Guadalajara, Jal., El escritor catalán Eduardo Mendoza recibió ayer la medalla Carlos Fuentes de manos de Silvia Lemus, viuda del novelista mexicano, durante la inauguración del Salón Literario en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.

La ceremonia contó también con la presencia de Marisol Schultz, directora del encuentro librero, y de José Trinidad Padilla López, presidente de la FIL.

Figura clave de la literatura contemporánea en lengua española, Mendoza ofreció una conferencia centrada en Barcelona, ciudad invitada de honor, y en su rica tradición literaria como cuna de escritores.

“Si estoy aquí y me conceden el honor de ser el primero en hablar se debe, entre otras cosas, a que soy quizás uno de los últimos representantes de la época dorada de la literatura barcelonesa”, declaró ante un auditorio atento.

Con su característico humor y agudeza, describió a la metrópoli como eje central en algunos de sus relatos. “Es el verdadero motor de la narración y los individuos son apenas pretextos para mostrar su devenir”. Evocó la transformación de la ciudad española a lo largo de los siglos, desde sus raíces cartaginesas hasta la modernidad marcada por las exposiciones universales del siglo XIX y la Revolución Industrial, que moldearon su carácter y arquitectura únicas.

“Barcelona es femenina. Y lo es por una razón completamente vacua. Simplemente porque en algunas lenguas de raíz latina, la terminación a se asigna al femenino.”

Recordó su infancia posterior a la guerra civil y la llegada de escritores latinoamericanos que renovaron la literatura local. “Fue un momento único, extraordinario y casi mágico… un baño de entusiasmo, de ilusión, del que fuimos partícipes quienes estábamos empezando a escribir y a vivir allí”.

Narró también historias sobre la fundación de la ciudad, los cartagineses y Amílcar Barca, así como anécdotas históricas sobre bandoleros, don Quijote y Sancho, y el paso de Cervantes por Barcelona.

Destacó la influencia de la cultura popular y del cine en su formación; mencionó a María Félix, Pedro Infante y Cantinflas, a quienes homenajeó por la felicidad que le dieron.

En su intervención, recordó a figuras literarias y momentos históricos que forjaron la identidad de Barcelona, la laboriosidad de los catalanes, su resiliencia y la capacidad de la ciudad para reinventarse.

“Quisiera que esta intervención fuera de inauguración y también de clausura, de clausura de una historia que ya pasó y que ahora dé paso al presente y al futuro.”