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Un canto de libertad y esperanza
E

n la década de los 60 en México se desarrollaron una serie de movilizaciones de diferentes sectores de la sociedad, mismas que fueron acompañadas de distintos cantos, los cuales a la vez de informar y denunciar las injusticias se fueron constituyendo como testimonio.

A pesar de la censura y de ser ignorados por los medios, la difusión de estos cantos siempre estuvo presente, teniendo como canales de propagación los propios movimientos sociales en los que tuvieron su origen. Con el tiempo, poco a poco fueron proliferando en otros espacios, como en pequeños foros y en las peñas folklóricas, hasta llegar a congregar a miles en grandes escenarios.

Ya en la década de los 70, con el auge de la canción latinoamericana y a partir de los exilios sudamericanos, esta canción se fortaleció. Fue éste el inicio de los años dorados, en los que gran cantidad de jóvenes formaron grupos musicales, y que a la par de otras manifestaciones artísticas como el teatro, la poesía, la danza y la gráfica lograron la creación de un movimiento musical alternativo y contestatario, el cual tuvo varias denominaciones que fueron desde la canción de protesta hasta la nueva canción.

Su difusión se extendió con el surgimiento de disqueras independientes y la inclusión en algunas de las principales compañías trasnacionales de discos que fueron editando gota a gota las obras de los artistas de este movimiento. A esta apertura se sumó el gobierno, que a la par de la reforma política, fue abriendo las instituciones culturales, remunerando a los músicos y a la vez proporcionando que la difusión creciera a lo largo del país.

Esto provocó que los músicos se organizaran, pasando por procesos de definición y autocrítica respecto a su calidad e identidad, debatiendo su postura frente al gobierno y a los medios masivos. También en ese tiempo hubo corrientes que rechazaron al rock, calificándolo de ser parte de la penetración cultural, e incluso convertirse en censores acerca de la instrumentación electrónica empleada en los repertorios musicales. Por otro lado, también comenzó una división dentro del gremio, fragmentándose entre las “estrellas”, quienes acaparaban los grandes escenarios, y el resto de los músicos, que quedaban relegados o que difícilmente tenían el acceso a pesar de su creatividad, calidad, compromiso y convocatoria.

La divulgación en los medios impresos también fue escasa; este canto no tuvo mucho eco en las páginas de cultura y de espectáculos de los periódicos. Lo mismo ocurrió en las emisoras radiales y en la televisión, pero a pesar de esta subestimación, este canto fue creciendo a la par del desbordamiento de las protestas sociales por demandas legítimas que incluso se tiñeron de sangre. Por eso, este canto también incluyó dentro de sus notas musicales temas dedicados a quienes ofrendaron su vida luchando por la libertad.

La primera obra literaria escrita, publicada en 1976, no fue a favor de este movimiento musical; pasó de ser una disertación científica a una mofa, incluso personalizada, que no tuvo más resonancia que convertirse en un libelo. Fue hasta 18 años después que se publicó una respuesta, y a partir de ese tiempo, tanto los investigadores académicos como los mismos músicos participantes de este movimiento han escrito textos que de manera razonada exponen desde los orígenes y su evolución hasta la descripción de los eventos más relevantes que se han llevado a cabo. En el presente se cuentan con tesis universitarias a niveles de licenciatura, maestría y doctorado que vienen a reforzar esta área social, a la par de crearse el Archivo General de la Canción, esforzándose en la documentación de la música en los movimientos sociales.

En el campo audiovisual también la documentación ha sido escasa, y sobre todo más personalizada, tales son los casos de Amparo Ochoa y León Chávez Teixeiro, que cuentan con algunos documentales respecto a su obra, pero de manera general, salvo el documental australiano de 1987 Al sur de la frontera, que incluye a varios protagonistas mexicanos dentro del área centroamericana, hasta la fecha no existe documental alguno que explore de manera general a este movimiento y que integre tanto a diferentes músicos participantes como a los diferentes géneros musicales, que van desde la canción infantil y el rock hasta la música tradicional y la canción política.

Es de esta manera que Un canto de libertad y esperanza, documental de Óscar Carrillo y Fernando Morán, comienza por abrir esta brecha, en el que participan cerca de 20 artistas que han sido concurrentes de este movimiento, contando también con el enfoque de críticos de arte e investigadores.

El documental será estrenado en el cine Villa Olímpica el sábado 22 de noviembre a las 13:30 horas. En los días posteriores, que van desde el 23 de noviembre hasta el 2 de diciembre, se llevarán a cabo otras presentaciones en diferentes lugares de la Ciudad de México. En todas las funciones, la entrada será libre.

* Cronista e historiador musical