Domingo 21 de diciembre de 2025, p. a12
La editorial independiente Candaya anunció en octubre pasado que Mandíbula, novela de la escritora ecuatoriana Mónica Ojeda, tendrá una decimosegunda edición. Publicada por primera vez en febrero de 2018, es calificada por el sello como una “obra imprescindible de la narrativa latinoamericana contemporánea”.
Este libro podría ser definido como un rompecabezas, ya que cada capítulo muestra un fragmento del pasado de los personajes principales –Clara López Valverde y Fernanda Montero Oliva–, así como destellos del presente que explican por qué Clara secuestró a su alumna Fernanda.
En la novela confluyen tres tipos de narradores: omnisciente, protagonista en primera persona y un narrador en segunda persona. No se trata de una mera casualidad, cada uno cumple una función específica que apoya a comprender el comportamiento de los personajes.
Mónica Ojeda no habla de una época, pero sí presenta algunos datos que permiten situar la historia en un espacio temporal: principios de la década de 2010. Los primeros teléfonos inteligentes ya se encuentran entre las clases acomodadas de Latinoamérica. Internet está, sobre todo YouTube, inundado de videoblogs. Todos tienen algo qué contar. Sin embargo, hay un tipo de contenido que se ha vuelto famoso: los creepypastas, narraciones de terror que se comparten en línea y proliferan entre las conversaciones de los jóvenes.
Los cantantes Justin Bieber y Selena Gómez comienzan a tener interacciones en público, las cuales son interpretadas, por el mundo de la farándula y los fanáticos, como el inicio de una relación amorosa. En ese contexto, la juventud vive también una especie de frenesí, ocasionada por la saga de Crepúsculo, de Stephenie Meyer, que la acerca a la lectura y al cine.
Esta información se conoce por medio de un grupo de adolescentes que estudian en el Colegio Bilingüe Delta, High-School-for-Girls, institución ligada al Opus Dei. Annelise, Fernanda, Ximena, Analía, Natalia y Fiorella, criadas bajo un estricto modelo de vida conservador, rompen con todas las normas morales establecidas por el sector social al que pertenecen.
El grupo, liderado por Annelise y Fernanda, busca nuevas formas de salir de la monotonía. Necesitan experiencias alejadas de su realidad, en especial las cabecillas, quienes viven situaciones complejas en sus núcleos familiares. Las chicas lo logran luego de encontrar un inmueble abandonado en el que realizan actividades que las llevan al límite: se lesionan unas a otras y se encomiendan retos humillantes. Además, comienzan una tradición que las hace sentir vivas: contar historias de terror inspiradas en una nueva deidad, el Dios blanco.
El hallazgo refuerza la amistad y les da un motivo extra para sentirse invulnerables, además de ser de clase alta. Se vuelven crueles, ignoran las autoridades en su escuela y se convierten en el nuevo centro de poder dentro de sus clases. Con ese pensamiento en mente, le hacen una broma a su profesora de Lengua y Literatura, Marta Álvarez, ocasionándole un preinfarto.
Clara López Valverde llega a la institución para sustituir a la docente afectada, y al igual que su predecesora, será blanco de burlas y maltratos. Sin embargo, la nueva profesora vive con los nervios alterados; este es su primer trabajo después de un periodo en pausa, luego de que dos estudiantes de su anterior empleo la secuestraron y torturaron en su propia casa. Esto marcará la diferencia y la llevará a una crisis ansiosa que termina con el secuestro de Fernanda Montero.
Es la ruptura entre las líderes del grupo lo que ocasiona la debacle. Annelise toma todo a su alcance para destruir a su amiga. Surge en ella la necesidad de dañar a la persona que tanto amaba. No obstante, esa relación que parecía funcionar mejor que ninguna otra, tenía algo de siniestro: todos los deseos, fantasías y actividades que realizaban eran mediados por la violencia. Se horcaban, se mordían hasta sangrar y se cortaban para beber la sangre de la otra.
Al igual que escritoras como Mariana Enríquez, Samanta Schweblin, Fernanda Trías y Fernanda Melchor, Mónica Ojeda se introduce en la vertiente del terror latinoamericano; ese en el que los monstruos no necesitan ser entidades paranormales para infligir temor. En Mandíbula, cada personaje tiene una sique compleja ocasionada por problemas familiares, el maltrato y otras enfermedades mentales que tienen origen en la infancia. La suma de todas esas deficiencias llevan a que la burbuja explote.
Editorial: Candaya
Número de páginas: 288












