Miércoles 3 de diciembre de 2025, p. 4
Guadalajara, Jal., Luis Estrada, guionista y director de cine mexicano, inició su ponencia sobre Jorge Ibargüengoitia con una confesión que reunió risas y aplausos: su sueño juvenil era adaptar Las muertas, la novela del autor guanajuatense publicada en 1977 y que en septiembre pasado estrenó como miniserie en Netflix .
La sala 4 de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara se llenó por completo y muchos asistentes sostenían ejemplares del libro mientras seguían la ponencia Ibargüengoitia en la visión cinematográfica de Luis Estrada: Estilo, sátira y narrativa.
Estrada, acompañado por el actor Alfonso Herrera; Daniela Fregoso, directora de Asuntos Comerciales y Legales de Netflix en México, y Antonio Ortuño, narrador, guionista y moderador del conversatorio, dialogó sobre la magia literaria y cinematográfica de Ibargüengoitia y la manera en que su obra se traslada al lenguaje audiovisual contemporáneo.
El director recordó que, tras el éxito de la película ¡Que viva México!, “vista por más de 32 millones de cuentas en la plataforma”, Francisco Ramos le preguntó qué quería hacer a continuación. Sin titubeos respondió: “quiero hacer Las muertas”. Apenas dos días después, los derechos estaban asegurados.
Compartió su primer acercamiento al universo ibargüengoitiano: siendo adolescente visitó el rodaje de Maten al León, adaptación dirigida por su padre, José El Perro Estrada, donde el escritor mexicano lo recibió durante apenas 10 minutos.
Esa breve interacción no apagó su fascinación: “Ibargüengoitia es humor y rudeza; así se resume la realidad mexicana de entonces y hoy”, dijo. La lectura de la novela le dio una certeza inmediata: debía llevarla a la pantalla, aunque durante décadas los derechos parecían inalcanzables.
Daniela Fregoso explicó que Netflix adquirió los derechos pensando en una película, pero la riqueza de la narrativa hizo natural realizarla como serie.
“Luis presentó un libro-objeto con todos los detalles: sets, vestuario, los lentes del capitán Bedoya, la textura visual de los años 60… era minucioso hasta el delirio”, comentó.
La producción involucró más de 250 sets de época, 170 actores con diálogo y alrededor de 5 mil personas. Las filmaciones se hicieron en locaciones que recreaban el Bajío de las Poquianchis, zona geográfica ubicada principalmente en los estados de Guanajuato y Jalisco.
Antonio Ortuño destacó la afinidad entre la obra de Ibargüengoitia y el cine de Estrada. “Sus personajes y diálogos tienen acción y ritmo. Esto hace que la adaptación parezca enteramente suya, aunque no lo sea”, y añadió que los personajes son tridimensionales: Simón Corona, cobarde y valiente; Bedoya, cruel pero enamorado, y Arcángela, despiadada pero protectora.
Alfonso Herrera compartió la experiencia de construir e interpretar a Simón: “Luis me decía: ‘No me hagas tus pinches pausas brechtianas’. Ese ritmo, que ya estaba en la novela, hace que trabajar con él se sienta como llegar a casa. Simón es chingón por fuera y cobarde por dentro; esa contradicción nutre al personaje”.
Sobre las escenas sexuales, Herrera subrayó que eran necesarias para cimentar emociones y motivaciones, sin las cuales la historia perdería fuerza.
Luis Estrada recordó la polémica de estos contenidos y la controversia inicial con Netflix por los estrenos de sus películas, siempre con su característico humor negro. “Si los jóvenes prefieren hadas y fantasías, qué triste”, comentó sobre quienes abandonaron la serie tras los primeros episodios.
Daniela Fregoso enfatizó la libertad creativa y la importancia de respetar la visión original del autor. “No sólo era la visión de Luis Estrada; lo que hizo Ibargüengoitia fue mirar el horror y la risa de frente”.












