecera municipal o nos vamos en un taxi hasta Tlapa, donde hay un pediatra
.
Por la falta de personal, además, el único velador del plantel, Lauro González, sólo puede descansar dos días al mes. Por ello, pide a la SEP que les dé otra plaza para poder atender mejor a los chiquillos, porque uno (él) se queda aquí sólo con más de 100 niños
, debido a que el personal docente y directivo están de entrada por salida.
Es una tarea difícil. La mayoría son obedientes, pero nunca faltan cinco o 10 que son muy inquietos, y como aquí la mayoría no sabe qué es un juguete, pues buscan entretenerse con lo que pueden. A veces, sus papás pueden comprarles algo, les traen una pelota, pero aun cuando se poncha, ves a los niños tratando de patear así el balón
, narra.
Justicia para los más pobres
La senadora Beatriz Mojica Morga, quien ha promovido la atención de los ocho albergues y tres internados que hay en Guerrero, sostiene que mejorar las condiciones de estos planteles “es un acto justicia social, por tratarse de los más pobres de los pobres.
Viven en las comunidades más alejadas, pero tienen padres que, a pesar de su pobreza, quieren que se eduquen... Los albergues y los internados enfrentan muchas carencias que se deben ser atendidas... por eso la urgencia de ubicarlos nuevamente en el radar
de los programas sociales, enfatiza.
Nicolás Ramos, profesor de sexto grado, señala que este tipo de instituciones son vitales para estas regiones. Sin ellos, muchos niños estarían en los campos agrícolas. Por eso, debemos preservarlos
.
Uriel e Ismael, quienes el pasado 12 de julio recibieron, junto con otras 28 niñas y niños, un diploma por concluir su primaria, aseguran que tuvieron una buena experiencia en el internado. Nos gustó mucho, hicimos amigos y aprendimos muchas cosas
, afirman con timidez.
Lamentablemente, no todos continuarán con sus estudios. De los 30 egresados, nueve irán a la secundaria, como Uriel, que acudirá a otro internado en Jalisco, mientras que el resto si hay suerte, los mandarán a alguna escuela cercana, aunque muchos van directamente a trabajar al campo
, coinciden profesores.
Algunos padres, como Julián, expresan su deseo de un futuro distinto para sus hijos. Me duele que Uriel se vaya lejos, pero somos de Zontecomapa, municipio de Acatepec; allá, más arriba en la montaña, no hay luz ni maestro ni nada; la vida en el campo es muy dura
.
Le digo que me da tristeza no verlo, pero mejor que estudie para doctor o enfermero, para que cuando vuelva ayude al pueblo y no le falte trabajo
, señala con ilusión.