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American curios

Canto y baile

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▲ Bruce Springsteen, en un concierto hace unos días en Inglaterra, invocó el poder justo del arte, de la música y del rocanrol en estos tiempos peligrosos y denunció: mi casa, Estados Unidos, que amo, está en manos de un gobierno corrupto, incompetente y traicionero, lo que le valió una serie de ofensas del presidente Donald Trump, en redes sociales. La imagen es de 2018, en Nueva York.Foto Ap
E

n Estados Unidos se quitan las ganas de bailar y cantar, pero eso es, a propósito, parte de la estrategia de la derecha en Estados Unidos. Para ellos, como para todos sus antepasados en el mundo, la música, el baile, el teatro y la palabra escrita que no se subordinan a ellos son peligrosos.

Las noticias políticas en este país no dejan de oscilar entre lo horrendo y lo ridículo. Por ejemplo, jueces que fallan contra Trump y sus políticas enfrentan abuso y amenazas del propio presidente y sus seguidores; el Departamento de Seguridad Interna está evaluando una propuesta para un programa de televisión en el cual inmigrantes puedan concursar entre ellos para obtener el premio de la ciudadanía; la procuradora general del país, Pam Bondi, determinó que no sería un soborno si el gobierno de Qatar desea regalarle al presidente un avión Boeing 747 de ultralujo, pero no reveló que antes de ser procuradora había sido cabildera del gobierno de Qatar (recibiendo unos 115 mil dólares mensuales por sus servicios); y se impulsa un proyecto de ley del presupuesto federal que implica el traslado de riqueza más grande de los más pobres a los más ricos en la historia del país (incluido un impuesto de 5 por ciento a las remesas de los indocumentados).

Entre esas noticias, está el ataque incesante contra artistas, organizaciones culturales, museos y universidades, mientras se alargan las listas de libros censurados y ataques contra periodistas. El bufón peligroso y su gente saben que es necesario callar la cultura y borrar la memoria colectiva para imponer su proyecto de poder.

Trump regresó de su gira de la corrupción por Medio Oriente enviando un mensaje contra dos superestrellas estadunidenses de la música: Bruce Springsteen y Taylor Swift. Se enojó de que El Jefe, en un concierto en Inglaterra, lo había criticado y en un mensaje por redes sociales, el comandante en jefe del país más poderoso del planeta declaró que Springsteen es de izquierda radical, que no es un tipo talentoso y que “esa ciruela pasa de rockero… debería mantener cerrada su boca hasta que regrese al país… ¡y entonces veremos cómo le va!”

No se sabe por qué, pero también decidió atacar a Taylor Swift preguntando: “¿se han dado cuenta de que desde que dije ‘odio a Taylor Swift’, ya no es hot”? El gremio nacional de músicos AFM denunció que estos dos de sus miembros fueron atacados personalmente por el presidente de Estados Unidos

En Mánchester, Inglaterra, Bruce Springsteen dijo al iniciar su concierto: “invocamos el poder justo del arte, de la música, del rocanrol, en estos tiempos peligrosos. Mi casa, la America que amo… está actualmente en manos de un gobierno corrupto, incompetente y traicionero. Esta noche pedimos a todos que creen en la democracia… a levantarse con nosotros, declararse contra el autoritarismo y hacer que suene la libertad…”

Otra voz, la de Robert de Niro, en Cannes, al recibir una Palma de Oro por su carrera, declaró: en Estados Unidos estamos luchando como el infierno por la democracia. Subrayó que “el arte es inclusivo, une a la gente… busca la libertad, incluye la diversidad… Por eso somos una amenaza para los autócratas y fascistas de este mundo”.

Son apenas algunas de las voces del mundo cultural que siguen rehusando callar. Pero a veces sólo se necesita la expresión sin la declaración.

Este fin de semana, caminando empapado de malas noticias, apareció en la Calle Ocho y la Sexta Avenida un desfile enorme de danza que procedía con contingentes de hip hop, otro de mujeres de la tercera edad bailando disco de los años 70, uno de danza coreana, otro más de danzantes del vientre, de salsa, de danza moderna. Algunos invitaban a los espectadores en las calles a moverse y varios aceptaron entrar a un diálogo de ritmos. Ahí se mostró que este mundo podría no sólo convivir, sino bailar juntos, y con ello, en las caras de todos, se comprobó, por un ratito, la esperanza.

Tal vez no sea suficiente, pero sí es esencial: hoy día urgen las invitaciones al canto, el baile, y la palabra andante, en todos los idiomas.

Bernstein/Sondheim. America/West Side Story. https://www.youtube.com/watch?v=TqOFi6c2Dv8