Espejo en Estados Unidos México, D.F. domingo 25 de noviembre de 2001
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Editorial
  
EL MEXICO DE FOX

SOLVicente Fox, no cabe duda, es un presidente optimista. Sin embargo, el ánimo desbordado que lo caracteriza pareciera hacerle ver una realidad muy distinta a la que viven millones de mexicanos. En el marco de la 11 Cumbre Iberoamericana, celebrada en Lima, Perú, el presidente Fox se refirió a un México maravilloso, "ejemplo del respeto a los derechos humanos", donde se han logrado "importantes avances" en materia de desarrollo, educación, salud, empleo, combate a la pobreza, y cuyo "único" asunto pendiente es "la firma concreta de un acuerdo de paz con el zapatismo".

Que el Presidente asuma en el exterior el papel de promotor de un México democrático y respetuoso de los derechos humanos no es ninguna novedad; de hecho, es parte fundamental de su estrategia de política exterior. Con el aval de haber sido elegido mediante un proceso democrático, lleva casi un año dedicando gran parte de su tiempo a vender una imagen de nación a todas luces distorsionada, cuya finalidad aparente es el reconocimiento internacional para ganar posiciones --como un lugar en el Consejo de Seguridad de la ONU-- y la atracción de inversiones. 

En ningún momento hemos cuestionado la legitimidad democrática con la que Fox llegó al gobierno, por el contrario, la hemos celebrado como un avance de la mayor trascendencia para el país y que, por supuesto, debe ser cacareado en el exterior. Sin embargo, jactarse --como lo hizo en Lima el Presidente-- de gobernar un país ejemplar en materia de derechos humanos, precisamente cuando el asesinato de Digna Ochoa ha puesto en relieve la vigencia de abusos en la materia, resulta una evidente contradicción. 

Asimismo, minimizar los crecientes problemas económicos y sociales, argumentando que su gobierno nada puede hacer ante la recesión mundial, sólo puede ser entendido como un pretexto retórico a la incapacidad para resolver las principales demandas de la población. 

El desencanto social por la falta de resultados es más que evidente y Fox parece hacer caso omiso a las voces que alertan sobre la problemática económica y política que impera en el país. Ayer, mientras el Presidente deslindaba a su gobierno de responsabilidades por la situación económica, dirigentes del sector privado demandaban un cambio de actitud de su parte y, de ser necesario, ajustes en el gabinete ante la incertidumbre sobre la conducción del país. 

Arturo González Cruz, presidente de Concanaco, propuso evaluar la gestión realizada por las secretarías de Estado en este primer año de gobierno para calificar su desempeño y determinar si han cumplido los compromisos asumidos. 

En este sentido, resulta oportuno preguntar: ¿por qué se han realizado tres recortes al gasto público si existe un fondo de estabilización petrolera que fue creado, precisamente, para compensar las caídas en el precio del crudo y evitar los ajustes al gasto? El problema es que no queda claro --ni se ha informado debidamente-- por qué no ha sido ejercido ese dinero, hecho que se presta a sospechas sobre la transparencia en el uso de los recursos si tomamos en cuenta, por ejemplo, que se tiene prevista una reducción al presupuesto de los estados. ¿En dónde están los 9 mil millones de pesos de dicho fondo?

El presidente Vicente Fox ha sido reacio a la crítica, así como a las propuestas y exigencias de diversos sectores que han visto cómo las promesas de campaña se han ido desvaneciendo con el paso de los meses. La realidad es que no se ha cumplido con las promesas de campaña y la sociedad comienza a externar su inconformidad por la falta de resultados.

Por eso llama la atención que el Presidente de México parezca vivir en un país tan lejano al que pisan millones de pobres y desempleados, en el que se amenaza constantemente a los defensores de los derechos humanos y se mantienen encarcelados a ciudadanos por motivos políticos, ignorando recomendaciones como la emitida por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. En fin, un país que destaca más por el descontrol que por la democracia, aunque el Presidente diga lo contrario.
 

 

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