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En el cierre del Cervantino se exploraron dos vertientes de la música brasileña

Se conjuntaron la serenidad del guitarrista Lenine y la energía de la banda Francisco, El Hombre

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▲ En el cierre de la noche, los tradicionales, pero contaminantes, fuegos artificiales fueron sustituidos por drones que iluminaron el cielo; en la imagen inferior, Lenine.Foto cortesía del encuentro
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Periódico La Jornada
Martes 29 de octubre de 2024, p. 3

Guanajuato, Gto., El Festival Internacional Cervantino (FIC) concluyó este domingo con un concierto que exploró en la Alhóndiga de Granaditas dos aspectos de la música brasileña.

La velada comenzó con Lenine, quien subió al escenario acompañado por su guitarra, un bajista y baterista. Nacido en Recife, en 1959, el cantante y compositor se ha consolidado como figura clave de su país, con seis Grammys Latinos que respaldan su trayectoria.

Su actuación fue pausada, casi introspectiva, con canciones cargadas de un profundo respeto por la tierra y las causas sociales. Desde los primeros acordes, las melodías de Lenine parecían flotar sobre las antiguas piedras de la Alhóndiga, lo que creó una atmósfera en la que las ovaciones se mezclaban con la música, más como ecos discretos que como aplausos ensordecedores.

Sin grandes despliegues escénicos, su presencia y la fuerza de sus letras bastaron para llenar el espacio con una serenidad que cautivó a los asistentes.

A mitad de su actuación, la transición fue abrupta pero efectiva. Entró en escena Francisco, El Hombre, banda que representa a las nuevas generaciones de músicos brasileños. Formada hace más de 10 años, la agrupación ha consolidado su lugar en la escena independiente latinoamericana, con una propuesta que mezcla ritmos de su tierra natal y afrolatinos con ska.

Cuando interpretaron Jogo de azar, el ambiente cambió por completo. Los jóvenes asistentes, que hasta ese momento habían permanecido en silencio, respondieron con entusiasmo: cuerpos en movimiento, aplausos rítmicos, voces que se unieron al canto.

Los temas Arrasta, Arbolito punk, Como una flor, Chama adrenalina y Triste, louca ou má hicieron vibrar al histórico monumento construido en el siglo XVIII con una mezcla de percusiones potentes y guitarras enérgicas. Cada canción fue un llamado a la acción, una invitación a la resistencia y a la libertad, en perfecta sintonía con el mensaje que la banda ha defendido desde su formación.

A pesar de que la Alhóndiga de Granaditas, con capacidad para 3 mil personas, no se llenó por completo, el entusiasmo de los presentes compensó cualquier ausencia. Los asistentes, en su mayoría jóvenes, parecían no prestar atención a los espacios vacíos, concentrados en la energía que se desbordaba desde el escenario.

El cierre de la noche trajo una sorpresa. En lugar de los tradicionales fuegos artificiales, el cielo de Guanajuato se iluminó con drones que dibujaban palabras como FIC, Cervantino, Oaxaca y Muchas gracias.

Esta innovación no fue simple curiosidad, sino parte de una iniciativa del festival, en colaboración con el consulado británico en México, y el patronato del Parque Explora, para reducir el impacto ambiental del encuentro.

El empleo de drones, que evitó las emisiones de carbono y la contaminación auditiva propias de la pirotecnia, representó un compromiso con la sustentabilidad, alineado con los mensajes de conciencia ambiental que resonaron en el encuentro.

Los espectadores, lejos de extrañar los fuegos artificiales, celebraron esta elección.