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Los muchos ríos de Jimmy Cliff
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▲ Jimmy Cliff durante una actuación en el 45 Festival de Jazz de Montreal, el primero de julio de 2011.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Sábado 6 de diciembre de 2025, p. 6

Las mujeres y los hombres que traen alegría al mundo merecen la posteridad. Jimmy Cliff la tiene.

Trajo también belleza, como el contenido del comienzo de su esplendoroso disco titulado Give Tankx, de 1978, con la pieza Bongo Man, en un ámbito paradisíaco.

Al enterarme del fallecimiento de Jimmy Cliff, el lunes 24 de noviembre, puse a sonar este disco esplendoroso, cuyo título es una bella despedida: el agradecimiento por una vida plena.

Bongo Man es una ceremonia, una promenade, un ritual donde tambores africanos entonan notas solemnes y nos ponen en posición zen.

Al escuchar esa pieza, la hermandad del mundo nos lleva a las tradiciones de los tambores japoneses. Esos sonidos remiten a ecos, alturas, cielo azul, árboles cobijados por el sol y nosotros en la sombra, ojos cerrados, moviendo de manera imperceptible el cuerpo porque el alma está en vuelo.

Sus versos son sencillos, entonados por voces femeninas y el canto sutil de Jimmy Cliff en acción de gracias por estar de vuelta en casa: África. Ese es el significado de ese disco.

El compositor y cantante Jimmy Cliff nació durante una tormenta en Saint James, al noroeste de Jamaica y así lo nombraron: James.

Habría de componer en vida varias canciones con el tema de esa tormenta pero nunca fue tormentoso. Fue un hombre sonriente, afable, siempre preocupado por los demás.

Bob Dylan, garante de la defensa de los derechos humanos, exclamó un buen día: “la pieza Vietnam de Jimmy Cliff es la mejor canción de protesta que se haya escrito nunca”.

Esa obra, Vietnam, tiene aires de aparente ligereza pero en realidad es una tragedia shakesperiana. Habla de un muchacho que mandaron a la fuerza a la guerra:

Yesterday I got a letter from my friend
Fighting in Vietnam
And this is what he had to say
‘Tell all my friends that I”ll be coming
home soon
My time it’ll be up some time in June
Don’t forget, he said to tell my sweet
Mary
Her golden lips as sweet as cherries
And it come from Vietnam
It was just the next day his mother got
a telegram
It was adressed from Vietnam
Now Mistress Brown, she lives in the
USA
And this is what she wrote and said
Don’t be alarmed, she told me the
telegram said
But Mistress Brown your son is dead

Pero dije antes que Jimmy Cliff trajo alegría al mundo. No hay contradicción con este poema en reggae, se llama resiliencia, protesta, clamor.

Jimmy Cliff hizo sonreír a todo el mundo con sus ritmos contagiosos. Abordó los temas más difíciles, duros, controvertidos, pero siempre con una sonrisa en ristre, siempre con alegría porque la vida sigue.

Músico de Jamaica, lo suyo es el reggae, pero en realidad lo suyo es la música.

Es uno de esos músicos inclasificables, de mis favoritos: los que no caben en ningún compartimento estanco. Llevó el reggae a todo el planeta y trajo al reggae la música del planeta.

Había a quienes les parecía muy pop, demasiado suave, pero muchos insistimos que lo suyo no es el pop sino la magia de hacer música que atraiga multitudes e hizo suyo el verso de Walt Whitman: I contain multitudes.

En los discos de Jimmy Cliff podemos encontrar samba, guajira, gospel, mucho gospel, blues, harto rocanrol. El crítico de música del New York Times, Jon Pareles, dijo: “la música de Jimmy Cliff es como la arena, lo contiene todo”.

Otro de sus discos hermosos es Goodbye Yesterday, de 1970, preñado de poesía.

El track tercero de ese disco es también poético, bello, esplendoroso: Keep Your Eyes on the Sparrow, una metáfora preciosa, una alegoría, un recurso literario y un himno a la vez. Nos recuerda por momentos a Knocking on Heaven’s Door, escrita curiosamente por Bob Dylan tres años después. En otros episodios de esta pieza pensamos en Layla, de Eric Clapton y los coros entonan el verso central de la pieza (No pierdas de vista al gorrión) como una invocación.

Ese par de piezas, Bongo Man y Keep Your Eyes on the Sparrow, representan al Jimmy Cliff que pocos conocen. Se apartan de lo que generalmente se asocia a Cliff: la mezcla de reggae con elementos distintos, para ubicarse, en cambio, en el territorio de la creación de música en estado puro. Estamos frente a uno de esos compositores con gran celebridad, creadores de piezas muy conocidas pero también con obra poco difundida que los ubica como músicos de culto.

Su álbum de 1985 titulado Cliff Hanger se inicia con delicioso reggae: Hitting with Music en un ritmo arrollador. Ese género musical, el reggae, es la razón de ser de Jimmy Cliff, una música que perfeccionó, pulió, cultivó con profundo amor.

El mensaje poético de Cliff siempre contiene dosis enormes de amor incondicional, ya retrate la vida cotidiana en Jamaica, ya platique acerca de sus experiencias en grandes urbes, ya esté de plano en el terreno de lo político, de la denuncia.

Dos ejemplos de esto son, en primer lugar, su pieza Universal Love (Beyond the Boundaries), del disco Cliff Hanger, y es prácticamente un mantra, un himno hipnótico en su balanceo de repetición; la otra pieza pertenece a su disco ya mencionado Give Tankx y se titula Stand Up and Fight Back, título muy del estilo de sus hermanos del alma Bob Marley y Peter Tosh.

En el mismo álbum Cliff Hanger, esplende American Sweet, un funk poderosísimo, así como en el otro álbum mencionado, Give Tankx, la pieza Footprints es un gospel con todas las de la ley.

En su álbum Higher & Higher, Jimmy Cliff suelta de su invención la pieza Ashé Music, mezcla explosiva de samba con santería y reggae.

Varias visitas hizo Jimmy Cliff a México, donde dejó improntas. Recuerdo en este momento las seis horas de reggae en Cancún con varios grupos, que cerró de madrugada Cliff y que inició con la presentación del nuevo monarca del reggae, el sudafricano Lucky Dube, quien entonó el verso de Dylan aquí ya mencionado: knock knock knocking on heaven’s door y dio paso a sus bailarinas y backing vocals y a un chaparrito bajista que nos puso en trance a todos bajo las estrellas, junto al mar.

La voz de Jimmy Cliff tiene un timbre peculiar, con un rango amplio cuyas márgenes agudas lo habilitan en baladas de gran profundidad, como la muy conocida Many Rivers to Cross. Mick Jagger lo ubica así: “the sweet voice of Jamaica”.

La generosidad de Jimmy Cliff no conoció límites. Cuando Bob Marley era un jovencito desconocido que cantaba en todas partes, Cliff lo llevó con el productor Leslie Kong quien grabó a Marley sus primeros sencillos: Judge Not y One Cup of Coffee. Para ese entonces, Cliff ya era una estrella con éxitos muy celebrados como Hurricane Hattie y Miss Jamaica. Marley siempre hizo notar la bondad de su mentor Cliff: “siempre ayudaba a los demás”.

Con Marley dio el empujón también a Bunny Wailer y a Peter Tosh.

Sus colaboraciones con otros músicos también forman parte de su espíritu generoso.

Hizo música con los Rolling Stones, Elvis Costello, Annie Lennox, Paul Simon y Bruce Springsteen.

Durante los últimos años de su vida, siempre manifestó su entusiasmo por vivir, su satisfacción por mantener el fuego interno. “Aún me quedan muchos ríos por cruzar”, dijo en referencia a su canción Many Rivers to Cross.

Ahora, en la posteridad, ese hombre que trajo alegría al mundo sigue despertando sonrisas en la humanidad y de esa manera es como continúa cruzando muchos ríos.

X: @PabloEspinosaB

disquerolajornada@gmail.com