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Parque de la China
Y

a hemos hablado de los encantos que guarda Azcapotzalco, antigua ciudad prehispánica anterior a México Tenochtitlan que fue un poderoso señorío que dominó la región de la cuenca hasta la llegada de los mexicas.

Recordar su historia llevaría varias páginas, así es que hoy nos vamos a quedar en Clavería, que es una de sus colonias de mayor tradición, cuya fundación oficial data de principios del siglo XX en los terrenos que pertenecieron a la Hacienda de San Antonio Clavería.

Se construyó en el siglo XVI, cuando Hernán Cortés otorgó tierras a sus capitanes y soldados como recompensa por la caída de Tenochtitlan con el propósito de que las cultivaran para abastecer a la ciudad.

En 1906, cuando la Ciudad de México comenzó su desarrollo hacia el oeste, el municipio de Azcapotzalco se tornó en la zona ideal para que las familias porfiristas pasaran ahí sus veranos.

Se construyeron casonas y chalets estilo francés e inglés, varios de los cuales todavía se pueden ver en la Calzada Azcapotzalco, que le dan una identidad particular a todo el barrio.

En la década de los 20 del siglo pasado la zona de Clavería se amplió con el fraccionamiento de terrenos aledaños y se hizo oficial la creación de la colonia, que ya contaba con amplias manzanas y predios.

Aunque el comercio invadió muchas de sus calles, conserva varias casonas de arquitectura ecléctica y un cierto aire provinciano. A eso colabora el Parque de la China, originalmente llamado el Bosque de China, predio que ocupaba la familia de Tatsugoro Matsumoto como vivero y jardín de árboles.

Fue un paisajista japonés que había trabajado en los jardines del emperador de esa nación y llegó a México en 1906 contratado por un rico hacendado mexicano; en unos años se volvió tan famoso que, entre otros, diseñó y cultivó los del Castillo de Chapultepec y de muchas mansiones y haciendas de las familias opulentas del porfiriato. También hacía los arreglos florales para las recepciones y bailes que ofrecía Porfirio Díaz en Palacio Nacional y plantó las primeras jacarandas que importó de Brasil y que ya forman parte del paisaje urbano de la Ciudad de México.

Actualmente el amplio parque profusamente arbolado tiene muchos atractivos, entre otros, juegos infantiles y es famoso por albergar un monumento a José José, oriundo de Clavería. Los festejos en honor a la muerte del cantante, en 2019, fueron de las más concurridos que se recuerdan en la colonia. Los domingos se instala un mercado de productos agrícolas y ecológicos.

A unos pasos, en la avenida Cuitláhuac 3102, está el restaurante Nicos, considerado uno de los mejores a escala mundial. Lo fundó en 1957 María Elena Lugo Zermeño; su hijo, el chef Gerardo Vázquez Lugo, le ha dado gran renombre con una carta de cocina mexicana con ingredientes tradicionales que cultivan en la zona chinampera apoyando a pequeños productores y con derivados de animales que crían en su rancho de Querétaro, donde tienen uno de los mejores restaurantes de la bella ciudad colonial.

Nicos se define como un restaurante de barrio con platillos tradicionales, sin pretensiones, sólo con la gran intención de preservar la comida familiar mexicana.

Hay desayunos y comidas, ambos suculentos; mencionaré algunos platos icónicos de esta última: el tlacoyo de alverjón, la sopa seca de natas, chilpachole de camarón cantinero con crustáceos del Pacífico en receta tradicional veracruzana, el mixiote de conejo de la sierra de Querétaro y el pollito de leche en relleno negro de pavo y recado de chilmole. De postre, la capirotada con queso cotija o la evocación a sor Juana con la respuesta a sor Filotea, que es un exquisito merengón con huevo real.

Hay que agregar que Nicos elabora los platillos con técnicas originales del siglo XIX, como su proceso de nixtamalización, que consiste en quitarle la cáscara al maíz tras hervirlo con agua y cal, para obtener uno más blando, lo que da como resultado tortillas deliciosas y pozole con granos masticables.