l primero de mayo de este año, en el Día Internacional de las y los Trabajadores, la presidenta Claudia Sheinbaum hizo un anuncio decisivo en materia laboral. Comenzaríamos en nuestro país el proceso para reducir la semana de labores de 48 a 40 horas. Ese mismo día, la mandataria estableció con claridad que, como el resto de las grandes reformas emprendidas en la materia, tendría que ser el resultado de un amplio consenso construido a partir de la escucha, el diálogo abierto y la colaboración.
Para ello, nos instruyó al equipo de la Secretaría del Trabajo a organizar una serie de foros, de mesas de trabajo, a lo largo y ancho del país. Desde mediados de junio y hasta finales de noviembre pasados, en un periodo de cerca de cinco meses, se realizaron más de 40 mesas de trabajo con la participación de más de 2 mil representantes. En estos ejercicios de diálogo participaron trabajadoras y trabajadores, empresarias y empresarios, representantes sindicales, académicas y académicos, diversas autoridades y miembros de la sociedad civil, aportando cada sus conocimientos y perspectivas.
Como han probado las experiencias previas en otros países del mundo y los estudios elaborados por la Organización Internacional del Trabajo y múltiples especialistas, reducir la semana laboral trae un enorme beneficio para las y los trabajadores. Entre los beneficios están la disminución de la fatiga y de los accidentes laborales; un mayor equilibrio entre la vida personal, familiar y laboral; menor riesgo de padecimientos de enfermedades del corazón; así como mejoras en el autocuidado, incluidos la alimentación, la activación física, el descanso y la socialización, entre otros.
Además, la reducción de la semana laboral también genera beneficios para las unidades económicas y para la economía en general, puesto que desencadena aumentos en la productividad y fortalece la cohesión social en los países donde la medida es instaurada.
Para garantizar los derechos de las y los trabajadores se establecerá la semana laboral de 40 horas a nivel constitucional, así como también en la Ley Federal de Trabajo. Esta reducción de horas no implicará decrementos en los sueldos ni en salarios ni en prestaciones. Tal y como se contempla actualmente en la ley, el tiempo de labores podrá prolongarse de manera extraordinaria siempre y cuando el empleado o la empleada accedan a ello de manera voluntaria. El laborar horas extras siempre será una decisión de las y los trabajadores, como lo ha sido a la fecha, y por primera vez se instaurará la prohibición de que los menores de edad trabajen horas extras.
Ante la reducción de ocho horas de trabajo ordinario semanal, se sumarán tres horas extraordinarias a las actualmente establecidas, con lo cual surgirá la posibilidad de trabajar hasta 12 horas extraordinarias a la semana. Éstas deberán ser pagadas al doble del salario establecido por las horas ordinarias y podrán distribuirse hasta en cuatro horas diarias en un máximo de cuatro días en un periodo semanal.
Por último, se limitarán a cuatro las horas extraordinarias que pueden ser pagadas al triple, que actualmente son ilimitadas.
Con el objetivo de dar seguimiento a la implementación de la reducción de horas semanales, así como verificar su eje-cución, se establece la obliga-ción de las personas empleadoras de contar con un registro que pueda con ello dar cuenta de cuántas son las horas ordinarias y horas extraordinarias utilizadas. Este es un elemento fundamental que le permitirá a la Secretaría del Trabajo y Previsión Social verificar el cumplimiento de la jornada de trabajo en las unidades económicas.
La reducción de la semana laboral es un cambio profundo, de dimensiones históricas. Por lo mismo, tal como recomienda el Convenio 116 de la OIT, tiene que realizarse de manera ordenada y progresiva. Avanzaremos año con año en una reducción de dos horas a partir de 2027, hasta alcanzar las 40 horas en enero de 2030.
Con esta reforma constitucional, que cumple con el compromiso número 60 para el segundo piso de la transformación establecido por la Presidenta, se hace realidad la disposición de mayor tiempo libre para las y los trabajadores, que puedan utilizar en descanso o en actividades de recreación, garantizando con ello condiciones de trabajo dignas y también mejora en la productividad.
La instalación de la sema-na laboral de 40 horas es una de las políticas que mejor condensa el espíritu del humanismo mexicano. Le devuelve tiempo de vida a las y los trabajadores para que decidan libremente qué hacer con él y, de esta manera, tengan condiciones para alcanzar tanto el bienestar material como espiritual. No debemos olvidar jamás que el tiempo es un recurso finito e irrecuperable.
* Secretario del Trabajo y Previsión Social
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