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La Tlanchana
E

ra una deidad mitad mujer y mitad serpiente acuática que reinaba en unas lagunas que había en los llanos de Metepec. En ese lugar, los condes de Calimaya tenían ricas haciendas, por lo que en su majestuosa mansión de la capital –hoy sede del Museo de la Ciudad de México– la representaron en una bella fuente adosada al muro del patio principal, como una sirena con dos colas que sostiene una guitarra.

Una enorme imagen en barro de la mítica deidad ocupa el lugar principal en el Centro Histórico de Metepec, lindo pueblo mágico ubicado en la zona metropolitana de Toluca.

Pueblo alfarero desde tiempos prehispánicos, es famoso por sus árboles de la vida de diferentes tamaños y temáticas, que se pueden encontrar en una enorme variedad en el Centro de Exposición y Venta Artesanal.

Ahí se congregan 90 familias artesanas que trabajan piezas tradicionales de barro policromado, vidriado, natural o pigmentado, artículos de piel, cuero, vitrales y cestería.

Uno encuentra los objetos más bellos y sorprendentes que se pueda imaginar; los famosos árboles de la vida van de piezas miniaturas a grandes esculturas cada una diferente, por lo que podría formar una rica colección en una sola visita. También hay cazuelas, comales, jarros, candeleros, jarrones, macetas, soles, lunas, calaveras, tlanchanas y mucho más. Tanta riqueza dio lugar al Museo del Barro donde se exhibe, entre otras piezas extraordinarias, la cazuela más grande del mundo

Metepec tiene varios sitios interesantes, entre los que destacan la capilla del Tepeyac, que se encuentra en lo alto del cerro de los Magueyes, dedicada a la la Virgen de Guadalupe. Se llega por un camino de terracería en pendiente. En la fachada frontal lucen unas flores de tezontle que encierran simbolismos de la cosmovisión prehispánica; la parte posterior muestra una representación en relieve de la aparición de la guadalupana. Era un sitio de descanso y referencia de arrieros y viajeros.

Otros lugares de interés son la iglesia de San Juan Bautista, con su hermoso templo en estilo barroco y su atrio con una triple arquería con columnas románicas de tezontle.

A un lado se conserva el antiguo convento franciscano que fue uno de las primeros que se construyeron para evangelizar la región. En sus claustros sobreviven murales que cuentan la historia de varios mártires y santos. El lugar guarda un misticismo que se acentúa por las celebraciones religiosas que periódicamente se realizan. También se utiliza para eventos culturales como el Festival Internacional de Arte y Cultura Quimera.

Hay más que ver, pero el tiempo corrió muy rápido y teníamos una invitación a comer con el editor y promotor cultural Jorge Luis González Santana y su mujer, la poeta Flor Cecilia Reyes, una pareja de amigos queridos oriundos del lugar, donde viven en una casona antigua que no es exagerado calificar de museo.

Obras de arte por doquier, tanto en cuadros como mobiliario, antigüedades y diversas artesanías, muchas, que por su calidad y belleza, se pueden considerar verdaderas obras de arte popular. Ahí disfrutamos una abundante botana con un tequilita.

Aun nos esperaba otra sorpresa. La casa era parte de una hacienda del siglo XVIII que tenía su troje. La creativa pareja decidió convertirla en un restaurante con cocina tradicional mexicana y creaciones propias con ingredientes de temporada. Así, entre paredes de adobe, pisos y techos de madera, y una terraza con vista al patio central y su fuente, se disfrutan sabrosos platillos acompañados del vino de la casa –Hilo Negro– que elabora el dueño en un viñedo que comparte con amigos; muy recomendable. La Troje se encuentra en Paseo San Isidro 26, Barrio de Santiaguito.

Este lugar puede ser el remate de un feliz paseo dominical para los capitalinos. Es muy cerca, la carretera es buena y bonita y como ya vimos, Metepec tiene muchos atractivos.