Adecuada y tangible será nuestra respuesta
Martes 19 de noviembre de 2024, p. 24
Moscú. Para el Kremlin, de ser cierto el permiso que la administración saliente de Estados Unidos otorgó a Ucrania de emplear su armamento de largo alcance dentro del territorio de Rusia, que se conoció por múltiples filtraciones anónimas a la prensa estadunidense cuando en la capital rusa era la noche del domingo, echaría leña al fuego
de la guerra en el vecino país eslavo, toda vez que provocaría una escalada de la tensión
.
Con estas palabras, el vocero de la presidencia rusa, Dimitri Peskov, criticó este lunes, en su rueda de prensa diaria, el presunto (hasta que se ratifique de modo oficial o se empleen esos misiles) cruce por parte de la Casa Blanca de la enésima línea roja fijada por el Kremlin.
Si en verdad se confirma que Washington dio luz verde a Kiev [para usar ese armamento], significaría cualitativamente una nueva fase de tensión y un grado de mayor implicación de Estados Unidos
en esa contienda, señaló Peskov.
Reiteró lo que el presidente Vladimir Putin advirtió con meridiana claridad
en San Petersburgo, a mediados de septiembre, que Estados Unidos y países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte entrarían en guerra con Rusia
si autorizan el uso de sus misiles de largo alcance contra blancos en territorio ruso.
Porque “esos ataques –explicó el portavoz del Kremlin– no podría realizarlos Ucrania por sí sola, sino lo harían los países que dan el permiso (en el supuesto de que Gran Bretaña con sus misiles Storm Shadow y Francia con sus SCALP se sumen a la autorización de Estados Unidos, aún también pendientes de confirmación en Londres y París) y cuyos especialistas, apoyándose en sus sistemas de espionaje satelital, definen la trayectoria de vuelo de los cohetes”.
La vocera de la cancillería rusa, María Zajarova, enfatizó: El uso de misiles de largo alcance por Kiev contra nuestro territorio significará la participación directa de Estados Unidos y sus satélites en las hostilidades contra Rusia, así como un cambio radical en la esencia y la naturaleza del conflicto. En este caso, la respuesta de Rusia será adecuada y tangible
.
La autorización que habría dado Joe Biden, en opinión de varios expertos consultados, parece inscribirse en una nueva modalidad de guerra en Ucrania: la sicológica, peligrosa al dar por hecho que el Kremlin no va a recurrir a su arsenal nuclear para responder a la reiterada afrenta.
Ahora, indican, Moscú sabe –no por declaración oficial, sino por reiteración de filtraciones a la prensa– que Kiev puede usar contra su territorio armas de largo alcance, pero no sabe dónde, ni cuándo ni cuántos misiles de ese tipo tiene Ucrania.
Por sentido común, el ejército ruso tendría que alejar del frente de guerra 254 blancos militares
(por ejemplo, cuarteles, hangares de armamento y depósitos de combustible), así como 16 aeródromos, que estima el Instituto de Estudio de la Guerra tiene Rusia en la zona de alcance de los misiles autorizados.
Por otro lado, hace falta tiempo para ver el significado real del anuncio dominical. Por lo pronto, si bien tiende a minimizar las posibilidades efectivas del enemigo, el grupo de análisis bélico, Rybar, cercano a un sector de la inteligencia militar rusa, asegura que Ucrania –a mediados de octubre– tenía sólo entre seis y ocho misiles ATACMS (siglas de Army Tactical Missile System, sistemas balísticos tácticos) estadunidenses, así como 20 artefactos británicos y franceses, los cuales –considera– se podrán usar sólo contra los objetivos que decidan los especialistas de la alianza noratlántica.
Visto así, reflexionan expertos, con las reservas del caso y aunque Ucrania haya recibido o esté por recibir nuevas partidas de esos misiles, el permiso de Biden es una muestra simbólica de apoyo al gobierno de Volodymir Zelensky, pero de ninguna manera representa un cambio radical en el equilibrio de fuerzas que, en unos sitios más en favor de uno que de otro, se observan en los mil 200 kilómetros del frente de guerra.
Por eso, argumentan otros observadores, la autorización se dio a conocer mediante fuentes anónimas conocedoras de la decisión de Biden
, a través primero del New York Times, después del Washington Post y de ahí en cadena, por medio del Times londinense y del eco que generan de las agencias noticiosas y las cadenas de televisión (Reuters, Ap, CNN y Bloomberg; en Francia, Le Figaro, dio por bueno el domingo que el gobierno de Emmanuel Macron también autorizó emplear los misiles SCALP y este lunes se desmintió).
Tampoco se precisó, añaden, algo fundamental: si se permite batir blancos a 305 kilómetros de distancia, el máximo posible de los ATACMS (hasta la fecha se permitía atacar hasta 165 kilómetros), y en qué sitios dentro de Rusia.
Unos medios sostienen de manera extraoficial que se podrán usar sólo en la región de Kursk, como supuesta advertencia a los soldados norcoreanos que, se dice, están desplegados ahí a punto de entrar en combate, y otros, por el contrario, aseguran que en cualquier lugar dentro del rango de esos misiles, pero 150 kilómetros más allá del alcance de Moscú.
No faltan quienes especulan que si se ponen en los ATACMS (en el hipotético caso de que tuviera al menos más de 100 artefactos) ojivas con municiones de racimo, de un golpe, podrían aniquilar a más de 5 millones de rusos que habitan en la zona y que ello, como indican este lunes desde las pantallas de la televisión pública de este país politólogos y legisladores rusos afines al Kremlin, de Serguei Markov a Andrei Guruliov y Vladimir Dzhabarov, podría derivar en la tercera conflagración mundial
.