Ese acervo fue donado por la escritora Laura Fernández MacGregor al Museo Soumaya
Jueves 30 de junio de 2016, p. 4
La donación de 330 piezas de marfil, incluidos dos colmillos de mamut de alrededor de 42 mil años, al Museo Soumaya en 2012, por la escritora y coleccionista Laura Fernández MacGregor y Maza, requirió primero de catalogación.
Ahora se publica el libro/catálogo El marfil (Fundación Carlos Slim), que fue presentado hace unos días.
Esa colección, quizá la más importante de América Latina exhibida en forma pública
, es uno de los acervos más exitosos del museo, expresó el empresario Carlos Slim Domit, quien agregó que a la fecha aproximadamente 3 millones 100 mil personas han visto esa colección.
Amaury García Rodríguez, asesor de investigación –con Benjamín Preciado–, explicó que 80 por ciento de la colección es de piezas asiáticas, en particular chinas y japonesas, de allí que El Colegio de México resultó uno de los primeros lugares en el que se buscó. También se recurrió al Laboratorio de Espectrometría de Masas con Aceleradores del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México para practicar una prueba de carbono 14.
El especialista dijo que la catalogación del acervo fue un trabajo muchas veces detectivesco
, porque mientras algunas piezas son fácilmente identificables, pues tienen inscripciones en chino o japonés, otras no.
Auge a mediados del siglo XX
García Rodríguez también participó en la selección de objetos chinos y japoneses comentados en el libro/catálogo. Para la escritura de un par de ensayos, tratamos de que fueran más allá de las piezas para concentrarme en otros aspectos de la producción y distribución del marfil en Asia. Uno se enfocó, sobre todo, a la producción de esa materia en Asia del Este (China y Japón) y su comercialización
.
La mayoría de piezas exhibidas son modernas, de la posguerra, es decir, los años 40, 50, 60 del siglo XX. ¿Por qué hubo un auge de producción de marfiles en Asia para un mercado europeo en la segunda mitad de la centuria pasada?
García Rodríguez escribe en el catálogo: La talla del marfil en Japón, al igual que en China, data de épocas muy antiguas, pero los niveles de producción nunca fueron altos debido a que su circulación se concentraba entre las élites. Hacia mediados del siglo XVII, la disminución del comercio con el extranjero, en particular con Europa, ocasionó que la importación de marfil bajara considerablemente, y no fue hasta la década de 1920 que experimentó un florecimiento
.