Experiencia, antídoto a la vejez
os de los antídotos que en política se pueden emplear en contra de la vejez son la experiencia y la tolerancia. El comentario viene a cuento debido a que, según encuestas de opinión, se tiene la percepción de que el presidente Biden tiene un problema de edad que se manifiesta en sus dislates al hablar, y en ocasiones olvida algunos detalles de su discurso.
Biden siempre ha tenido una peculiar forma de tropezar con sus palabras. Cualquiera que recuerde sus discursos cuando fue senador, y recientemente vicepresidente, se dará cuenta de que no es algo novedoso. La especie de la edad de Biden hay que entenderla como una clara intención de sus opositores en descalificarlo en todas y cada una de sus iniciativas. Dicho esto, hay que admitir que, como cualquier otro mandatario, se equivoca en algunas de sus decisiones, pero de ahí a pretender que es un problema que se deriva exclusivamente de su edad, hay un trecho largo. En todo caso, los mandatarios jóvenes suelen equivocarse igualmente. En el caso de Biden, sus dislates verbales son compensados ampliamente con la experiencia de una persona que ha sabido entender la política, no como una arena de boxeo, sino como una actividad en la que la negociación y los acuerdos superan cualquier deficiencia discursiva. Por supuesto que Biden acusa los efectos de su edad en ciertos momentos y actividades. Sin embargo, hasta donde se sabe, no piensa ganar un maratón. En los momentos necesarios para equilibrar los desacuerdos, su capacidad de entender y negociar con sus oponentes sin ceder en sus principios ha sido valioso.
Así ocurrió cuando fue capaz de convencer a un importante sector de su propio partido sobre la necesidad de ceder en la exigencia del todo o nada con respecto a su propuesta sobre el paquete de restauración de la infraestructura, incluido el de apoyo social. La abierta oposición de sus antípodas republicanos, que se conjugó con algunos miembros de su propio partido, amenazaba con descarrilar ambas propuestas. Biden entendió que era imposible avanzar simultáneamente en las dos y cedió en considerarlas por separado para salvar la de infraestructura, dejando para una negociación posterior la de beneficios sociales. Esa actitud refleja su experiencia y capacidad para entender que la política no es una suma cero donde se gana el todo o nada, máxime en un país en el que la disfuncionalidad política y la profunda división social es motivo de serias preocupaciones en una coyuntura marcada por pandemia y crisis económica.