hí es donde uno dice ¿dónde está la Corte Penal Internacional, dónde está la fiscalía de la Corte Penal Internacional, dónde está Volker Türk, que es el Alto Comisionado de Derechos Humanos?, porque ellos se la han dado de defensores de los DDHH para atacar con mentiras a Venezuela”. Con estas palabras, el presidente legítimo y elegido democráticamente, Nicolás Maduro Moros evidencia el deficiente funcionamiento de las autoridades internacionales mencionadas, ya que, a estas alturas de las agresiones del gobierno de Estados Unidos, más los asesinatos y secuestros que ha cometido contra gente que pescaba en el mar Caribe o que formaba parte de la tripulación de un barco petrolero legítimo, sólo han emitido declaraciones sin ninguna acción que condene y castigue dichos atropellos. Simplemente, no cumplen con su cometido.
No podemos confiar en el gobierno estadunidense ni por el supuesto reconocimiento del presidente Trump, o por las recientes declaraciones de Marco Rubio respecto al buen papel que ha hecho la Presidenta de México en favor del combate al narcotrafico. Las amenazas continúan en contra de nuestro país, sobre todo porque, abiertamente, el gobierno de la 4T tiene convenios de apoyo mutuo con el gobierno soberano de la República de Cuba.
En cuanto a la política mexicana de relaciones exteriores, no existe ningún bloqueo económico impuesto contra ningún país, exigido por el gobierno estadunidense como prueba de colaboración mutua. No obstante, las amenazas constantes de imponer aranceles a todo lo que se le ocurra al presidente Trump, el gobierno de la doctora Claudia Sheinbaum mantendrá su posición: colaboración sí, subordinación, no.
De la misma forma, Nicolás Maduro Moros, presidente legítimo de la República Bolivariana de Venezuela, tendrá que seguir denunciando y repudiando pública y enérgicamente el robo descarado de hidrocarburos. Es abiertamente, un acto de piratería internacional, según sus propias palabras. Ya ni pena ajena provocan, el pretexto es la producción de fentanilo en territorio venezolano y la exportación masiva hacia Estados Unidos.
Son conocidas las intenciones de apropiarse, a como dé lugar, del petróleo venezolano. Lo ha reconocido y lo sigue anunciando. De hecho, desde la campaña electoral de 2024, Trump, como si se tratara de un acto heroico, declaró ir por el hidrocarburo del pueblo bolivariano.
Pero, no sólo eso, en la mira del pirata republicano del Caribe está el robo de Citgo, el activo más importante de la industria petrolera y patrimonio estratégico del pueblo venezolano. El gobierno Trump se las ha ingeniado para generar acusaciones falsas en contra del bolivariano y, de esa forma fraudulenta, utiliza los mecanismos judiciales necesarios para hacer creer a la opinión pública que es el gobierno venezolano el criminal, ya que ha usurpado tierras e hidrocarburos pertenecientes a Estados Unidos. Algo insólito.
Declarar la guerra a Venezuela es ilegal, ya que es el Congreso estadunidense quien discute, avala o rechaza tal acción extrema y hasta el momento ni el pueblo ni el Congreso lo han aceptado. Todo lo contrario, las movilizaciones ciudadanas en las principales ciudades de Estados Unidos, incluso, en otros países, rechazan la guerra impuesta por un caprichoso presidente que ya ha generado demasiados problemas políticos y económicos en contra de su propio país: “No es la migración. No es el narcotráfico. No es la democracia. No son los derechos humanos. Siempre se trató de nuestras riquezas naturales, de nuestro petróleo, de nuestra energía, de los recursos que pertenecen exclusivamente al pueblo venezolano.” El valor de lo robado para Trump, no sólo se mide en dólares, sino también en la imposición de una política del garrote de nuevo tipo.
No obstante el peligro inminente, la movilización del pueblo venezolano ha reunido a miles. Se han inscrito desde amas de casa, hasta profesionales de diversas áreas, hombres y mujeres con profunda decisión de luchar por la paz y en defensa de su patrimonio nacional.
El llamado del gobierno de Maduro a la defensa de la paz se extiende a toda la comunidad internacional, ya que, si hoy es Venezuela, mañana será otro país con recursos naturales suficientes como para ser ambicionados por los gobiernos estadunidenses.
En cuanto al gobierno de la presidenta Sheinbaum, no debe darse por entendido que las supuestas buenas relaciones y cooperación en la lucha contra de la mafia del narcotráfico será una garantía para que no atenten en contra de nuestros recursos naturales.
No olvidemos que, justamente en territorio estadunidense, en el estado de Texas, se encuentra una de las principales refinerías mexicanas, la Pemex Deer Park Support Center, ubicada a 32 kilómetros del centro de Houston. Tiene una capacidad de procesamiento de 340 mil barriles diarios de crudo. Su abastecimiento es estratégico para México, así como también para Estados Unidos. Está catalogada con niveles de alto funcionamiento. Por lo tanto, es un punto de atracción para la ambiciosa administración republicana. Estemos alerta.
(Colaboró Ruxi Mendieta)
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