Aunque gran parte de la población en el país se considera interesada por el medio ambiente, no es una prioridad en su vida diaria por considerar que los impactos negativos del cambio climático son a futuro; las familias preponderan mantener la estabilidad económica, la seguridad y las actividades cotidianas, señala la organización ambiental Entorno a ti.

Por ello, para construir políticas públicas ambientales más estables “es necesario ampliar la conversación a diferentes sectores y adaptar las medidas a la realidad de cada uno para que sea un ambientalismo centrado en la persona y de esta manera logren involucrarse con acciones directas”, asegura Édgar Moreno, director de esa organización.

Uno de los problemas, subraya, es que las personas consideran que sus acciones no tienen incidencia en las decisiones que toman las autoridades. A esto se suma que las comunidades indígenas, que históricamente han sido guardianes de territorios y áreas naturales, junto con campesinos, pescadores, ganaderos, “no están sentadas en la mesa de las discusiones de política ambiental, a pesar de afectarles directamente”, sostiene.

Moreno explica a este diario que para acercar la conversación ambiental a más sectores se deben escuchar primero sus necesidades y no llegar con un modelo establecido o soluciones preconcebidas, ya que las propuestas “tienen que hacer sentido con lo que viven y responder a su presente, y no sólo a las preocupaciones futuras”.

Reconoce la importancia de fortalecer los vínculos sociales, pues hay gran desconfianza en las comunidades respecto a proyectos ambientales o alternativas sostenibles para las cosechas, producción y pesca, entre otras actividades, porque en muchas ocasiones “les han quedado mal” o llegan proyectos extractivistas que en lugar de ayudarlos, los perjudica.

Pone de ejemplo una comunidad de pescadores integrada por cuatro cooperativas y ocho permisionarios en San Buto, municipio de Comondú, Baja California Sur, que transita al modelo de acuicultura para la siembra de ostión y tiene “una dinámica más colectiva y actividad comunitaria al compartir experiencias y conocimientos, lo que puede traducirse no sólo en una gestión de recursos naturales, sino en fortalecer el tejido social que tanto falta en el país”.

Indica que al hablar de medio ambiente se tienden a mostrar escenarios catastróficos como el aumento en la intensidad de huracanes, sequías o lluvias torrenciales con inundaciones, que “en lugar de motivar a la acción paraliza por el impacto negativo”.

Por este motivo, enfatiza en promover un discurso desde la base social y acciones que contribuyan al cambio.