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Francia, precedente de lucha y resistencia obrera
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ecientemente, durante mi estancia en París, Fran-cia, en una reunión con miembros de la Confédération Générale du Travail (CGT), dialogamos sobre diversos temas y acerca de la propuesta de nacionalizar ArcelorMittal en Francia, impulsada por el partido La France Insoumise (La Francia Insumisa). Esta iniciativa es sumamente interesante porque recuerda la relevancia simbólica y política de la Revolución Francesa; de los países europeos, los franceses suelen ser vanguardistas en movimientos sociales y esta decisión lo confirma.

La idea de nacionalizar al mayor fabricante de acero del país fue aprobada hace unos días en la Asamblea Nacional con 127 votos a favor y 41 en contra. ¿De dónde viene este movimiento? ArcelorMittal, con sede en Luxemburgo y Londres, y una plantilla global de casi 200 mil empleados, anunció su plan de despido que afecta a 15 mil trabajadores franceses. De tal suerte que la propuesta de La Francia Insumisa pretende proteger esos empleos, a la vez que reactivar la descarbonización de los altos hornos, en atención al difícil contexto de la industria siderúrgica europea, exacerbado por las políticas arancelarias estadunidenses y la competencia asiática.

Si bien el gobierno francés se opone con fuerza a la nacionalización, y es posible que el Senado, controlado por partidos conservadores, rechace la iniciativa, esta propuesta despierta un cuestionamiento relevante sobre la relación entre el Estado, las empresas transnacionales y la lucha obrera. Así, sindicatos y grupos políticos de izquierda están convencidos de que la nacionalización es una manera viable de salvar la industria siderúrgica y proteger a las y los trabajadores. Es así que han impulsado la medida como una respuesta directa a los planes de recorte de la empresa, pues su mayor preocupación es garantizar la estabilidad laboral y la justicia para quienes producen la riqueza de dicha industria. Y, más precisamente, esta propuesta es un efecto de las movilizaciones sindicales, donde han explotado huelgas y manifestaciones en defensa del empleo, resaltando la urgencia de intervención estatal pertinente para cuidar el sector siderúrgico y los empleos franceses.

Sin embargo, este conflicto en Francia refleja una problemática de escala mundial: las multinacionales han abusado históricamente de los derechos de la clase trabajadora, y han explotado sin miramientos los recursos naturales, generando un desgaste social profundo que exige replanteamientos urgentes. Sumándole la permisividad gubernamental que sostiene estas dinámicas laborales. Es indispensable entender que el trabajo es una parte esencial de la vida humana: no sólo se trata del ingreso o del sustento material, sino de vidas enteras que son afectadas. Los problemas en la cultura del empleo son problemas sociales, económicos, estatales y migratorios porque son transversales. Es momento de darles la importancia que merecen.

México puede tomar como inspiración este precedente francés con miras a fortalecer la nación y garantizar los derechos laborales. La lucha contra la permisividad gubernamental con algunas empresas debe intensificarse, usando herramientas como la auditoría fiscal, laboral y ambiental para exigir rendición de cuentas, transparencia, responsabilidad y cumplimiento de derechos. Hay casos sumamente graves de homicidio industrial y ecocidio que siguen impunes, y que han sido parte de corporaciones nacionales e internacionales que sin importar las condiciones en las que operen, su riqueza y sus ganancias se logran a costa de la explotación, no sólo laboral, sino de recursos naturales de cada comunidad en la que se encuentran.

Sin embargo, ante esta realidad, una estrategia tal sólo es posible si el gobierno actúa desde un verdadero principio democrático y voluntad política, a saber, velando por el bienestar de todas y todos, y no por intereses particulares.

Incluso frente al rechazo de la iniciativa de La Francia Insumisa, la discusión y la movilización son un fuerte precedente y llamado a reconsiderar las políticas empresariales y laborales en el mundo. Pensando en México, la historia demuestra nuestra capacidad para tomar decisiones estratégicas en pro de la lucha obrera. Tal es el caso de la expropiación petrolera en 1938: un verdadero acto de soberanía y protección de los recursos naturales mexicanos. Es, por tanto, pertinente dar paso a una profunda reflexión, inspirándonos en nuestro propio pasado y en otras naciones para repensar el mundo del trabajo. Definitivamente, son las acciones valientes, que van a lo estructural y que se gestan en lo colectivo, las que podrán transformar el modelo económico en beneficio de la mayoría. La actual discusión en Francia prueba que la voluntad de cambio abre nuevos caminos y posibilidades para la dignidad, la prosperidad y la justicia social, laboral y económica.