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En camino a las elecciones 2024

Violencia, protestas y desabasto

Atraviesa Chiapas por tormenta social a tres días de los comicios

Delincuentes imponen cuota por hacer guardia, bajo amenaza de exilio

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▲ Indígenas tsotsiles desplazados de la comunidad de Santa Martha, municipio de Chenalhó, Chiapas, se manifestaron el 21 de mayo pasado en Tuxtla Gutiérrez para exigir a las autoridades la búsqueda de cinco integrantes de una familia desaparecidos en septiembre de 2022.Foto Cuartoscuro
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Periódico La Jornada
Jueves 30 de mayo de 2024, p. 32

Tuxtla Gutiérrez, Chis., La bola de cristal de Eduardo Ramírez Aguilar anticipó: Va a haber momentos de tormenta como presidenta de México.

Fue el pasado domingo 26, en el cierre de campaña estatal, donde la candidata Claudia Sheinbaum escuchó el augurio sin perder la sonrisa.

Ramírez, quien se hizo llamar jaguar en su campaña proselitista, dijo la frase borrascosa quizá como un recurso retórico, pues completó así: Sepa que el pueblo de Chiapas estará siempre atento de su llamado, solidario, fraternal y amoroso para cerrar filas con la presidenta de México.

En una suerte de reconocimiento implícito de la situación de violencia en la entidad, Ramírez dijo estar seguro de que contarán con el apoyo de Sheinbaum, ya como presidenta, para que nuestras familias vivan con seguridad y tranquilidad social.

Según recuentos de prensa, en Chiapas han sido asesinadas 14 personas que aspiraban a distintos cargos, aunque algunos aún no habían formalizado sus candidaturas. La autoridad electoral local ha informado, además, que 515 interesados renunciaron, aunque sólo 29 admitieron que el motivo era la inseguridad.

Así que fue al menos curioso que Ramírez hablase de momentos de tormenta en la capital de un estado que el Instituto Nacional Electoral (INE) considera foco rojo: el lunes, la autoridad comicial informó, tras una reunión con el gabinete de seguridad, que en Chiapas hay un despliegue mayor por el riesgo de que no puedan instalarse 500 de las casi 7 mil casillas el domingo venidero.

Momentos de tormenta son los que ha vivido Chiapas en las últimas semanas: paro y movilizaciones magisteriales, asesinatos de aspirantes a diversos cargos, amenazas de boicot (algunas cumplidas, como en el caso de Pantelhó, donde según versiones no se permitió la entrada de vehículos con el material electoral).

Los docentes de la sección 7 del SNTE-CNTE están en paro y mantienen un plantón en la capital del estado, donde también han realizado bloqueos, tomas de casetas y de gasolinerías.

El bloqueo a un centro de distribución de Pemex ha propiciado largas filas en las gasolineras, tanto por las dificultades para el abasto como por las compras de pánico.

A las largas filas para cargar combustible se suma la divulgación de rumores que parecen encaminados a desalentar la participación.

La mañana del martes 28, por ejemplo, muchos negocios de San Cristóbal de las Casas no abrieron sus puertas temprano. Que algo va a pasar, dicen, era la respuesta de algunos que sí se habían animado a trabajar.

Ay, Andresito

Carla Zamora Lomelí, investigadora de El Colegio de la Frontera Sur, se ha dado a la tarea de ordenar la complejidad de la situación chiapaneca.

En lo que hace a la región fronteriza, describe la situación de municipios como Frontera Comalapa, Chicomuselo y La Trinitaria, donde hasta el cierre de 2023 se contaban 7 mil 500 personas desplazadas por la violencia.

En esa región, señala, se han dado robos de propiedades, desapariciones, reclutamiento forzado, persecución y asesinato de activistas y amenazas para ir a vitorear la entrada del cártel de Sinaloa.

En Comitán, una familia desplazada acepta un breve intercambio, sin nombres, claro. La voz cantante la lleva quien presentan como el tío: No le podemos contar mucho porque, la verdad, a nosotros no nos ha pasado nada directamente, pero sí cerca, y tenemos miedo.

Los padres tomaron la decisión de salir porque en la familia hay hombres jóvenes y temieron que fuesen reclutados por la maña.

El miedo arreció con la proximidad de las elecciones. Nos decían que teníamos que votar y que la votación tenía que ser abierta (sin mamparas, a la vista de todos).

Lilia (nombre ficticio) vive desde hace dos años en las cercanías de la capital chiapaneca. Salió de su comunidad, ubicada en un municipio fronterizo, por miedo a los constantes ataques entre grupos del crimen organizado que se disputan el territorio.

En su pueblo tenía tierras y un pequeño negocio que le permitía mantener a la familia. En su lugar de refugio muestra sus manos dañadas por un trabajo duro que apenas le permite sobrevivir.

Cuenta que todo se puso más feo hace dos años, cuando se intensificaron los choques entre los grupos en disputa, que se agarraban a balazos donde se encontraban, en pleno día incluso.

Los maestros tenían que quedarse encerrados con los niños en la escuela.

Vinieron luego los ataques con drones. “A unos de mis vecinos les cayó una bomba; tres niños quedaron quemados… yo los fui a ver al hospital”.

Lilia no ha abandonado del todo su comunidad. Vuelve de vez en cuando porque no quiere perder sus propiedades.

La investigadora Zamora ha recogido testimonios de personas que optaron por malbaratar sus propiedades: en cuanto el grupo criminal se enteraba, porque siempre se enteran, exigía el pago de una cuota por la venta.

Para mantener su derecho, Lilia paga a sus vecinos la guardia a la que el grupo delincuencial obliga.

–¿Cuánto paga?

–De 300 a 500 pesos, depende de quién lo saque, algunos son considerados. Pero ya cuando ponen una orden, hay que pagar.

–¿Qué pasa si no cumplen con la vigilancia?

–Nos tienen amenazados que nos van a sacar de la colonia, nos van a retirar, ya sin poder regresar jamás, vamos a perder nuestros bienes.

En su comunidad una decena de familias ya no pueden regresar: Los hermanos testigos de Jehová salieron porque no quisieron apoyar en las votaciones. Ellos no votan, pues. Se llevaron lo que pudieron, porque les dieron cinco días para sacar sus cosas.

–¿Qué evitan con la vigilancia?

–De verdad a veces ya no entendemos qué es lo que están evitando, porque también se alborotan cuando viene el Ejército. No sabemos si de los ejércitos o de algún enemigo que tengan.

–¿Les piden que eviten la entrada del Ejército?

–Sí, no puede entrar el Ejército. Nos enseñan que todo marcha bien, que no hay problemas, pero ya han muerto muchas personas en la comunidad y tenemos miedo. Es mentira eso de que no pasa nada, que todo marcha bien.

Lilia votó por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Desde siempre, desde que le hicieron fraude.

Para cerrar la charla dice, como para sí misma: Ay, mi Andresito, ¿cómo puede decir que no pasa nada?

La omnipresencia del jaguar

Si sólo existiera la propaganda en calles y carreteras, sería difícil saber quiénes son los adversarios de Eduardo Ramírez Aguilar, a quien chiapanecos de todos los signos dan como seguro ganador.

En recorridos por Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal de las Casas y Comitán, y en las carreteras que conectan esas ciudades, no se pudo observar ni un solo anuncio de la candidata del PRI y el PAN, la perredista Olga Luz Espinosa.

El único opositor con anuncios espectaculares es el priísta Willy Ochoa, candidato al Senado (un fifí de Tapachula, dicen los morenistas). Su lema es una crítica al gobierno de Rutilio Escandón, que a la vez se cuida de perder electores: La paz de ayer con los programas de hoy.

En el contraataque discursivo, Ramírez, quien fuera secretario de Gobierno con Manuel Velasco, ha decidido honrar la figura del obispo Samuel Ruiz. En plena campaña presentó un libro con sus propuestas en el museo consagrado a la memoria del célebre religioso. Y en actos de campaña ha dicho que seguirá los pasos del obispo de los pobres y que hará un gobierno caminante.

En tanto, en los momentos de tormenta los conductores de la radio y la televisión locales comentan con el auditorio el desabasto de gasolina derivado del bloqueo magisterial. Como solución, piden a la ciudadanía volver a la vida sana y caminar.