Fecha singular // Mojigatería panista // Derechos de cada cónyuge // Cada persona tiene su patria
ba a empezar la columneta resaltando una singularidad de esta fecha: quienes estén leyéndola, hoy lunes, lo hacen el primer día del último mes del año. Pronto me di cuenta de que este particular acontecimiento no estaba diseñado en exclusiva para mis generosos amigos lectores, sino que alcanza también a todos los habitantes que ocupen un lugarcito en los países cuyo huso horario, como sucede en el nuestro, se inicie con la primera luz de este día. Sin embargo, también es cierto que ésta es una temporada tan significativa que, aun sin quererlo, a todos, o a la gran mayoría, nos hace cosquillas, aunque las causas y reacciones sean muy diversas.
La semana pasada comenzamos a tratar de explicarnos uno de los tres conceptos que concretan los objetivos esenciales, a cuya consecución nos convoca la nueva dirección del PAN: Patria/Familia/ Libertad. Los audaces que nos leyeron tal vez recuerden lo expuesto (los que no, pues sería un milagro). Dijimos que su concepto de familia es excluyente, discriminador y cada vez menos vigente, y no me refiero a todas las ridículas y fastuosas bodas, que son verdaderas puestas en escena –mise en scène–, cuyos matrimonios muchas veces tienen la misma duración que las fiestas de quinceañeras. Así, vemos que para la mojigatería panista es más aceptable y digno que un hombre y una mujer vivan bajo el mismo techo encadenados por un juramento realizado en circunstancias en que no todos los contrayentes estaban en la plenitud de sus facultades racionales y emocionales y, aunque lo estuvieran en ese momento, si uno o ambos hubieran cambiado sus sentimientos o forma de pensar, tienen el absoluto derecho de hacer o deshacer su vida, ¿o no? ¿A todo esto se arriesgará el PAN?, ¿ya calculó además los cientos de parejas que, con su vida cotidiana muestran que la idea de que la unión de dos seres humanos para ser sólida, productiva en todos sentidos y tan feliz como sea posible en las circunstancias en que cada una se desenvuelve, es imprescindible compartir un mínimo de ideas, valores, sentimientos y en lo que se es diferente (vive la différence!), respeto y comprensión? Igualdad absoluta en el trato con los hijos y, si el vínculo se deshace, que sean conservados estos comportamientos aun cuando el sentimiento amoroso se haya extinguido. Un matrimonio así no requiere de sacramentos ni de testimonio oficial, pero por importante que sea, no insistamos al respecto, pues nos faltan dos banderas que enarbola el PAN en esta nueva etapa en la que, si Dios quiere o se descuida, será nonagenario.
El primer principio que el PAN señala como su razón de ser lo concreta en una sola palabra: “patria”. Debo confesar que, para ser un lema, una bandera, a mí me resulta no sólo suficiente, sino muy emocionante y emotivo. Esa palabra puede decirlo todo en cualquier país y en todos los idiomas, sobre todo si la definición de este universal vocablo se concreta a referirse al lugar en el que vimos la luz primera (cursi expresión de cronista de sociales). A ese nivel conceptual no habrá dificultad alguna de entenderse: cada persona tiene su patria y todos la aprecian, la valoran y la defienden. Durante la Segunda Guerra Mundial los contendientes, tanto los soldados del Eje como los Aliados, a la pregunta de ¿por qué estás sufriendo y arriesgando tu vida? nos contestarían en sus diferentes idiomas ¡Por mi patria!, y aunque lo duden, me pregunto: ¿la columneta y TV Azteca, son hijos de la misma patria? ¿Y ustedes?











