Cultura
Ver día anteriorMartes 13 de mayo de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
Catedrático analiza la relación entre lenguaje y dolor en la obra de Paul Celan

En Poesía y catástrofe..., Jorge Linares Ortiz explora la complejidad del autor desde una visión filosófica y literaria

Foto
▲ Paul Celan se deshace del yo. Su poesía es polifónica, fragmentada. No hay confesión ni testimonio. Hay un lenguaje que tiembla, comentó Linares Ortiz en entrevista con La Jornada. Aquí, el escritor rumano en una imagen de fecha y autor desconocidos.
 
Periódico La Jornada
Martes 13 de mayo de 2025, p. 4

En Poesía y catástrofe en Paul Celan, novedad bibliográfica de Jorge Linares Ortiz, el ensayista y catedrático de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) explora la complejidad de la obra del poeta desde una perspectiva filosófica y literaria.

Nacido en 1920 en Rumania, Celan sobrevivió al Holocausto y escribió en alemán, lengua que, aunque fue la de los verdugos, también lo fue de su madre.

Su escritura, profundamente marcada por el dolor y la devastación, es considerada uno de los testimonios más profundos del siglo XX. A través de ella, enfrenta la catástrofe no en busca de consuelo, sino explorando las tensiones y fracturas del lenguaje.

Celan escribe después del incendio, después de la desaparición, con los ojos enrojecidos. Y vuelve. Vuelve con la palabra torcida. La palabra que todavía pulsa, explicó Linares en entrevista con La Jornada.

Más que un análisis académico, el libro propone una reflexión sobre la relación entre la catástrofe y el lenguaje. Linares sostiene que la poesía de Celan no busca consuelo ni redención, sino que se enfrenta a la contradicción y a la ruptura del lenguaje.

A lo largo de su obra, Celan dialoga con figuras reales y ficticias que lo acompañan en su recorrido por los escombros del siglo XX. Figuras como Ulises, Montecristo, Nietzsche, Cavafis e Ingeborg Bachmann cruzan su camino.

Linares añadió que “el viajero ya no es el héroe de la Odisea. El viaje pierde su corona y sugiere que la búsqueda de significado ha cambiado. Lo que sobrevive es la fragilidad, el suspiro de quien persiste ante la adversidad”. Esta reflexión remite a la transformación del viaje, donde la figura heroica se deshace y deja espacio a una nueva percepción del mundo, menos triunfante y más vulnerable.

Celan no concede. Su poesía no busca una conexión directa con el lector. En lugar de ofrecer consuelo, es una poesía que respira el dolor de la catástrofe, pero sigue latiendo con vitalidad, afirmó Linares.

Este análisis pone de relieve la capacidad de la poesía celaniana para mantener la tensión de lo vivido sin sucumbir al dolor.

El ensayista traza un puente entre el dolor que atraviesa la poesía del escritor rumano y el de quienes hoy enfrentan el horror de la desaparición forzada o la violencia cotidiana.

La pregunta ¿qué puede hacer mi cuerpo agotado ante este nombre, Paul Celan? no surge sólo desde lo íntimo. Se amplifica como un eco colectivo, donde la herida personal se entrelaza con una memoria histórica marcada por la tragedia.

El volumen –publicado por la UACM y la editorial Gedisa– se sostiene en una implicación personal y una actitud de apertura. Jorge Linares se aproxima a la obra poética sin escudos académicos y permite que su potencia lo atraviese.

Más que estudiar a un autor, se trata de confrontar su lenguaje y su dolor. Es una lectura encarnada. Mi propósito no es cerrar significados, prefiero abrir preguntas; acompañar la intemperie del mundo antes que ofrecer certezas.

Al evocar figuras como Gilles Deleuze, quien también eligió lanzarse al vacío, Linares plantea que la caída no equivale a una rendición. La interpreta como un gesto poético-filosófico capaz de generar formas vivas de pensamiento. El poema es un lance. La filosofía también. Ambos se lanzan hacia lo incierto, no para perecer, sino para dejar una forma viva de pensamiento, afirmó.

Desde esa perspectiva, Celan se aleja de la figura de quien busca restaurar lo perdido y se convierte en alguien que excava entre ruinas para imaginar nuevas formas de vínculo. En sus versos, el yo no es una entidad sólida ni triunfante, sino que surgen restos, murmullos e interrupciones.

Se deshace del yo. Su poesía es polifónica, fragmentada. No hay confesión ni testimonio. Hay un lenguaje que tiembla, comentó Linares Ortiz.

Celan no impone la palabra, la deja surgir desde los márgenes del silencio. Puedes callar o puedes pronunciar la palabra que nunca se dijo, la que murió antes de ser pronunciada. Puedes decirla aquí, o dejar que tu pulso lo haga por ti. La palabra poética no redime, pero sobrevive. En este trayecto, la catástrofe deja de ser un suceso del pasado y se convierte en una clave para leer tanto el presente como la poesía misma.

Jorge Linares propone entenderla como lo colosal, aquello que, al modo kantiano, desborda nuestra capacidad de comprensión.

Así, el poema ya no se entiende como refugio de belleza, sino como el espacio donde el lenguaje se prueba, donde revela su grieta, su borde, su límite. “La poesía es el lugar donde se piensa el lenguaje en su límite, y donde se siente ese límite.

Celan no ofrece un proyecto de salvación ni pretende reconstruir el mundo. Sin embargo, su palabra arde. Es una palabra que ha sobrevivido a la muerte y que, desde ese lugar. Él escribió en la lengua del asesino. Y la transformó. La torció hasta hacerla habitable, y eso es ya una forma de resistencia.

Paul Celan murió el 20 de abril de 1970 en París, Francia. Se ahorcó en el puente del río Sena.