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El clásico teatral Hamlet llegó desde Londres a las pantallas del Lunario

La proyección es una iniciativa que democratiza el acceso del público a puestas en escena de calidad

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▲ La actriz Sian Brooke, en el papel de Ofelia, y Benedict Cumberbatch, como Hamlet, en una producción dirigida por Lyndsey Turner.Foto Johan Persson
 
Periódico La Jornada
Lunes 19 de mayo de 2025, p. 3

La tragedia de Hamlet, atormentado por el espectro de su padre muerto, con la extraordinaria actuación de Benedict Cumberbatch, hizo vivir el escenario londinense en suelo mexicano en el Lunario del Auditorio Nacional como parte de la temporada 24/25 del Teatro Nacional de Londres, mediante proyecciones de los montajes en ciudades del mundo.

La producción, dirigida por Lyndsey Turner, presenta la obra clásica de William Shakespeare en un palacio aristocrático, con el dolor, el duelo y la locura de un príncipe de Dinamarca que viste tenis, camiseta y casaca militar. El rango actoral permite pasar en segundos de monólogos taciturnos y oscuros a situaciones cómicas con risas que estallan más allá de la pantalla.

Esta obra rompió récord de audiencia en la historia del teatro londinense.

Cumberbatch (Londres, 1976) es considerado uno de los actores más talentosos y carismáticos de la actualidad, que brilló como Sherlock Holmes en la serie de la BBC, dio una atemorizante voz al dragón Smaug en El señor de los anillos y encantó personificando al Doctor Strange, capaz de ver millones de posibilidades en el Universo Marvel.

Ayer, a la una de la tarde, el público mexicano ocupó sus asientos frente a tres pantallas, en pequeñas sillas y mesas a manera de bar, con bebidas y alimentos a disposición para ordenar. Asistir a una obra clásica desde el país de origen del dramaturgo más renombrado y en su lengua original es un privilegio que ocurre en contados días a lo largo del año. La experiencia se repitió a las 18 horas.

Más allá del calor y el trajín

Por más de tres horas, con intermedio incluido, durante el cual en la pantalla se veía al público inglés esperando también el reinicio de los actos, la maravilla del teatro, amplificado con la lupa de la cámara, hizo olvidar la ola de calor y el trajín sobre el Paseo de la Reforma. El deseo de venganza, la ira y los desvaríos fueron lo único que importó durante esos minutos.

Se trata de una encomienda bajo el nombre de National Theatre Live para compartir los mejores montajes, con destacadas estrellas, hasta todo el mundo al emular una actuación en vivo en medio del ambiente del cine, en una oportunidad para quienes no pueden cruzar el Atlántico para asistir a un teatro en el Reino Unido.

Por ejemplo, en la temporada actual como parte de la programación fue posible disfrutar a Gillian Anderson como Blanche DuBois en Un tranvía llamado Deseo, de Tennessee Williams; al escocés Ncuti Gatwa (quien es el nuevo Doctor Who) en la reinvención de la comedia escrita por Oscar Wilde La importancia de llamarse Ernesto, así como el monólogo de la exitosa serie Fleabag protagonizada por Phoebe Waller-Bridge.

Realmente acerca el teatro a las audiencias, señala la compañía en su página, donde resalta la cualidad de llevar los mejores asientos hasta casa o a las salas más allá de los teatros británicos. Ver más cerca, más profundo y más amplio es el objetivo que no sólo se enfoca en las actuaciones, la escenografía, el vestuario o la música, sino también en la calidad de la cuidadosa grabación con un equipo de cineastas. Ofrece una lente diferente; democratiza la experiencia de ir al teatro, difunde.

De Shelley a Shakespeare

El actor Benedict Cumberbatch ha colaborado con la compañía National Theatre en la obra Frankenstein en el papel del ambicioso doctor Víctor y como la criatura aberrante creada a partir de cadáveres. En 2015 participó en el papel principal de Hamlet, versión que ha sido llevada a pantallas teatrales del mundo.

La conocida cuestión de ser o no ser es una de las líneas más famosas de la dramaturgia y la narrativa. Es enunciada en una de las obras más conocidas del genio de Stratford-upon-Avon, escrita alrededor de 1600. Ofrece el dilema del príncipe atribulado por el asesinato de su padre, el rey, a manos de su tío Claudio, quien enseguida se casó con su madre. El dolor es indigno y nada viril, se le recalca al joven Hamlet, quien siente el alma helada.

En la reciente versión londinense, en un oscuro palacio en la ciudad de Elsinore, entre banquetes y candiles de cristal, surge el debate interno de la traición, la locura, la venganza y la desviación moral, incluida la triste decepción romántica de la joven Ofelia, enamorada de Hamlet. El resto es silencio.