Una historia de museos, ¿quién la explicará? // La impunidad también votará // Donald Trump deja reunión del G-7 con la mira puesta en Irán
ntonces, como que ya es hora de que alguien, alguna autoridad, nos diga qué fue lo que pasó o por qué algunos museos de la Ciudad de México fueron cerrados.
La historia del cambio de firma para encargarse de la seguridad de esos recintos ya nos la sabemos, de lo que no se tiene idea es de a quién se le echó a perder el negocio de emplear a una empresa privada para la labor de resguardo.
La mano que mece la cuna podría no tener más interés en lo que pasa en la Ciudad de México, por más que no hace mucho tiempo tuvo las riendas de la investigación policiaca, pero resulta que sí, sí tiene muchos intereses en la urbe, sobre todo porque pertenece a una de las tribus hegemónicas en el gobierno federal.
La historia, lo que se sabe de ella, es que un individuo muy cercano al ex comisionado del Instituto Nacional de Migración Francisco Garduño, quien estaba a cargo de la seguridad del Museo Nacional de Antropología, de nombre Pedro Alberto Velázquez, servía en aquellos días al que también fuera encargado de despacho de lo que fue la Procuraduría General de Justicia de la CDMX.
La movida, eso de suplir a la Policía Auxiliar –que tenía más de 30 años en el cuidado de los museos–, no se le ocurrió a Velázquez; él, según nos cuentan, recibió la orden de cortar el servicio ya probado por el de algunas empresas con las que posiblemente se haría un buen negocio.
Todo se descubrió cuando los miembros de las empresas contratadas no podían, por ignorancia, prestar el servicio, y frente a eso, como ya se sabe, se tuvieron que cerrar los museos, pero lo peor para algunos fue que el negocio se cayó.
Todos los datos están ahí; se sabe con precisión quiénes participaron en este movimiento que seguramente presenta un flanco de ilegalidad, pero no pasa nada. Si algo ha hecho un enorme daño a nuestro país ha sido la impunidad y una de las condiciones que llevó al cambio y a refrendar el triunfo fue la promesa de combatir esa impunidad y la corrupción.
Por eso es que no hay que esperar que las cosas se olviden con el tiempo. La gente sabe y sabe bien que la impunidad también votará en las elecciones que vienen, así que piénsenlo.
De pasadita
Que nos quede claro: el mundo no teme a Estados Unidos porque tiene las mayores armas nucleares, no; el mundo teme a Estados Unidos porque tiene a Donald Trump, el terror.
Hace algunos días en las páginas de La Jornada, Boaventura de Sousa Santos, el pensador portugués que estuvo de visita en nuestro país, nos advertía que la época de la paz había terminado porque la democracia ya no tenía respuestas sobre lo que estaba sucediendo en el mundo.
Aunque el conflicto en Gaza se sucedía con toda su destrucción, aún no se tenía claridad sobre un posible ataque a Irán desde tierras israelíes, pero ahora sabemos que sí, que las páginas de la historia de la paz mundial que escribía principalmente la ONU, se acabaron.
El preludio a la destrucción del que nos avisa el sociólogo Boaventura de Sousa Santos, fundador del Foro Mundial Social, lo protagoniza Trump. ¿Cuándo, a qué hora, en qué momento el demonio naranja va a inmiscuir a su país en el conflicto que hoy preocupa a todo el mundo? Eso no está claro, pero puede ser en cualquier momento.
El escenario está listo, por eso se dice en Washington que Trump suspendió todos los encuentros que había programado para mañana en el marco del encuentro del G-7. El magnate se reunirá con carácter de urgencia con su gabinete de guerra y luego de eso puede suceder cualquier cosa. Aguas.