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Poseedoras de su patrimonio y recursos; responsables de mantener viva la tradición
 
Periódico La Jornada
Lunes 29 de diciembre de 2025, p. 2

La participación comunitaria ha permitido a las bordadoras gestionar sus recursos y mantener vivas sus tradiciones. Son ellas quienes poseen la responsabilidad, la autoridad y el control en la toma de decisiones sobre su patrimonio cultural inmaterial.

A lo largo de los siglos, se ha desarrollado un repertorio técnico excepcional en torno al textil, en el que convergen influencias prehispánicas, coloniales y contemporáneas.

En el libro El bordado maya de Yucatán: Patrimonio vivo se explica que desde tiempos antiguos, las bordadoras han creado un lenguaje de puntadas que documenta tanto la continuidad cultural como la capacidad de adaptación a nuevas herramientas.

El apartado sobre la evolución histórica de la técnica detalla que “en el periodo prehispánico es probable que se utilizaran puntadas universales, como el punto de contorno, el punto de hilván, el festón y el mo’ol mis. Con la llegada de los españoles, se introdujeron técnicas como el cokbilchuy (hilo contado o punto de cruz), practicado sobre mallas y telas importadas.

“En el siglo XIX, se consolidó el uso del chuyk’ab o punto de satín, y sobrevivió el xmaniktéx, de probable origen prehispánico, y considerado único en el país. La introducción de la máquina de pedal transformó la práctica del bordado: las familias campesinas comenzaron a usarla como medio para obtener ingresos adicionales en tiempos de crisis, lo que permitió aumentar la velocidad de producción sin abandonar la destreza artesanal.”

También se explica que la máquina 20U de motor se incorporó como complemento de pedal, durante el siglo XX. Algunas técnicas tradicionales, como la rejilla, el renacimiento o el calado continuaron elaborándose de manera artesanal con estas máquinas, que exigían coordinación entre manos y pies, manteniendo así la singularidad de cada pieza.

En décadas recientes, la irrupción del bordado digital introdujo un cambio drástico. Aunque incrementó la producción en serie, eliminó la intervención manual y generó tensiones con el bordado artesanal, pues en ocasiones se comercializa como si fuera hecho a mano.

El texto de las bordadoras señala que durante la época colonial, el tributo principal impuesto a los pueblos mayas fue la elaboración de telas lisas en telar de cintura, y en tres siglos de dominación, las mujeres mayas dejaron de producir los hermosos, variados y significativos brocados –dibujos tejidos– que en tiempos ancestrales adornaban sus textiles.

“Al finalizar el dominio español, a inicios del siglo XIX, aquellos brocados habían desaparecido tanto de sus telas como de su memoria colectiva, y en su lugar se había consolidado la práctica del bordado con aguja.”