Capital
Ver día anteriorLunes 29 de diciembre de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
En Parres El Guarda, ni el intenso frío logra frenar la labor de sus pobladores
Foto
▲ Para los habitantes de la comunidad de Parres El Guarda, en la alcaldía Tlalpan, vestir con pijama todo el día no es mal visto, pues se vuelve necesario en la temporada invernal. En la imagen, la señora Judith Meza y su nieta.Foto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Lunes 29 de diciembre de 2025, p. 30

Entre noviembre y principios de febrero, el cambio de estación invernal hace que el frío se cuele por las rendijas de la cabaña de madera donde vive Judith Meza y su familia, en la comunidad de Parres El Guarda, en la zona alta de la alcaldía Tlalpan.

En este punto, las heladas nocturnas dejan el pasto tapizado de blanco al amanecer y congelan el agua, aún así, contra todo pronóstico, durante esta temporada salen desde temprano a mogotar los cultivos de avena, aunque el frío cale las manos. “Vamos empezando a levantar la avena que todavía está cubierta de hielo; entonces empieza a derretirse y a veces está pesadita y fría la pastura para sacarla”, relató.

Alrededor, en los límites con el cerro Topilejo, se alcanzan a mirar los montoncitos de mogotes que parecen pequeñas tiendas alineadas sobre el campo. Las jornadas comienzan a las siete de la mañana y se extienden hasta las seis de la tarde. “Es difícil la vida aquí, pero es un trabajito, una aportación al hogar que tenemos esta temporada”, comentó Judith.

Dentro de su hogar, en la cocina instalaron un anafre que cumple dos funciones: preparar los alimentos y servir como calefacción para mitigar el frío. La ropa abrigadora y afelpada es parte de su atuendo diario; usar pijama todo el día no es mal visto, sino necesario. Para economizar utilizan leña: “nos calentamos un poquito antes de dormirnos y vencemos un poquito el frío”; además, duermen cubiertos con seis o siete cobertores.

Los apoyos de la alcaldía no siempre llegan aquí. “También somos olvidados… ya dieron cobijas, chamarras y las personas que vivimos en esta zona a veces ni nos enteramos”, lamentó.

El invierno también condiciona la vida de Javier Martínez, jornalero dedicado a la recolección de papa. Mientras recogía las papas asomadas en el terreno arado, marcado por surcos de tierra, explicó que las temperaturas de cuatro o cinco grados bajo cero dañan la cosecha: “nos afecta mucho porque no ganamos… si al patrón le va bien, a nosotros también; si le va mal, nos va mal”. Ayer, apenas llenaron cerca de 15 costales.

Los pobladores acostumbran resguardarse al caer la tarde, entre las seis y siete de la noche, para evitar el frío extremo que, afirman, “afecta las vías respiratorias”. Juan Antonio Reces detalló que es común encontrar “maquetas de hielo en los recipientes de agua y charcos congelados” en las calles. Gabriela Quiroz ha resistido por más de 40 años el descenso térmico, señala: “cada día es peor el frío, el aire es incontrolable, no se soporta”.