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Invita a escuchar música fuera de la zona de confort

Enrico Chapela Barba estrena mañana en México Antiphaser, su concierto para violín eléctrico y orquesta

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▲ En imagen de archivo, el compositor Enrico Chapela Barba.Foto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Jueves 4 de diciembre de 2025, p. 5

En la música, como en la comida, los gustos nacen de probar lo diferente, sostiene el compositor Enrico Chapela Barba a propósito del estreno en México de Antiphaser, concierto para violín eléctrico y orquesta –obra que rompe con los cánones académicos por la naturaleza de su instrumento solista–, que tendrá lugar mañana en el sexto Festival Urtext.

“Para que la música pueda ser apreciada –afirma–, hay una responsabilidad compartida. Los compositores, intérpretes y programadores deben proponer sonoridades e instrumentos fuera de la zona de confort del público. Si siempre se ofrece lo mismo, los gustos nunca cambiarán.”

Asimismo, continúa, está la responsabilidad del público de tener disposición a conocer esas propuestas y “no ser remilgoso”, como esos niños que rechazan un plato sólo porque nunca lo han probado. “Se trata de arriesgarse, lo peor que puede pasar es que no guste”.

Considerado uno de los referentes de la música contemporánea mexicana, el autor (Ciudad de México, 1974) expresa en entrevista su convicción de que “la mayoría de la gente se siente atraída por propuestas distintas y novedosas”.

Como ejemplo, menciona su obra Magnetar, un concierto para cello eléctrico y orquesta, estrenado en 2011 por la Filarmónica de Los Ángeles, que incluye referencias al heavy metal.

“Cuando llega el tercer movimiento, donde uso una distorsión como un homenaje a Metallica, algunas personas mayores deciden salirse. Están en su derecho, lo importante es que se arriesgaron a escuchar algo distinto, y no les gustó. Fuera de eso, la obra suele terminar entre ovaciones de pie.”

Tras asegurar que una situación similar ocurrió con el estreno mundial de Antiphaser –hace dos años en Seattle, Estados Unidos–, Chapela considera que el compositor debe encargarse de que sus obras sean emocionalmente fascinantes para atraer a las audiencias hacia este tipo de propuestas.

“No hay modo de que ofrezca algo que no me gusta primero a mí”, dice y hace otra analogía con la comida al señalar que lo que él busca compartir con su música es un apetitoso platillo, no una cucharada de un conocido multivitamínico hecho a base de aceite de hígado de bacalao.

“En la infancia nos obligaban a tomárnoslo porque era bueno para la salud, pero sabía espantoso. Hay obras en la música contemporánea que de alguna manera se parecen a ese brebaje, pues algunos colegas valoran más el proceso de composición que el resultado”, apunta.

“Así como aquel suplemento alimenticio sabe horrible, hay música contemporánea que suena horrible, pero los autores sacan un pizarrón y dictan una conferencia de por qué se tiene que valorar su música: que si el tritono, la serie de Fibonacci y otras teorías. Da igual cómo hizo su concierto si suena espantoso”.

Según el compositor, quien antes de dedicarse al arte sonoro deseó ser científico y tuvo una banda de heavy metal, lo primordial en la música es que el sonido “debe ser atractivo y generar placer en el cerebro” del escucha.

“Si no, no funciona. Yo hago música que, por supuesto, me parece atractiva, con la esperanza de que guste a otros. Por fortuna, más allá de los que se salen en el tercer movimiento, hay quienes se quedan y aplauden al final.”

Fases de la Luna

Sobre Antiphaser, cuenta que fue una comisión realizada antes de la pandemia por la BBC de Escocia y la Orquesta de Seattle. En esta pieza, el compositor muestra una vez más su fascinación por el universo y la astronomía, como lo ha hecho en partituras anteriores: Magnetar (2011), donde recrea las explosiones de estrellas magnéticas; Antikythera (2016), inspirada en un antiguo dispositivo utilizado para calcular la posición de los astros, y Lunática (2016), basada en las lunas del sistema solar.

En este concierto para violín eléctrico y orquesta estudia la relación siempre cambiante y complementaria entre la Tierra y la Luna: “cuando una crece, la otra mengua; si una es nueva, la otra está llena; cuando la Tierra proyecta una sombra sobre la Luna, somos testigos de un eclipse lunar mientras la Luna experimenta un eclipse solar. Los cuatro movimientos de la obra representan distintas fases planetarias desde las perspectivas complementarias de nuestro planeta y su satélite”.

Chapela aclara que no se trata de “música cósmica”, es decir que intente imaginar cómo son los sonidos del universo. El propósito, dice, es explicar cómo son las fases de la Luna a partir de un experimento mental de situarse en el ecuador lunar, el punto más cercano a la Tierra, y observar hacia nuestro planeta.

Compuesto para orquesta sinfónica completa, este concierto permite apreciar las amplias posibilidades que brinda un instrumento eléctrico por encima de uno acústico, como los cambios de timbre y los efectos sonoros ilimitados, resalta el autor.

Si en Magnetar Chapela incluye un riff metalero en su tercer movimiento, en este nuevo concierto deja de lado el heavy metal para hacer referencias al rock progresivo, “más del tipo de Pink Floyd. De hecho, también algo tiene que ver con un homenaje a Dark Side of the Moon y a The Wall”.

La obra es parte de un programa que incluye también piezas de los mexicanos Arturo Márquez, Samuel Zyman y Gabriela Ortiz. El concierto, con entrada libre, será mañana a las 19 horas en el Museo Kaluz (avenida Hidalgo 85, colonia Centro, Ciudad de México).