ace 50 años se celebró en la Ciudad de México la primera Conferencia Mundial sobre la Mujer organizada por Naciones Unidas. Con una histórica participación de mujeres y con objetivos de igualdad, paz y desarrollo, se inició una nueva era en el multilateralismo. En pleno contexto de la guerra fría, descolonización e independencia de numerosos países, así como de conflictos, dictaduras y guerras, este encuentro marcó un punto de inflexión al afirmar que la igualdad entre mujeres y hombres no era sólo un objetivo en sí mismo, sino una condición necesaria para la paz duradera y el desarrollo sostenible. Al mismo tiempo, desde el Sur global, se cuestionó el modelo de desarrollo imperante y las asimetrías del orden mundial.
Estos ideales dieron origen al Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer (1976-1985) y a la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés), adoptada en 1979 y principal tratado sobre derechos de las mujeres. En América Latina y el Caribe, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) convocó la Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, que sesionó por primera vez en 1977 en La Habana y lo ha hecho de forma ininterrumpida desde entonces. La región es única al contar con un foro intergubernamental en el seno de Naciones Unidas que ha aportado soluciones para enfrentar los nudos estructurales de la desigualdad de género y ha promovido medidas orientadas a garantizar la igualdad sustantiva, así como los derechos y la autonomía de las mujeres en toda su diversidad.
Desde entonces, los países de la región han registrado avances importantes. Han ratificado la CEDAW, han incorporado la igualdad en sus marcos normativos, creado mecanismos y políticas de igualdad, y roto el silencio estadístico mediante la producción de información oficial con perspectiva de género. También han logrado la paridad en educación.
Sin embargo, la igualdad sustantiva en los hechos es aún una aspiración. Los avances han sido lentos y desiguales entre países y entre las distintas dimensiones de la autonomía de las mujeres. La mitad de ellas en la región está fuera del mercado laboral. La pobreza tiene rostro de mujer, de mujer joven, indígena, migrante o afrodescendiente. Además, las mujeres dedican casi el triple de tiempo que los hombres al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado. Así, sostienen la economía y la vida, limitando su participación plena en la sociedad.
En este contexto, América Latina y el Caribe han reconocido el cuidado como una necesidad, un trabajo esencial, un derecho humano, un bien público y un sector económico clave. Desde la Cepal hemos propuesto un cambio de paradigma: transitar hacia una sociedad del cuidado que priorice la sostenibilidad de la vida y del planeta. Este planteamiento es hoy un acuerdo regional, un horizonte común y una contribución de América Latina y el Caribe a las políticas locales, nacionales y a los debates mundiales.
La prioridad ahora es acelerar el paso, saldar la deuda histórica con la igualdad y hacer realidad los compromisos asumidos. Queremos recoger la memoria y la acción colectiva hacia un futuro mejor en la decimosexta Conferencia Regional sobre la Mujer, que se celebrará en agosto en Tlatelolco, Ciudad de México. Allí se abordarán las transformaciones políticas, económicas, sociales, culturales y ambientales necesarias para avanzar hacia la sociedad del cuidado y la igualdad de género. Por primera vez, una mujer Presidenta, la primera en México, recibe esta reunión intergubernamental.
A medio siglo de la primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, imagino una gran trenza de cuidados tejida desde las comunidades hasta los espacios globales. Impulsar la sociedad del cuidado hoy es responder a la demanda histórica con acción colectiva, sembrar esperanza en tiempos de incertidumbre, afirmar que otro desarrollo es posible, con igualdad, desarrollo y paz para toda la humanidad, y con el cuidado en el centro.
* Directora de la División de Asuntos de Género de la Cepal