Mañana cumple 80 años el primer
Nobel de Literatura portugués
José Saramago, siempre fiel comunista y eterno
crítico de las desigualdades
En El hombre duplicado, su novela más
reciente, aborda la búsqueda de la identidad
Espera una disculpa pública del gobierno de su
país, desde la isla de Lanzarote
DPA
Madrid, 14 de noviembre. Durante años José
Saramago fue uno de los más nombrados candidatos al Nobel de Literatura.
''Va a llegar el día en que tenga que disculparme con mis amigos
si no lo recibo", bromeaba. Pero no hizo falta. El autor, quien mañana
cumple 80 años, se convirtió en 1998 en el primer escritor
portugués en ser distinguido con el máximo galardón
de las letras.
Saramago
es desde entonces más famoso. El autor, siempre fiel a sus ideales
comunistas, sigue siendo el eterno pesimista y crítico de una sociedad
cuyas desigualdades no se cansa de denunciar.
''No pensar, no reaccionar, no criticar. Eso parece ser
la máxima de nuestros días, en los que domina la pereza intelectual",
se lamenta. A ello, Saramago contrapone novelas como su obra más
reciente, que acaba de presentar en Lisboa, O homem duplicado (El
hombre duplicado) y trata sobre la búsqueda de la identidad.
En el libro, que podría formar una trilogía
-pero de orden alterado- con Ensayo sobre la ceguera (1995) y Todos
los nombres (1997), Saramago narra la historia de Tertuliano Máximo
Alfonso, profesor de historia que un día por casualidad descubre
en un video a un hombre idéntico a él y se lanza a la búsqueda
de ese doble.
La balsa de piedra a la pantalla grande
En vísperas de su cumpleaños, Saramago además
pudo asistir al estreno de la primera adaptación cinematográfica
de su obra La balsa de piedra (1986), llevada a la gran pantalla
por el realizador holandés George Sluizer, y protagonizada por un
elenco hispano-luso-argentino: Icíar Bollaín, Gabino Diego,
Diego Infante, Ana Padrio y Federico Luppi.
El filme recoge la inquietante visión de la novela,
en la que una inesperada falla en los Pirineos provoca que la península
Ibérica se desprenda del continente europeo e inicie un viaje a
la deriva en el océano que provoca el pánico de españoles
y portugueses.
El compromiso político y social de Saramago, convertido
en una bandera del movimiento antiglobalización neoliberal, no sólo
le ha traído amigos. También provocó una cascada de
durísimas críticas cuando en marzo pasado, de visita en Ramallah,
comparó la política de Israel en los territorios ocupados
con los campos de exterminio nazis de Auschwitz y Buchenwald. Y no se retractó.
Con la misma consecuencia ha criticado la llegada al poder
de la centro-derecha en su país, tras la debacle de los socialistas.
Desde que asumió el gobierno del conservador José Manuel
Durlo Barroso en marzo pasado, Saramago, como lo había anunciado,
no ha vuelto a representar a Portugal en actos oficiales. Por eso no asistió
a la pasada feria Liber, de Barcelona.
Saramago no ha perdonado que, en 1992, el entonces gobierno
conservador vetara la cadidatura de su séptima novela, El evangelio
según Jesucristo, al prestigioso Premio de Literatura Europeo
por considerarla blasfema. El autor, ateísta, describe en su libro
a Cristo como una persona común que llega a dudar de su fe.
''Si esto hubiese ocurrido durante la dictadura de Salazar,
lo habría entendido. Pero así, en tiempos de democracia,
lo consideré humillante", dijo entonces. Decepcionado y triste,
el escritor decidió abandonar su país. Desde 1993 reside
con su esposa, Pilar del Río, en la isla canaria de Lanzarote. Allí
sigue en espera de una disculpa pública de gobierno portugués.
''Pese a todo creo haber sido capaz de construir una obra
digna", dice este escritor descendiente de abuelos labradores y padre policía
que nunca tuvo recursos para terminar el bachillerato o comenzar una carrera
universitaria.