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Negocios y empresas

Vejez y economía

E

xiste una idea equivocada de la importancia de la vejez en la economía. Este periodo de la vida se aprecia como algo negativo, ya que genera poca riqueza y un gasto creciente. Con los años, el cuerpo enferma, pierde fuerza y en ocasiones también disminuye la capacidad intelectual. Todo ello lleva a pensar que los adultos mayores representan una fuerte carga para la sociedad.

La realidad es que, trabajen o no, las personas de la tercera edad juegan un papel relevante en la economía, principalmente por el consumo que llevan a cabo. Para que funcione el ciclo mercantil, la sociedad necesita no sólo producir bienes y servicios, sino que se vendan. Sin consumo la sociedad se estanca y sobreviene una crisis.

El consumo de los viejos genera una gran riqueza para empresas especializadas. Hay sectores económicos que avanzan sin contratiempos para atender a esta población, como son los casos de hospitales, seguros de gastos médicos, farmacéuticas, alimentos procesados y casas de retiro.

En parte este proceso se debe a que los ingresos de los miembros de la tercera edad tienden a crecer. Desde que se establecieron los programas sociales con entrega de dinero en efectivo a los adultos mayores la demanda de bienes y servicios de este nicho ha mejorado.

Algo semejante sucede con el personal especializado. Doctores, enfermeros, cuidadores y técnicos de la salud tienden a ser más valorados y obtienen mayores ingresos. Según el Instituto Mexicano para de Competitividad, se necesitan cerca de 5 millones de personas para atender a los adultos mayores y entre las profesiones mejor pagadas se encuentran las relacionadas con la salud.

Desde el punto de vista demográfico, nuestro país envejece. El Consejo Nacional de Población estima que para el año 2050 cerca de 18 por ciento de los mexicanos tendremos más de 65 años de edad y no contamos con la infraestructura necesaria para atender a este sector.

Nos encontramos en estos momentos en un parteaguas demográfico. El país de jóvenes que era México hasta finales del siglo pasado dejó de existir y no nos preparamos para el cambio. Además, no tenemos los recursos ni contamos con los programas de largo plazo para hacerle frente a este cambio profundo de nuestra sociedad.