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UAM: “El aleteo de una mariposa en el Amazonas…
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uede llegar a provocar un huracán en Nueva York”, se dice desde la visión de la complejidad. Pero en Xochimilco ya no son meros aleteos el nada bienvenido nombramiento que hace la junta directiva (nueve integrantes) de la doctora Angélica Buendía como rectora de Xochimilco ni el mantenimiento del injusto despido de M. A. Hinojosa, encargado editorial de una división académica con cientos de profesores-investigadores que publican.

La nueva rectora es precedida por el rechazo que expresaron las estudiantes feministas a siquiera tenerla como interlocutora en un pasado movimiento, la cadena de despidos y sanciones económicas a académicos y administrativos, el uso faccioso del feminismo y el rechazo a su nombramiento por parte de numerosos profesores. Pero también es fruto directo de una crítica división interna en la junta directiva que elige rectoras y rectores, que hizo que se publicara que la reciente elección del rector general Pacheco López no había sido unánime, que propició la renuncia de una de sus integrantes, que trajo como consecuencia que el nombramiento de la rectora Buendía no lo hiciera una junta completa, que una vez más la decisión fue por mayoría, y finalmente, que hasta provoca que una persona conocedora ex integrante de ese órgano quiera dar a conocer públicamente que “no está ya en la junta la mística de los principios de honorabilidad y de respeto”.

Otro proceso, el nombramiento del ahora director, doctor Leonel Pérez Expósito, en otro sentido también fue incompleto. Ninguno de los cuatro departamentos académicos de una nutrida división académica lo respaldó en la votación del consejo, como tampoco ninguno de los cuatro jefes de departamento de la división acompañó la decisión de la doctora Esthela de despedir a Hinojosa; “fue enteramente su decisión”, aclaró uno de ellos.

Y en el discurso de toma de posesión, a pesar de las referencias de respeto “al otro” como ente intangible e idealizado, y de las lacrimosas palabras, nada se dijo respecto de la reinstalación que se les ha solicitado del otro, concreto y vivo, injustamente despedido. Ese desdén aprovecha la evidente declinación que han sufrido las y los académicos como actor fundamental de la institución. No son lo que fueron; el actor clave y dinámico lo emascularon las becas, premios, privilegios y alianzas políticas. Y así, en realidad a las y los funcionarios ya no les importa tener su apoyo para asumir un cargo. Ya el académico Arturo Anguiano llamó a esto una “profunda falta de ética”.

Y una vez que se ha hecho a un lado a las y los académicos –los que no son del círculo cercano– son otros los que constituyen el verdadero norte de su actuación. Así, durante décadas y en nombre de la calidad, grupos de académicos fueron impulsados y empujados a la creación de posgrados que, además de académica, les daba una base presupuestal, social y política. Y éstos se multiplicaron como hongos. Las licenciaturas pasaron a ser secundarias; el posgrado se convirtió en el nuevo requisito que profundizó las brechas de desigualdad laboral.

Pero ahora, abruptamente, parece haber llegado el fin de época (aunque como suele suceder, no para todos). Hace una semana, en una sesión de colegio académico (la 571) con un tema que solía ser rutinario, la aprobación de un proyecto de posgrado, la maestría en Estudios del Futuro, sorpresivamente el neurocientífico rector general comenzó a cuestionar la propuesta. Y aunque los jóvenes y esperanzados proponentes y la autoridad de Cuajimalpa defendieron su creatura mientras el resto del colegio guardaba silencio, desde Xochimilco sorpresivamente llegó el refuerzo al rector. El director de Sociales, Pérez Expósito, comedidamente sugirió a los proponentes algo nada comedido, pero muy a favor del rector: que mejor era que esa maestría la convirtieran en una licenciatura (1:15 horas). Y poco después, el todavía rector Javier Soria, de Xochimilco, retomó la propuesta y añadió otras alternativas (1:50 horas).

Ya instalada esa dinámica de rebajas, fusiones, integración a otros programas o de plano desapariciones, el rector general pudo cerrar la discusión hablando de una “grave situación” (“más posgrados que licenciaturas”) y añadió algo que en la Secretaría de Hacienda federal seguramente despertó a algún somnoliento funcionario, “tenemos en la UAM 20 programas (de posgrado) con cero alumnos activos…” Y repitió: “cero alumnos” (2:13 horas). Vino entonces la votación secreta en la que probablemente el rector usó su voto de calidad (vale doble) y se rechazó el Futuro por un voto de diferencia: 19-18 y 10 abstenciones. (Y en Xochimilco autoritariamente ya se desmanteló al cuerpo docente del posgrado en Enfermería de Práctica Avanzada). Desafortunadamente, otras medidas semejantes que comiencen a tomarse así sólo crearán más problemas, y de fondo. Si se trata de desandar, habría que comenzar de otra manera y también con otros temas.

* UAM-X