Editorial
Ver día anteriorLunes 31 de marzo de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Trump, contra todo y contra todos
E

n una nueva amenaza a las instituciones de su país, el presidente Donald Trump advirtió ayer que no bromea al afirmar que en 2028 buscará un tercer mandato, algo que prohíbe la 22 Enmienda de la Constitución, aprobada en 1947 y ratificada cuatro años después. A sabiendas de que se trata de un consenso bipartidista histórico y fundamental para mantener la cohesión y la gobernabilidad y legitimar la descripción que Estados Unidos hace de sí mismo como un país democrático. Sin embargo, ahora Trump arremete contra ese principio, como ha arremetido contra los derechos humanos y civiles, la educación pública, las libertades de expresión y manifestación; se incrementa, así, el riesgo de que se instaure en el país vecino del norte un régimen abiertamente autocrático y totalitario, ajeno al orden legal interno y a la legalidad internacional.

Por lo que respecta al exterior, el mandatario estadunidense parece decidido a acabar con el libre comercio y con algunos de los pilares esenciales de la política exterior de la superpotencia, como la Alianza Atlántica y la agencia Usaid de cooperación, además de que ha ordenado que su gobierno abandone la Organización Mundial de la Salud, Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura y el Acuerdo climático de París.

La embestida trumpiana contra todo y contra todos no se detiene. Un día antes del anuncio de que no descarta presentarse para un tercer periodo presidencial, se informó que el magnate está presionando a su equipo de colaboradores para que multipliquen e incrementen los aranceles a las importaciones, aumentó la presión sobre las empresas petroleras de su país y del extranjero para que suspendan todas sus operaciones con Venezuela; por otra parte, en un giro radical respecto a Moscú, dijo estar enojado e incluso furioso contra el presidente ruso, Vladimir Putin, porque éste cuestiona la legitimidad del gobernante ucranio, Volodymir Zelensky, pese a que ese mismo cuestionamiento fue aplicado hace dos semanas por el propio Trump y por su vicepresidente, JD Vance. La furia contra el mandatario ruso se traduciría en que, si no se logra un acuerdo de paz para el conflicto ucranio, ello sería culpa de Rusia y que Washington aplicaría aranceles a las importaciones de petróleo ruso y sanciones a quienes lo compren.

No es fácil discernir en qué medida el comportamiento desmesurado y transgresor de Trump conlleva un proyecto de reordenamiento mundial bajo las normas del capitalismo más salvaje y del colonialismo más descarnado, urdido por sus amigos multimillonarios a contrapelo de la oligarquía tradicional estadunidense, cuánto es efecto de un estilo de negociación brutal que exige el máximo para lograr un mínimo calculado de antemano y hasta dónde se trata de un desorden clínico del ocupante de la Casa Blanca.

Lo cierto es que hay indicios de una resistencia generada por la desmesura, la provocación y la insolencia trumpianas, resistencia que tiene entre sus principales protagonistas a sindicatos, estudiantes, víctimas de la persecución política, abogados que litigan contra las disposiciones gubernamentales e incluso veteranos de guerra. Menos visibles que las movilizaciones que emprenden estos sectores, es de suponer que las corporaciones afectadas por esta ofensiva general acabarán por encontrar una manera de oponerse a los designios disparatados del magnate y a medidas económicas que están empezando a configurar una tierra arrasada. Por el bien de Estados Unidos y del mundo en general, cabe esperar que esas resistencias logren poner un freno a la ofensiva que emana de la Casa Blanca en contra de todo y contra todos.