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O te agachas, o te amachas, o te aplacas
¿H

ay más que dos sopas? ¿Hay que elegir? Menudo dilema.

Ya pasó una vez, en mayo de 2019, cuando Mr. Trump amenazó con poner aranceles de 15, 20 o 25 por ciento a los productos mexicanos, si el país no reducía significativamente el flujo migratorio que había llegado a 130 mil capturados, por mes, por la patrulla fronteriza.

Y Marcelo Ebrard, entonces secretario de Relaciones Exteriores, fue a Washington a negociar, pero en realidad no llegó a hacerlo, tuvo que someterse y prometer que en tres meses bajaría la cifra de migrantes a 30 mil. Según William Bar, a la sazón procurador general, nunca había visto a un político humillarse de esa manera. Luego se la cobrarían a Bar, un par de años después, cuando tuvo que devolver, sin cargos, al general Cienfuegos, acusado de narcotráfico, cuando pretendía pasear con su familia en Disneylandia y fue arrestado y acusado de narcotraficante. Una por otra.

Hay dos meses para preparar una respuesta al asunto de los aranceles prometidos por Trump, si no se controla, por parte de México, el tráfico de drogas y de personas. Desde hace años, el país tiene diseñado un plan para contrarrestar una medida similar e imponer aranceles semejantes a productos estadunidenses, donde más les duele, es decir, en los estados donde ganaron los republicanos.

Por otra parte, durante la pandemia, los circuitos comerciales se entorpecieron y México sabe, perfectamente, qué productos e insumos requerían con urgencia las empresas estadunidenses, dada la dependencia de cientos de manufacturas de la cadena de producción. En esa época, se pudo comprobar la gran interdependencia que existe entre la industria de ambos países. En una guerra comercial, ambos países saldrían perdiendo.

Unos años después del chantaje de los aranceles, supinos que fue un bluf y que se mataban de risa Trump y su yerno, de haber lanzado el albur. Muchos analistas dicen que Trump cumple sus promesas, otros que no lo hace, que es parte de su retórica electoral. De hecho, Trump deportó mucho menos migrantes, que el buenito de Obama. Veremos qué pasa, ese primer día de su mandato, para el que se propone cerrar la frontera y deportar de manera masiva migrantes irregulares.

Por su parte, muchos economistas afirman que los aranceles repercuten en los consumidores, que no hay manera de evitarlo, por lo que esa medida es contraproducente. Pero el punto es, que Trump no hace caso de sus asesores y casi siempre le funciona.

¿Es posible encontrar una tercera vía? De hecho, Andrés Manuel López Obrador bajó la cabeza en 2019, pero luego salió erguido y pudo firmar el T-MEC. Pasó, algo así, como con la fábula del león y el cronopio Androcles, de Cortázar.

Un cronopio que anda por el desierto se encuentra con un león, y tiene lugar el diálogo siguiente: León. –Te como.

Cronopio (afligidísimo pero con dignidad). –Y bueno.

León. –Ah, eso no. Nada de mártires conmigo. Échate a llorar, o lucha, una de dos. Así no te puedo comer. Vamos, estoy esperando. ¿No dices nada?

El cronopio no dice nada, y el león está perplejo, hasta que le viene una idea.

León. –Menos mal que tengo una espina en la mano izquierda que me fastidia mucho. Sácamela y te perdonaré.

El cronopio le saca la espina y el león se va, gruñendo de mala gana: –Gracias, Androcles.

La carta que López Obrador le escribió a Trump en 2019 es reveladora. En algún momento le dice que si hay un enfrentamiento entre los dos países, ambos podrían quedar ciegos o chimuelos. Que no tenía caso…

Cómo encontrarle el modo a Donald Trump, resulta complicado. De entrada, mueve su primera ficha de manera agresiva. Pero no deja de ser un negociador, lo que no acepta públicamente es ser un perdedor.

Su amenaza de cerrar la frontera no sabemos exactamente qué significa y afectaría a los dos países. Sobre el tránsito de personas, ya lo experimentamos con la pandemia y no fue una catástrofe, como se pensaba, le afectó más al lado americano. Cerrar la frontera al tránsito de 300 mil vehículos diarios afecta mucho a los productos perecederos de ambos lados, pero más a México, y en cuanto a componentes afecta más a Estados Unidos.

México no es ninguna amenaza para Estados Unidos, pero los puntos de conflicto no sólo son temas recurrentes de su campaña electoral, en este caso, son casi asuntos personales para Trump, que es un puritano respecto a las drogas y la bebida y, por otra, cree personalmente en aquello de que los migrantes están envenenando la sangre de su pueblo, y forma parte de su profundo racismo, que raya en la eugenesia.