Un crimen para descarrilar
rimen político, dijimos en la última entrega de Ciudad Perdida y los datos visibles nos han confirmado que desafortunadamente la muerte de Carlos Manzo, el edil en Uruapan, por más que se quiera hacer creer no fue un atentado por encargo, sino un asesinato que pretendía, que pretende, mejor dicho, desestabilizar al gobierno.
No hay datos, cuando menos por el momento, que nos digan que fue este o aquel cártel el que ordenó la muerte de Manzo. El atentado, hasta ahora, está envuelto en un misterio poco o nada usado por los miembros del narco. No parece venganza ni advertencia, argumentos esgrimidos por los criminales para justificar sus acciones.
Pero a falta de una reivindicación pública por parte de los miembros de los cárteles que matan en las tierras michoacanas, han surgido las voces de miembros de los partidos políticos opositores a la 4T, que sin argumentos políticos saltan sobre los errores –no importa si son ciertos o no– del gobierno para tratar de descarrilarlo en un afán perverso por descalificar las acciones que hoy tienen a la presidenta Sheinbaum con un porcentaje de aprobación popular arriba de 70 por ciento, lo que les deja, otra vez, fuera las grandes ganancias a las que los tenía acostumbrados el régimen neoliberal.
Se la jugaron completa. No sólo la furia del discurso en el ámbito legislativo, también el show de los sombreros y las amenazas en boca gringa de “venir a poner orden en México”, invitados por los despatriados de siempre, listos a vender lo que sea, hasta lo que no es suyo.
Aunque no sea lo más políticamente correcto, salta, de todas formas, el discurso de la viuda de Manzo, ahora presidenta municipal de uno de los lugares más difíciles del país, discurso de vuelos que sólo alcanzan los más experimentados en esas artes y que hay que analizar con mucho cuidado. Esto porque no se sabe que la viuda de Manzo tuviera un entrenamiento político mínimo; es más, sin que se supiera que esa parte de la vida, el gobernar bajo una idea, fuera de su interés.
Por ello la sorpresa de esas palabras muy bien articuladas y claras, muy claras en su orientación por parte de Grecia Quiroz, viuda de Manzo, que parece ir más allá de la venganza para advertir lo que sin duda tiene en mente la derecha: convertirla (usarla) en su beneficio.
No nos equivoquemos, detrás del “sombrero” no hay ningún plan de gobierno en Uruapan, no uno que sea propio de su gobierno local, pero aunque nadie lo crea, sí hay destino manifiesto para el municipio diseñado desde la derecha. En esas andan.
Así que no hubo sólo una reacción de odio. El asunto fue una cuestión política. Los hilos del rencor movieron a sus muñecos. Fue obvio, los ataques a López Obrador se levantaban incesantes para descalificar a Sheinbaum. Manos de la verdadera derecha, no la de los partidos podridos, prendieron fuego a lo que pensaron que era tierra dispuesta al incendio general, pero el juego fue tan obvio que más allá del crimen, muy pocos dieron cabida a las acusaciones falaces y al discurso que supone que en Michoacán se puede construir a otra Corina Machado.
Pero no será fácil. La respuesta rápida del gobierno no aguardó tiempos burocráticos y el plan para truncar lo que parece el inevitable sino de Michoacan, está en marcha y podrá ser la idea que lleve al país a climas de paz y desarrollo que hacen falta. Por lo pronto, ahí está este primer paso que seguramente enfurecerá a los del sombrero. Aguas con la reacción.
De pasadita
Así que bien cobijada por la derecha, Alessandra Rojo de la Vega festejó, sólo con su gente, un año de gobierno en la alcaldía Cuauhtémoc.
Mientras en las calles de la misma alcaldía los baches se multiplicaron, las banquetas son intransitables, la inseguridad ha crecido, aunque eso sí, los carteles que hablan de ese primer año se multiplicaron tanto como el descuido en los grandes parques de la alcaldía, así que sí, felicidades. Ale... vas muy bien.












